Mucho se ha hablado de los ganadores en la noche de premios Óscar, en la que Oppenheimer y Poor Things se llevaron los premios significativos de la noche, cuyos pormenores compartimos en nuestra profunda crónica del evento. Pero aquí se hablará de una obra maestra que fue ignorada y merecía mucha mejor suerte...
Se fue en blanco, Killers of the Flower Moon / Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese, una de sus obras maestras. Y es que, si se compara lo que fue la película que le significó el Óscar a Scorsese, The Departed (de 2006, premiada en 2007), que sí contaba con mucho poder estelar con Jack Nicholson, Matt Damon y Leonardo DiCaprio a la cabeza, Killers of the Flower Moon es mucho más importante, mucho más elaborada. No hay punto de comparación, pero no será este el primer caso en el que un director reciba un premio cuando le llega, no por haber hecho su mejor obra.
La película, que se puede ver en AppleTV+ y que fue exhibida en Colombia en varios teatros, incluyendo el verdadero IMAX (de Plaza de las Américas), donde fue una experiencia transformadora verla, se desarrolla por más de tres horas pero, contra todo pronóstico, jamás se siente larga. Y ese es uno de sus enormes méritos.
Y si es así es porque es cautivante su manera de quemar lento con una historia real y terrible, contada al ritmo del icónico director. Basada en una obra periodística del mismo nombre, la película aborda un tema difícil y necesario, como lo fue el silencioso y meticuloso genocidio al pueblo osage por parte de figuras de piel blanca, quienes posaban como sus amigos pero querían quitarle sus derechos sobre una tierra rica en petróleo y, por ende, su dinero.
En el centro de la cinta, el alma de la misma, está Lily Gladstone, en el rol de Mollie, una heredera a tierras y riquezas que entra en el radar de William Hale (Robert De Niro) y de su sobrino Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio). Aquí DiCaprio no es protagonista, es una fuerza que se deja llevar por la inercia de los crímenes de su tío, mientras Molly, incrédula en un principio y cegada por lo que cree es amor, no puede ver lo que sucede. Y luego, confrontando la verdad de a pocos, cuando se hace imposible ocultarla por parte de quienes la perpetran, toma la dura decisión que la vida le obliga a tomar.
A todo nivel, es una alta obra. Las actuaciones son impresionantes, no solo de los actores muy conocidos como Robert De Niro, Leonardo DiCaprio o de Jesse Plemons, y la fotografía de Rodrigo Prieto así como la edición de Thelma Schoonmaker también hubieran podido ganar tranquilamente, si bien, de nuevo, vale aclarar que los ganadores en esas categorías, ambos para Oppenheimer, también tenían suficientes méritos.
El libro homónimo que inspiró la película tocó tal fibra que fue prohibido en Oklahoma, pero a Martin Scorsese les queda más difícil silenciarlo. Sin embargo, la Academia, más allá de nominaciones y de un espacio para que la nación osage tocará su música y dejara una huella espiritual en la ceremonia, no le vio méritos para ganar premios. Increíble, pero no.
Por un lado, es imposible discutirle el premio a Emma Stone, porque su personaje de Bella Baxter es increíble y merece reconocimientos, pero la de Gladstone es una actuación como pocas en la historia.
La primera nativa estadounidense nominada al premio, con herencia blackfeet y nez perce, entregó un papel de carácter y a la vez silencioso y contenido, en el que mucho sucede en gestos, más allá de las palabras. Considerando que Stone ya había recibido el premio en 2017, por una aspirante a actriz en La La Land, quizá la Academia perdió de vista la oportunidad de amplificar más sus pregones de inclusión y de merecimiento.