País: España Año: 2014 Director: Alberto Rodríguez Guion: Rafael Cobos y Alberto Rodríguez Actores: Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez Duración: 105 min Las primeras to-mas de la película muestran unas figuras abstractas, corcoveantes, como circunvoluciones de un cerebro que, cuando la cámara se aleja, resultan ser caminos en una zona de manglares en Andalucía. La isla mínima está llena de atmósferas opresivas: cuartos polvorientos y mal iluminados, hoteles de mala muerte inmunes al sol, campos de cosecha inhóspitos y enceguecedores. La misma transformación de curvas cerebrales en manglares deja la sensación inquietante de que las apariencias no son para nada confiables. Dos policías bigotudos, uno extremadamente parco y con los ojos muy juntos, y el otro más jovial (Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez), llegan a la Andalucía profunda provenientes de Madrid con la tarea de encontrar a dos adolescentes extraviadas. Es una tarea ingrata y poco digna del alto perfil de los dos, una especie de castigo por faltas pasadas. Todo tiene lugar en 1980, cuando la democracia no ha terminado de afianzarse a pesar de que ya han pasado cinco años de la muerte de Franco. El color preponderante es el café; el estado de ánimo, melancólico tirando a depresivo. “Les recuerdo que esta es una democracia”, les dice un superior que no está de acuerdo con los métodos expeditos que usan. “Este es otro país”. Pero ese otro país se ha demorado en llegar y La isla mínima no es precisamente una celebración de la democracia y el debido proceso. Una y otra vez, los detectives encuentran pistas zarandeando testigos, gritándoles y presionándoles la cabeza contra una variedad de muebles. Puede que no sean métodos dignos de una democracia, pero la película parece insistir en su efectividad. Es como si la prescripción de esos actos de fuerza e independencia tipo Harry el sucio, de lo que cualquiera consideraría abuso policial, fuera más motivo de lamentación que de alivio. Unos policías taciturnos y rudos, seguro saben a quién aplicarle fuerza y a quién no, quizás la tristeza que aparentan se debe a cargar el peso de semejante conocimiento. La aplicación excesiva de la fuerza está justificada temáticamente: las dos adolescentes aparecen muertas y mutiladas en uno de los canales. El monstruo que las torturó ya ha actuado antes y debe ser detenido. Está en juego la vida de las adolescentes andaluzas. El thriller dirigido por Alberto Rodríguez está lleno de silencios, a veces cargados pero muchas veces no. La seriedad de los policías y el peso que tienen los ambientes sugieren media docena de historias que la película examina por encima sin dejarlas cuajar. Por momentos, La isla mínima se siente como el primer capítulo de una serie de suspenso de la televisión de Estados Unidos –no está lejos del ambiente y el tono de True Detective–, en donde se proponen misterios, se comienzan a delinear personajes y se establece una atmósfera que se cargará de sentido en los capítulos sucesivos. La diferencia es que no es una serie de televisión y ese momento de cargarse de sentido queda para la imaginación. Los ambientes son sobrecogedores, lo que se descubre no tanto. Cartelera **** Excelente  ***½ Muy buena   *** Buena   **½ Aceptable  ** Regular  * Mala Pride: orgullo y esperanza *** Película inglesa que retrata cálidamente la relación solidaria establecida entre gais y lesbianas de Londres con mineros galeses en la huelga de 1985. Pinocho ** La nueva versión de la novela de Carlo Collodi mezcla actuaciones reales no muy convincentes con animación 3D. Puente de espías ** A pesar de tener momentos técnicamente brillantes, lo más reciente de Steven Spielberg es de un patrioterismo elemental. Alias María *** Tensionante cinta colombiana que sigue a una guerrillera adolescente y embarazada que huye con un pequeño escuadrón paramilitar.