El promedio de lectura es muy bajo en Colombia. La Encuesta de Consumo Cultural elaborada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) reveló en 2013 que los colombianos leen dos libros por año. Una cifra baja si se tiene en cuenta que, por ejemplo, los argentinos leen cinco libros en el mismo lapso de tiempo. Pero Emilse Triana, de 14 años, es la excepción a la regla. Esta niña indígena 'devora' 33 libros cada año, en promedio dos y medio obras cada mes. Una cifra en consumo equivalente a la de los académicos o profesores de universidad.   Emilse vive en Mitú, rodeada de la selva exuberante llena de animales salvajes, casas de un solo piso, a la cual se puede acceder en avioneta, si existen pasajeros y el clima no impide el despegue y aterrizaje de las aeronaves. Su gusto por la lectura lo heredó de un tío, quien encaminó a través de las obras de diversos autores la curiosidad de la niña por el mundo. Allí, Emilse, descubrió La María, de Jorge Isaacs. Un relato que le gusta por las “descripciones que hacen”, dijo en una entrevista con Caracol Radio. Los libros de misterio son su gran fascinación. Autores como Edgar Alan Poe y Arthur Conan Doyle, este último, creador de Sherlock Holmes, están entre sus favoritos. Para leer 33 libros al año se necesita una disciplina férrea. Todos los días desde las 3.00 p. m. llega a su casa para sumergirse entre las páginas de los libros que sólo deja de leer alrededor de las 8:00 p. m., cuando el cansancio la doblega. La lectura de los libros ha hecho que Emilse se destaque entre los niños de su edad y su tribu Cubea en Vaupés. Su conocimiento literario y la forma fluida como expresa sus ideas han dejado boquiabiertos a muchos turistas que viajan para buscarla en la biblioteca departamental y cruzar unas cuantas palabras. En esta historia, como en muchas, existe un contrasentido. A pesar de la cantidad de libros que lee, Emilse reconoce que la comunidad de Mitú “casi no sabe leer ni escribir”. Incluso reclama el limitado acceso a la educación que tiene su comunidad. Además, en el municipio no hay electricidad y por ende la internet es escasa. “Sé que existe una página donde hay libros súperbuenos”, reconoció en la entrevista.    Comparte el gusto por la lectura con su hermano mayor, quien en varias ocasiones ha salido corriendo a buscar el libro que ha leído Emilse entusiasmado por sus palabras. Luego los analizan y destacan lo que más les gusta. Por ahora la escritura no la atrae, “casi no es mi vocación”, dijo.