El primero de diciembre de 2015 será un día histórico para la música colombiana. Esta fecha será recordada porque la Unesco declaró al vallenato como patrimonio inmaterial de la humanidad. Pero no todo es felicidad, el anuncio tiene advertencias. La declaratoria de la Unesco, más que un premio, es un aviso para que el vallenato tradicional perdure en el tiempo. El anuncio revivió una polémica que hace rato está instalada en Colombia: ¿el vallenato está desapareciendo por cuenta de lo que comercialmente se conoce como ‘la nueva ola’? Al menos para la Unesco la respuesta es afirmativa. En su declaratoria, asegura que “un nuevo tipo de vallenato está marginando el género musical tradicional y atenuando el papel que éste desempeña en la cohesión social”. La Convención de la Unesco sobre el patrimonio inmaterial tiene tres listas: la de patrimonio representativo, la de mejores prácticas de salvaguarda y la de patrimonio cultural que requiere medidas urgentes de salvaguarda. El vallenato fue incluído en esta última. La Unesco argumentó su decisión, entre otras, en que fenómenos como el auge comercial de la 'nueva ola' del vallenato han llevado a “un desconocimiento paulatino de la música tradicional”. En otras palabras, advirtió que si el vallenato entró en la lista de 'patrimonio cultural que requiere medidas urgentes de salvaguarda' es porque algunas de sus características esenciales corren peligro. Con su habitual sabiduría, el escritor y periodista, Juan Gossaín, se valió de una anécdota para dimensionar la importancia del anuncio de la Unesco, en conversación con Semana.com. “En 1971 entrevisté a Gabriel García Márquez, después del furor de Cien años de soledad. Le pregunté: ‘Bueno ¿y al final qué es Cien años de soledad?’. Gabo se tomó unos pocos segundos para contestar y dijo, ‘Cien años de soledad es un vallenato de 300 hojas”. Para Gossaín, la importancia de la declaratoria del anuncia radica, precisamente, en destacar al vallenato como un género literario, más que en un ritmo musical. Sobre la amenaza de ‘la nueva ola’, el escritor no tiene un tono beligerante. Con tranquilidad expresa que las nuevas generaciones se han decantado por la música, más que por las letras de las canciones. Como periodista conocedor de las letras, Gossaín define al vallenato tradicional “como una forma popular de hacer crónica”. Y eso, sin duda, se está perdiendo. La opinión de Daniel Samper Pizano es más radical. “La ‘nueva ola del vallenato’ no por nueva es buena”, le comentó a Semana.com. Su posición es más que conocida. Para él, las nuevas generaciones decidieron dejar a un lado las historias contadas en profundos versos, “decidieron no decirle nada a la gente, no contarle historias, porque eso implica un esfuerzo para el que no tienen el suficiente talento”. Samper Pizano aseguró en su momento a Revista Jet Set que muchas canciones, que ahora se multiplican por decenas en las emisoras “carecen de inspiración. Han abandonado el exigente género narrativo y optan por temas de amores fáciles y sin emoción. Se limitan a repetir palabras “bonitas”, metáforas gastadas, cantos vacuos al terruño, elogios del folclor y melodías planas”. Ante la pregunta ¿qué tanto limita la audiencia a los nuevos canta autores de vallenato? Samper responde tajantemente. “El público no decide. La gente escucha lo que los grandes productores le dan para escuchar”. El escritor hace referencia a la industria musical que en el último tiempo apuntó sus cañones a los ritmos combinados y las letras repetidas por considerarlas más digeribles para la masa. En su momento, el cantante Silvestre Dangond presentó su posición en esta polémica. “Coincido con Daniel en que se ha perdido un poco la esencia del vallenato. Hacemos muchos temas pensando solo en el dinero. En la época de la que él habla, las canciones las componían sin pensar en el negocio. Ahora en Colombia los compositores están atollados y se faltan al respeto los unos a los otros”, le dijo también a Jet Set. La posición de Pipe Peláez es diametralmente opuesta. “(…) Que el vallenato se está suicidando es pura paja, está más vivo que nunca. Yo he tenido la oportunidad de trabajar con grandes vallenateros como Diomedes Díaz, Jorge Oñate, etc. Conozco el vallenato de antes y lo valoro profundamente, pero como intérprete sé que tengo que evolucionar. Los mismos medios de comunicación se han encargado de sectorizar la composición vallenata”, afirmó. Para la Unesco, el vallenato, el que es digno de llamarse patrimonio inmaterial de la humanidad, interpreta el mundo a través de relatos en los que se combinan el realismo y la imaginación. Con letras alegres, sarcásticas y humorísticas. Según la organización, no todo el vallenato es patrimonio: el tradicional debe trascender a la historia. Y eso está en riesgo. Precisamente, lo que se busca la histórica declaratoria es que las nuevas generaciones no se pierdan del mágico valor de vallenato tradicional. Ese, que como explica Gossaín, cuenta historias en verso. Ese vallenato de los juglares, más ligado a la literatura que al ritmo.