Las Sagradas Escrituras, cuando hablan de éxito o abundancia, no solo se refieren a lo material, sino a una llenura espiritual que solo puede ser entregada por Dios.
Por ejemplo, en el evangelio de Mateo, capítulo 6 versículo 24, se dice: »Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciar a uno y amar al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas”.
Incluso el texto bíblico insta a los creyentes a no colocar su corazón en el dinero, tal y como lo asegura Salmos 62:10a: “Y aunque se multipliquen sus riquezas, no pongan el corazón en ellas”.
Lo anterior no quiere decir que la abundancia sea mala, sino que ‘enseñorearla’ es perjudicial, puesto que es Dios quien es el dueño del oro y de la plata (Hageo 2:8-10), y es Él quien bendice las obras de las manos de sus hijos.
“Abrirá el Señor para ti su buen tesoro, los cielos, para dar lluvia a tu tierra a su tiempo y para bendecir toda la obra de tu mano; y tú prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado. Y te pondrá el Señor a la cabeza y no a la cola, solo estarás encima y nunca estarás debajo, si escuchas los mandamientos del Señor tu Dios que te ordeno hoy, para que los guardes cuidadosamente”, precisa Deuteronomio 28:12-13.
El libro de Eclesiastés 5:19 también expresa la provisión de Dios: “Además, a quien Dios concede abundancia y riquezas, también concede comer de ellas, así como tomar su parte y disfrutar de sus afanes, pues esto es don de Dios”.
Oración que se debe rezar en la mañana para abrir las puertas de abundancia
El portal Unidos en Oración sugiere rezar en las mañanas de la siguiente manera; sin embargo, cada creyente puede elevar una personal según el deseo y la condición de su corazón:
“Amoroso Señor, las gracias quiero darte en este día por cada una de tus bendiciones, gracias por la vida que me regalas cada mañana, porque me permites gozar de una vida plena y llena de felicidad, sé que no siempre todo es alegría Padre, pero también sé con certeza que todo en mi vida tiene un propósito.
Gracias mi Señor por tu amor infinito, por tu gracia y tu luz, a diario me das motivos para sonreír y agradecerte, pero sobre todo, Padre, de todo lo que me has dado, no hay nada más valioso para mí que mi familia, estas personas que pusiste en mi vida, en mi camino y que llevan mi sangre, son las personas más valiosas para mí...
Amado Señor, no somos personas perfectas y sé que hemos fallado en distintas ocasiones, sé que no siempre hacemos las cosas como Tú quisieras, pero quiero que sepas, Padre bueno, que de nuestros errores aprendemos y que hoy intentamos ser mejores de lo que ayer fuimos. Por eso, en estos momentos me atrevo a acercarte a Ti, con un corazón contrito y esperanzado, a pedirte por favor, derrames tu abundancia y bendiciones en mi familia.
Estamos en un crecimiento constante, tanto físico como espiritual, y así como los alimentos nutren mi cuerpo, tu palabra nutre mi alma y eso me permite tener la mente más clara, me permite educar a mis hijos con amor, con paciencia, y aunque muchas veces me equivoco, Tú sabes Padre, que yo solo quiero lo mejor para ellos... Amén”.