En octubre de 2014, estaba al frente del gerente de una compañía de publicidad exterior, que en ese entonces facturaba miles de dólares mensuales. Se trataba de uno de esos “hombres exitosos” que inspiran desde posts motivacionales hasta películas taquilleras, de esos “ángeles inversionistas” que busca la gente como tesoros ancestrales, para que les “arreglen la vida” con sus inyecciones de capital. Él decía estar muy interesado en hacer inversiones para proyectos audiovisuales.
Siempre tuvimos nuestras diferencias y, tal vez por terquedad, inmadurez o dignidad, se las dejé ver, tanto que una vez tuvimos una discusión donde él se refirió a mi trabajo como escritor con un desdén indignante: “Ah claro, usted es el de las letricas”, dijo con ánimo de ofender. El hecho sólo aumentó mi rabia. Le respondí: ”A mí me respeta”…
Lo obvio pasó. Desde ese momento “el salvador de proyectos audiovisuales” no volvió a aparecer. Seguí mi camino, donde con inocencia pensé que ese desprecio era algo de muy pocos. Pero, con el transitar de los años, noté que era una triste generalidad en la industria audiovisual global. La gente que escribe es tratada con condescendencia. Te dicen que “tu trabajo vale mucho”, que “es muy difícil y muy importante”, pero a la hora de recibir una contribución económica justa por ello hay una multitud de peros. De la misma forma, el o la guionista casi siempre queda a la sombra de los rutilantes nombres en los créditos de una producción, si pudieran, estos talentos serían invisibles a la hora del reconocimiento.
Raphael Bob-Waksberg es célebre por crear la entrañable serie animada Bojack Horseman, serie que con humor desnuda muchas realidades de Hollywood. En la actualidad es el vocero del Sindicato de guionistas de Estados Unidos, conocido por sus siglas en Inglés WGA. En su discurso de entrada a la huelga, Waksberg dibujó la crítica situación: “La protesta de 2007 cambió todo y cambió nada para l@s guionistas, porque después vino el streaming”.
Ahora el negocio es gigantesco, pero l@s escritores (as) no perciben las ganancias porque lo acordado fue en DVDs, algo más que obsoleto en estos tiempos. Se pensó que l@s productores ejecutivos (as) iban a tomar la iniciativa de corregir ese rumbo pero no fue así, e igual se toleró ese irrespetuoso hecho. La gente siguió escribiendo con amor las historias y por amor a las historias, mientras se redujo el tiempo de contratación y el número de guionistas por cada writers room o mesa de escritores. De igual forma, aumentó la intensidad de trabajo, todo esto con absurdas cláusulas de exclusividad que rayan el terreno de lo ilegal. Además, la reclamación de aumentos salariales superó los 600 millones de dólares entre todo el gremio, por eso se entró en una infructuosa etapa de negociación con los productores, es decir, con la AMPTP (Alliance of Motion Picture and Television Producers).
El 2 de mayo, se anunció el inicio de la huelga de guionistas, esta vez con una especie de antagónico dentro de esta historia: “La inteligencia artificial”. Porque algunos de es@s productores (as) ya piensan en la posibilidad de utilizarla para sus entregas. Con sinceridad, espero que este no sea el inicio de una oscura era donde la creatividad es dictada por robots sin alma. Esto solo se sabrá al final de este capítulo de la lucha de Lxs Invisibles por honrar y hacer respetar su tiempo al frente de un teclado.
Epílogo latino
Me gustaría decir que en Latinoamérica la situación es mejor, pero creo que es mucho peor. Aquí el trabajo es precario, demasiado informal, arcaico, escaso, y las ofertas son casi limitadas a un puñado de escritores (as), que tienen la bendición de ser parte del círculo cercano de los poderosos productores ejecutivos locales. Aquí reina el nepotismo en su máxima expresión, el espacio para los nuevos talentos es mezquino y hablar de regalías es un drama gigante, un secreto que poca gente se atreve a tocar porque les produce temor que se les cierren las puertas, por cuenta de silenciosos pero famosos vetos que se dan en las grandes productoras o en los canales privados, sobre todo en Colombia, mi país natal.
Sin embargo, hoy yo me atrevo a decirlo, a tomar una postura clara con este tema: en este sufrido pero talentoso continente, también existen Lxs Invisibles, esos y esas que si deciden parar, también detienen las producciones; esas escritoras y escritores que lo dan todo, a veces por muy poco o nada.
Mi mensaje de apoyo a la huelga de guionistas norteamericanos es total, no lo niego; me encantaría que llegue a Latinoamérica, con el fin de que much@s productores y productoras, salvo algunas excepciones, que juran en su inmenso ego que las historias se escriben solas, respeten el talento de esta tierra. Hoy levanto mi voz de protesta contra la explotación creativa en esta región, la creciente ausencia de oportunidades, la constante negación de dar espacio o crédito a nuevos escritores. Desde Colombia me uno simbólica pero activamente a la “Revolución de lxs invisibles”, porque esto que está pasando puede definir el futuro de la escritura audiovisual mundial, y es imposible hacerse el de la vista gorda.
PD: Tiempo después, el “genio de los negocios” quiso que me integrara cómo líder en un proyecto, porque me consideraba “un p#tas de la creatividad”. Estaba en otra cosa y no acepté su amable e inesperado ofrecimiento.
*Escritor colombiano, especializado en terror y misterio latinoamericano.