El 13 de diciembre de 2010, Fidel Castro le envió a su amigo Gabriel García Márquez una copia del libro La victoria estratégica, en el que narra cómo su grupo de 300 guerrilleros derrocó en solo dos meses y medio a los 10.000 militares del régimen de Fulgencio Batista. Por esos días, un brote de cólera azotaba a Haití y un equipo enviado por el gobierno cubano estaba dedicado a atender el caso. La misión consumía el tiempo de Fidel, quien los dirigía y les pedía cuentas desde la distancia. Sin embargo, el comandante había sacado un espacio de su apretada agenda para leer Yo no vengo a decir un discurso, un compendio con las mejores alocuciones del nobel.Así se lo hizo saber a Gabo en la dedicatoria que escribió con su puño y letra en la primera página del libro enviado: “Esclavizado por otras obligaciones, abandoné el deber y me puse a leer. Te echaba de menos en tus historias. Dedico el tiempo, en parte, a la epidemia en Haití, que es realmente dura. Me hizo recordar ‘El amor en los tiempos del cólera’. Sugiero que sigas hurgando en tus papeles, visitando a Cuba y obsequiando a tus amigos”.El ejemplar permaneció por seis años en la biblioteca personal del nobel, pero desde el mes pasado está disponible para consulta en el Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas. Esa entidad, que desde 2014 guarda el archivo personal del escritor por decisión de su familia, acaba de adquirir 180 libros que políticos, escritores, admiradores y amigos les regalaron a Gabo y a Mercedes Barcha, su esposa, a lo largo de varios años. La mayoría de ellos tienen dedicatorias y están autografiados, y 15 incluyen anotaciones del colombiano.“Estos libros que él leyó y admiró nos dan una visión de los personajes y las historias que habitaban su propia imaginación. Además lo ubican en un momento histórico más amplio y muestran cómo era la relación de amistad y, algunas veces, de rivalidad creativa que caracterizó sus interacciones con amigos y colegas”, le dijo a SEMANA Steve Ennis, director del centro.Algunos son verdaderas joyas. Además de La victoria estratégica, hay una copia de La historia me absolverá, que Fidel Castro le envió a Mercedes en 1977. Dentro de ese libro los investigadores encontraron un pañuelo marcado con el nombre del líder cubano. También hay un ejemplar en español de la biografía oficial de Bill Clinton (Mi vida), firmado por el expresidente de Estados Unidos con un mensaje para el premio nobel: “Para mi amigo Gabriel García Márquez con agradecimiento por tu vida, tu inspiración y tu amabilidad conmigo”. Incluso, hay varios del escritor Mario Vargas Llosa, con quien Gabo peleó en 1976. Uno de ellos es Historia de un deicidio, en el que el peruano analiza Cien años de soledad, y otro es La casa verde, con un mensaje para “los gabos y los gabitos”.Amy Brown, la bibliotecaria que los catalogó dice que lo más llamativo de la colección es la gran cantidad de personajes (más de 40) que les enviaban ejemplares al escritor y su familia. Dentro de los nombres más destacados están el fotógrafo australiano Helmut Newton, la ex secretaria de Estado Madeleine Albright, el filósofo francés Régis Debray y escritores como Milan Kundera, Isabel Allende, Carlos Fuentes, Juan Rulfo –quien le envió una copia de Pedro Páramo, uno de los favoritos de Gabo– y Julio Cortázar. También hay libros firmados por otros premios nobel de literatura como Toni Morrison, Orhan Pamuk, Pablo Neruda, José Saramago o J. M. Coetzee.En la mayoría de los mensajes se puede ver la admiración que García Márquez causaba en todos ellos. “Una fascinación que se dio a partir de ‘Cien años de soledad’. Ese libro fue un fenómeno universal y muchos de quienes lo leyeron se sintieron cercanos a él. Se creó una familiaridad afectuosa y Gabo entró a una dimensión en la que pocos han ingresado”, explica el escritor Juan Gustavo Cobo, conocedor de la obra del nobel. Una admiración que se extendía hacia Mercedes Barcha, pues muchos de los libros y de los mensajes iban dedicados a ella.Para Conrado Zuluaga, otro estudioso de la obra de García Márquez, “ él y Mercedes eran una pareja muy popular, uno no los puede separar. Cuando vivieron en Barcelona estuvieron en contacto con un montón de gente y se hicieron muy conocidos. Gabo era el escritor, pero ella era la guardiana de toda su obra y de su vida”. Por eso, no es extraño que, así como hizo Fidel Castro, Julio Cortázar le enviara a ella exclusivamente una copia de Rayuela con una dedicatoria: “Para Mercedes, que me salva de monstruos pegajosos en los cocteles y que –ojalá– me quiera como yo la quiero”. Ni que varios de los escritores, como Neruda, Saramago, Vargas Llosa o Rulfo, la incluyeran en las dedicatorias al mismo nivel que Gabo.Otro personaje que aparece frecuentemente en esta nueva adquisición de la Universidad de Texas es Álvaro Mutis. El escritor bogotano es quien más libros dedicados envió a la casa de los García Barcha, lo que lo convierte en uno de los autores más frecuentes en la biblioteca del nobel. Para los ‘gabólogos’ esto no solo demuestra la gran amistad que unió a ambos escritores a lo largo de su vida, sino también la influencia que el creador de Ilona llega con la lluvia ejerció en el nacido en Aracataca. De hecho, para Cobo, muchas obras de Gabo –especialmente en El general en su laberinto– reflejan el escepticismo de Mutis sobre el destino humano y las gestas históricas.Y aunque muchos académicos ya han estudiado la obra del escritor colombiano y sus influencias, al adquirir los 180 libros el Centro Harry Ransom facilitará ese tipo de análisis, pues cualquier persona puede visitar el archivo. Esa entidad, además, tiene una de las colecciones literarias más importantes del mundo, que incluye a autores como Ernest Hemingway, Jorge Luis Borges y William Faulkner. Esa experiencia fue clave para que la familia de Gabo decidiera entregarles el archivo personal del escritor. Estos nuevos ejemplares, de hecho, se unen a tesoros que ya reposan en ese lugar como el manuscrito definitivo de Cien años de soledad y el documento de En agosto nos vemos, una novela en la que el escritor trabajó en sus últimos años, pero nunca publicó.Además, aunque los nuevos libros no están disponibles en versión digital debido a restricciones por derechos de autor, las portadas y las dedicatorias de algunos de ellos sí se pueden consultar en la página web de la entidad, así como algunos de los documentos de la colección. Según la bibliotecaria Brown, el centro actualmente adelanta un proyecto para digitalizar más de 24.000 páginas del archivo personal de Gabriel García Márquez. Si todo sale bien, en diciembre de 2017 varios manuscritos, cuadernos, álbumes de recortes y fotografías que abarcan un periodo de 63 años (de 1950 a 2013) estarán disponibles online.De esa forma, será mucho más fácil acceder y entender la obra de Gabo. Sobre todo para las nuevas generaciones, pues como dice su gran amigo Plinio Apuleyo Mendoza, “guardar y preservar sus manuscritos, sus documentos personales y los libros de su biblioteca es un deber para con la posteridad”. 

 Fidel Castró le envió este ejemplar de ‘La historia me absolverá’ a Mercedes, “esposa heroica de un escritor brillante”. 

 En esta dedicatoria Vargas Llosa escribe a Gabo y Mercedes: “Un abrazo de un victimario y víctima”. 

Bill Clinton conoció a Gabo en una reunión en la casa del novelista William Styron en 1994. Fueron muy amigos.  

Este ejemplar de ‘Rayuela’ fue un regalo de Julio Cortázar a Mercedes Barcha. El argentino era muy buen amigo de la pareja.  

‘Pedro Páramo’, de Juan Rulfo, deslumbró a García Márquez y le mostró un camino para continuar con sus libros.

El checo Milan Kundera era un gran admirador de ‘Cien años de soledad’.  Conoció a Gabo en el otoño de 1968.

Las dedicatorias de Carlos Fuentes están acompañadas de dibujos de Gabo y autoretrato.