Desde su construcción, en 1946, los columbarios del Cementerio Central de Bogotá han dado de qué hablar. Allá fueron a parar los cuerpos de los muertos del Bogotazo, según registran sus deudos y las fotografías de Lunga y de Sady González.Por eso “hay que preservarla porque es testimonio a favor de la paz, la convivencia y la reconciliación”. Si bien la Alcaldía dice no tener planos de este proyecto, Auras anónimas sigue en vilo.Desde entonces, la carga simbólica de los cuatro pabellones fúnebres que aún quedan, y que alojan 8.957 tumbas vacías, es muy grande, así como su vínculo con la historia de la violencia del país. Y cada vez que la Alcaldía quiere intervenirlos o derribarlos surge la resistencia y, sobre todo, un llamado a respetar la memoria histórica.Puede leer: Fragmentos de memoriaEn 2000 el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, planeaba derrumbar los columbarios, declarados monumento nacional en 1984, para convertir el terreno en un campo de fútbol. Cuando la artista Beatriz González lo supo, se opuso junto con Doris Salcedo y esta última propuso un proyecto artístico para salvaguardarlos. La iniciativa fue perdiendo fuerza, pero resurgió en 2009 cuando el Distrito contrató a González para plasmar una obra de arte en las estructuras. Así nació Auras anónimas, 8.957 serigrafías impresas sobre las tumbas, que representan a hombres cargando cadáveres, imagen recurrente en las fotos del conflicto.
La artista diseñó ocho modelos de cargueros, inspirados en fotos reales, para imprimir en las lápidas. En el siglo XIX, transportaban gente a través de terrenos difíciles, En la obra de González cargan víctimas. Ahora, la segunda alcaldía de Enrique Peñalosa planea retirar las bóvedas. González se opone y encontró en el arte, una vez más, la manera de hacerlo: expondrá –del 17 de agosto al 1 de octubre– en la Procuraduría General de la Nación notas de prensa que inspiraron la obra, dibujos y lápidas que sirvieron de modelo, fotografías y el plano que presentó en 2007 a la Alcaldía. Algo inédito en el país, pues es la primera vez, en 187 años de historia, que el Ministerio Público aloja una exposición.El gran debate comenzó esta semana cuando la artista aseguró que la alcaldía de Peñalosa cambió el estado de protección de la zona con el fin de tumbar las estructuras y construir allí, incluso, una cafetería. La Alcaldía, por su parte, asegura que no destruirá los columbarios, que técnicamente son la estructura, pero que sí retirará las tumbas (donde están las serigrafías de González). Al respecto, Mauricio Uribe, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), dice que la obra busca restaurar la estructura y hacerla más atractiva para la comunidad, pues los columbarios están en muy mal estado. El plan incluye arreglar la arborización, construir un auditorio y salas de lectura y hasta vender flores en ese espacio. Todo, según Uribe, con el ánimo de que el lugar preserve su simbología.Le sugerimos: Presidentes arte y ritos la vida delCementerio CentralLos defensores de la memoria histórica en el país tienen una postura distinta. Para Luis Manjarrés, curador del Museo de Memoria Histórica de Colombia, “tumbar las bóvedas es impedir que el arte siga cumpliendo su tarea de permitir el duelo y resignificar a las víctimas”. Como él, Óscar Calvo, un académico que estudia el Cementerio Central, cree que quitar la obra implica un distanciamiento social de la muerte y del conflicto, una forma de expresar, desde la ciudad, que el duelo no tiene lugar.La discusión en torno a este lugar y, sobre todo, a la remoción de la obra de González es tan espinosa y coyuntural que hasta el propio procurador se pronunció. Fernando Carrillo dice que Auras anónimas es la reiteración de que los derechos de las víctimas y la memoria de quienes desaparecieron por cuenta de la violencia siempre tienen que estar presentes. Por eso “hay que preservarla porque es testimonio a favor de la paz, la convivencia y la reconciliación”. Si bien la Alcaldía dice no tener planos de este proyecto, Auras anónimas sigue en vilo.Estas son algunas fotos de la exposición en la Procuradoría:
Foto Santiago Ramírez
Foto Santiago Ramírez
Foto Santiago Ramírez