"Muchos creen que en Colombia el cine nació hace unos años con la Ley del cine o con Focine. Sin embargo, la historia del cine nacional es tan rica y tan amplia, como triste y compleja, y en entender lo que nos ha sucedido, lo que hemos logrado, lo que fuimos comparativamente en las mismas épocas con respecto a otras cinematografías latinoamericanas e incluso industriales, está la clave para poder recorrer un camino en el cual esquivar con mayor inteligencia los problemas que con seguridad vienen". Así resume el pasado del cine silente colombiano el crítico y fundador de Laboratorios Black Velvet, Jaime Manrique. Quizá en sus palabras estén muchas de las claves para comprender que aunque Colombia nunca ha sido una potencia fílmica sí cuenta con una rica historia que comenzó en los años 20 gracias al genio de los hermanos Acevedo y Di Domenico. La memoria del cine nacional tiene varias actas de nacimiento: en 1919 los hermanos Di Domenico proyectaron una suerte de documental sobre la coronación de la Virgen de Chiquinquirá, cuyo éxito les hizo pensar en la posible creación de una fábrica de películas nacionales.Pero no sería sino en 1922 cuando se proyectó el primer largometraje de ficción colombiano. Se trató de la adaptación de María, de Jorge Isaacs, dirigida por Máximo Calvo y Alfredo del Diestro. Sin embargo, para muchos, el largometraje La tragedia del silencio, realizado en 1924 por Arturo Vallarino, supone el primer hito del cine nacional. De ahí en adelante directores como Arturo Acevedo, con Bajo el cielo antioqueño, de 1925, o Alma provinciana, de Félix Rodríguez, se constituyen en pruebas de una producción olvidada por muchos, pero hoy recuperada gracias a la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. Hace dos semanas se lanzó un estuche de 10 DVD que recuperan algunas de estas películas, para tratar de acercar más al público a la historia del cine colombiano. En general, estos largometrajes y documentales dan cuenta de un país aún rural, cuyas tramas obedecían a preocupaciones de talante costumbrista. Para David Melo, director de cinematografía del Ministerio de Cultura, "esta colección, más allá de la ingenuidad técnica o estética de las películas, nos revela a creadores realmente valientes que contra viento y marea sentaron las bases de lo que somos hoy".