“Lo que los estudios tratan de hacer básicamente es convertir nuestro trabajo en un trabajo por encargo, y hacer imposible para los escritores tener una carrera”, afirmó Sarah Fischer, presente en un piquete de huelguistas frente a Warner Bros.

Cansados de que su trabajo se haga más precario en la era del streaming, detrás de las luminarias de Hollywood los escritores de cine y televisión fueron a huelga por la “crisis existencial” de una fábrica de sueños que maltrata a la fuente de sus historias.

Luego de 10 años trabajando como asistente, en especial en grandes series de Marvel como Agents of S.H.I.E.L.D., esta mujer en sus treinta acaba de ser admitida en el sindicato Writers Guild of America (WGA).

La organización, que representa a unos 11.500 escritores del sector, viene de iniciar esta semana una huelga no vista desde hace 15 años, luego de que fracasaran los diálogos con estudios de Hollywood y servicios de streaming para un mejor pago y mejores condiciones.

Fischer busca empleo desde noviembre y se angustia porque sus ahorros “están disminuyendo rápidamente”. Y su caso está lejos de ser el único.

El modelo tradicional de la televisión en el que los guionistas eran contratados para trabajar en series compuestas de una veintena de episodios por temporada, permitiéndoles trabajar buena parte del año, sufrió un vuelco con la irrupción de las plataformas de streaming, con Netflix a la cabeza.

Ahora las temporadas pueden ser de solo seis a ocho capítulos, por lo que el trabajo es más escaso y los equipos de guionistas más y más reducidos.

“Tengo amigos que vienen de terminar programas exitosos y que literalmente están manejando Uber o paseando perros (...), solo para llegar a fin de mes”, cuenta Fischer.

Fuente de derechos de autor

La profesión siempre se ha enfrentado a la naturaleza intermitente de las producciones de Hollywood. Pero ahora “ya no es una carrera sostenible”, afirma Brittani Nichols, de 34 años. Esta escritora de la exitosa serie Abbott Elementary denuncia el descarrilamiento de los derechos de autor llamados “residuales”, que se suman los salarios de los guionistas por cada reutilización de la obra.

Si bien estos pueden ser muy altos para los shows que se emiten en televisión tradicional impulsada por publicidad, son muy bajos cuando una serie se difunde por medio de plataformas de ‘streaming’ que no comparten cifras de su audiencia.

Así, el colchón financiero que permitía a los guionistas atravesar los periodos inactivos casi ha desaparecido, explica Nichols.

La protagonista y creadora de de Abbott Elementary, Quintan Brunson, se ha solidarizado con sus colegas escritores. Y Cynthia Nixon ha hecho parte activa de las protestas.

Luego de diez años en este oficio los sobres verdes que recibe por la utilización de sus obras en plataformas de streaming tienen sumas ridículas. “Es casi nada. Tal vez puedo comprar un pedazo de pizza”, lamenta. Antes de su éxito con su trabajo para televisión, esta afroamericana “apenas podía pagar el alquiler” de 3.900 dólares por un apartamento en Los Ángeles, donde el precio de los arriendos es exorbitante.

“Todos los programas en los que trabajaba me empleaban por seis, ocho, diez semanas, Y eso no da para sostenerse un año entero en LA”, asegura.

El mínimo para un “escritor de la plantilla”, del rango más bajo, es de 4.500 dólares por semana. Pero muchos guionistas consultados por la AFP no llegan a sumar sino algunas semanas de trabajo por año. Y todos subrayan que con los costos ocultos de su oficio, como ser el agente, el administrador, el abogado y los impuestos, la mitad de ese dinero vuela.

Con la llegada del streaming el oficio se ha vuelto más precario. Según cifras de la WGA, casi la mitad de los escritores de televisión recibieron el mínimo sindical en 2022, contra solo un tercio en 2014.

La tecnología contamina a Hollywood

Incluso los más experimentados sienten la presión financiera. Algunos como Adam Pava dicen que Hollywood fue contaminado por la cultura de Silicon Valley, hogar de Netflix y de Uber.

Con 48 años, recientemente Pava tuvo que negociar duramente con un estudio que le proponía un contrato inferior en 150.000 dólares a la suma percibida por su última película. La regla no escrita de que la remuneración de un guionista no disminuye con el tiempo, ya no existe.

El vuelco del streaming ha hecho que “los ejecutivos se inspiren más en costumbres del mundo de la tecnología que del viejo mundo de Hollywood”, lamenta. “En el pasado, la misión de los estudios era hacer grandes películas. Hoy buscan calmar a los accionistas”.

Los escritores están enfurecidos con las directivas de los estudios que culpan a Wall Street de presionar por mayor rentabilidad, suprimiendo puestos de trabajo -en Disney unos 7.000 empleos están por desaparecer-.

“Son tiempos duros, (...) pero todo es el fruto de la avidez de la industria”, denuncia Danielle Sanchez-Witzel de la WGA, al recordar que las demandas del sindicato representan solo el “2% de los beneficios” de los estudios. “Solo exigimos nuestra parte de lo que creamos.”