SEMANA: ¿De dónde sale Mi bestia, esta historia con tintes apocalípticos?
Camila Beltrán: Mi bestia sale de los recuerdos, los recuerdos de una atmósfera. Yo crecí en los años noventa en Bogotá y la película nace sobre todo del recuerdo de una profecía que señalaba que el diablo iba a nacer un día específico a una hora específica. Yo estaba creciendo en ese momento, y ese clima que creó esta profecía más los cortes de luz y, en general, la Bogotá de ese momento ambientan la película. Todo está creado a escala de una niña de 13 años que debe crecer en una ciudad hostil, en donde siempre los medios hablan de que hay mucho peligro. En este mundo hostil crece una niña que se llama Mila y que está empezando su transformación, dejando la infancia y pasando a la adolescencia.
SEMANA: ¿Cómo fue el proceso de creación de esta película?
C.B.: Empecé a escribir hace siete años, pero en medio de este proceso he hecho otros cortos. Todo comenzó con el recuerdo de esta profecía. Luego comencé a narrar esa historia que empezó a tener, poco a poco, toques sobre el lado del género de lo fantástico y un poco apocalíptico también. Todo eso busca contar el crecimiento y la manera como se empiezan a despertar los sentidos, el cuerpo, la sexualidad, y cómo eso puede también verse atravesado por un contexto específico. En este caso, el contexto de la Bogotá de la época y esta profecía.
SEMANA: La película se mueve en un género poco explorado en Colombia. ¿Es fácil producir películas en el país que se salgan del humor y lo tradicional?
C.B.: Siempre avancé con la convicción de que la película era más que una historia, que era, además, un objeto que debía tener todos los elementos coherentes, desde también todo lo que pensamos que no se ve en la pantalla. Es decir, la manera como haces el casting, la manera como preparas en los lugares… Entonces, poco a poco, las respuestas se fueron dando y la película se fue mostrando. Fue un descubrimiento y un aprendizaje también para mí. Yo no tenía en ningún momento desde el inicio la claridad de hacer una película de género. Lo que trataba era de mostrar una época y sobre todo la época antes de internet. Eso es algo que para mí es muy importante: saber cómo hoy en día podemos percibir ese momento en el que la televisión estaba muy presente y esas imágenes nos llenaban completamente. Y eso sucede justo cuando Mila crece y se imagina cómo va a ser su adultez en la sociedad. Todas estas imágenes de los medios tienen mucha influencia, y en el caso de ella son determinantes para que busque también una alternativa.
SEMANA: Usted ideó una película con una protagonista adolescente y mujer. ¿Cómo la ve?
C.B.: A través del colegio también pasan determinadas maneras de entender a la mujer. La religión tiene un papel muy presente, pero también las telenovelas, por ejemplo, que es algo con lo que crecimos en Colombia y fuimos muy fuertemente influenciados. Esas historias marcaron la visión de las mujeres, sobre todo frente al rol que tenemos que cumplir cuando crecemos. Entonces, la película abarca todo eso para encontrar un lugar donde ella pueda abrirse y hallar un empoderamiento y vencer esa especie de opresión. En la película también está lo relacionado con los humedales y es lo que tiene que ver con su contacto con la naturaleza y con lo salvaje. Y es ahí donde ella empieza a encontrar respuestas.
SEMANA: ¿Cómo es Mila, el personaje central de Mi bestia?
C.B.: Es una niña muy solitaria que está teniendo sus primeros sentimientos de deseo y también de atracción. Pero que, al mismo tiempo, empieza a entender a través del personaje de Dora que el mundo es duro y que existen cuestiones de abuso, que la sociedad es difícil e injusta. Al mismo tiempo, ve cómo la mirada de los hombres cambia frente a ella y eso empieza a atravesarla de una forma muy perturbadora.
SEMANA: ¿Cómo fue trabajar con una actriz no profesional como protagonista?
C.B.: Fue superbonito. La verdad, aprendí muchísimo de ella. Hicimos un trabajo más allá de hacer concretamente un entrenamiento de actores, en el que se le enseña, entre comillas, a actuar. Era más bien un trabajo de acercamiento humano, de hablar, de hacerla entender la época, de comprender con ella qué estaba justamente atravesando en ese momento a los 13 años. De contarle cosas de lo que estaba en la película y a su escala también poderlo entender. Por ejemplo, la mirada de los hombres, el surgir del deseo, y todo eso fue muy rico. Gracias al apoyo de Catalina Arroyave, que fue la entrenadora de actores, hicimos momentos de diálogo en los que discutimos no solo de la película, sino también de lo que es ser mujer. Fue un trabajo muy rico. Ya luego, concretamente, podría decir que ella es una niña que tiene un magnetismo muy fuerte. Su presencia ya es muy fuerte. No se trata de que ella tenga talento para aprenderse cosas de memoria, es decir, diálogos, porque es un personaje muy callado, sino también es solamente cómo transmitir mucho con la mirada, con gestos muy sutiles. Ese fue el trabajo con ella.
SEMANA: ¿Y cómo fue trabajar con Marcela Mar, tremenda actriz con tanta experiencia?
C.B.: Eso también fue muy lindo. Yo consideraba que dentro de los mundos que plantea la película estaba el de Mila, un mundo de descubrimiento, muy fuerte de un personaje muy magnético. Pero estaba también el mundo racional, encarnado por Marcela y por el padrastro. Entonces, ella entendió muy claramente el proyecto. De hecho, no solamente fue actriz, sino que nos apoyó con la coproducción. Dentro del set hizo que las chicas aprendieran mucho, y ella también aprendió de ellas. Fue un encuentro de mundos. Muchas veces uno cree que esos mundos no se van a encontrar, y aquí sí se encontraron.
SEMANA: La película trata un tema muy fuerte de empoderamiento de la mujer. ¿Por qué era importante para usted resaltarlo?
C.B.: La película habla mucho de lo que es crecer siendo mujer. Para mí, a pesar de que la película hace evidentes muchas situaciones complicadas, era muy importante que el personaje principal no se quedara como víctima. En este sentido, lo fantástico y lo salvaje, y cómo ella conecta con eso de una forma metafórica, hace que ella pueda salir y que pueda proponer algo. No quedarse en el hecho de que las cosas pasen, sino también ser activa y rechazar ese mundo al que no quiere pertenecer.
SEMANA: ¿Cómo fue la experiencia de estar en Cannes?
C.B.: Para mí, fue una experiencia muy intensa. Nunca pensé que la película pudiera estar ahí y lo más lindo fue estar en la sección paralela del ACID Cannes, una sección programada por cineastas y por un grupo de personas que le tuvieron mucho amor a la película por sus apuestas, por su densidad. En cierta forma, esta es una película que tiene muchas capas y fue muy gratificante para mí encontrar una familia dentro de Cannes. Es un lugar donde hay tanto cine, donde hay tanta historia. Aunque vivo en Francia, era la primera vez que yo iba, de hecho, a esa zona de este país. No la conocía. Tengo un recuerdo muy lindo. Pude ir a ver la última película de Francis Ford Coppola en Premiere, algo que jamás hubiera pensado que me iba a pasar en la vida. Entonces, fue realmente maravilloso.
SEMANA: ¿Qué reconocimientos ha tenido la película?
C.B.: En Cannes estuvimos en una sección que no era competitiva. Éramos la única película colombiana y nos invitaron a subir a la alfombra roja, cosa que no hacen generalmente con las secciones paralelas. Entonces, ahí sentí un reconocimiento y fue muy emocionante. Ahora, en el Festival de Sitges, de Cataluña, ganamos el premio a la mejor película latinoamericana.
SEMANA: ¿Qué les diría a los colombianos que este fin de semana se acercan a las salas de cine?
C.B.: Les diría que los invito a ver una película diferente, que habla de un tema que no se ha tocado nunca en el cine colombiano, que lo aborda de una forma novedosa, con apuestas en la imagen, también con una apuesta generacional muy fuerte, porque pueden encontrar la música también de los noventa. Tenemos una canción de las Almas en la banda sonora, también del grupo Odio a Botero.