Aunque existen siete arcángeles, no es un secreto que el más importante es San Miguel. Su rol protagónico se lo ganó por las misiones que llevó a cabo en honor a Dios y sus feligreses.
San Miguel es catalogado como uno de los guerreros más importantes del reino de Dios. Su nombre aparece en cinco ocasiones en la Biblia, concretamente en los libros de Daniel, la epístola de Judas y en el Apocalipsis.
La sagrada escritura indica que cuando la fuerza del mal se quiera acercar al cielo, el arcángel será el responsable de combatir contra Satanás y destruir al anticristo, del mismo modo que hizo en el pasado contra Lucifer.
Sobre ese asunto, él es reconocido como el capitán de las tropas de Dios, el jefe de la milicia celestial; por lo que el resto de ángeles lo siguen por la confianza que se le ha encomendado para la batalla. San Miguel es la muestra de la voluntad del Señor.
Cuando Satanás se revolucionó y quiso ser más grande que Dios, se le dio origen a la división del planeta. Aleteia explica bajo la dirección de San Miguel, el resto de ángeles decidieron mantener la fidelidad a Dios y le hicieron frente a las fuerzas opositoras.
El arcángel se ha aparecido en distintas ocasiones a aquellos que se encuentran en estado de necesidad y lo han invocando pidiendo su ayuda. Por ejemplo, cuando Juana de Arco necesitó ayuda para lograr su cometido, el ángel apareció para brindarle el apoyo necesario.
Pedir apoyo está a disposición de los feligreses, por lo que encomendar las oraciones en su divina mano permite dar la paz espiritual y el apoyo necesario para superar las vicisitudes.
Una oración para invocarlo es: “Ábranse los cielos y alégrense con él los ángeles. Recibe a tu siervo, en su Reino. Recíbale san Miguel, arcángel de Dios, que mereció ser príncipe de la milicia celeste. San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio. Se nuestra ayuda, te rogamos suplicantes. ¡Que el Señor nos lo conceda! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la perdición de las almas”.
Por otro lado, San Miguel no es sólo el jefe del ejército de Dios, sino que su poder es más amplio del esperado y cubre muchos roles diferentes. Desde la antigüedad, la Iglesia cree en las habilidades curativas del arcángel asociadas con la protección que le otorga a las personas.
Una particularidad de este arcángel radica en ser el guardián del Purgatorio y ser quien sostiene el libro de la vida. Aquella responsabilidad le permite ser el alma de cada creyente.
Otra oración en honor a San Miguel es: “San Miguel Arcángel, yo me consagro a ti. Me pongo a mí mismo, a mi familia y a todo lo que me pertenece, bajo tu poderosa protección. Acrecienta el fervor en mi corazón y recuerda que, desde este día, yo estoy bajo tu amparo. Obtén para mi gracia de amar con todo mi corazón a Dios, Mi Padre, a Jesús, mi Salvador; al Espíritu Santo, mi Santificador, y a María, mi dulce Madre. Amén”.