Título original: Dabba (The Lunchbox) País: India Año: 2013 Director: Ritesh Batra Guion: Ritesh Batra Actores: Nimrat Kaur, Irrfan Khan Duración: 104 min Los sabores del amor comienza con una secuencia caótica y exótica, llamativa en su de-sorden y en su textura documental. Es un vistazo al peculiar oficio de los dabbawalas, unos hombres vestidos de blanco que recorren Mumbai, en la India, llevando carteritas alargadas, metiéndolas en grandes bandejas, paseándolas en trenes, bicicletas y motos hasta llevarlas a su destino. Lo que llevan las carteras son pequeñas torres-lonchera que repiten el trayecto de sus dueños, de las casas a las oficinas, para que puedan conectarse, en su hora de almuerzo, con los nutrientes del hogar. Si bien la película comienza con este oficio, que se ve tan extraño, lo que examina no es a estos pintorescos intermediarios sino a la relación que se genera entre los dos extremos de una transacción errada: de un lado está Ila (Nimrat Kaur), una mujer casada pero infeliz, y del otro Saajan Fernandes (Irrfan Khan), un viudo solitario a un mes de jubilarse que recibe la lonchera que Ila le mandó a su esposo.
Uno de los atractivos de la película, además de su exotismo, es el homenaje que le hace a la comida casera. Cuando recibe la lonchera errada por primera vez, Fernandes la abre y desbarata y huele cada uno de los pisos con el ceño fruncido, en un gesto que puede comprender cualquiera que haya visto llegar —olido llegar, mejor— un plato de exquisiteces. Es una película sobre los vínculos que puede generar la cocina, una confirmación de aquel dicho anticuado de que “al corazón del hombre se llega por el estómago”, aunque sin poner el énfasis en la cocción: no se muestra ninguna receta de principio a fin ni se mencionan los secretos de los platos ni se dan consejos para cocinar delicioso. A través de la lonchera, estos dos solitarios establecen una relación epistolar. Ella le manda cartas dobladas entre unos panes delgados, redondos y flexibles que él responde cuando devuelve los utensilios, secamente al principio (“estaba muy salado”, dice tersamente una de sus notas) y luego cada vez con más detalles sobre su vida, sus esperanzas y sentimientos. Pero las cartas, que son un elemento fundamental, resultan extrañamente neutras y formales. No hay mayor poesía acá y como resultado el acercamiento entre estos dos da a entender las dimensiones de sus soledades. No importa que estén en medio de un entorno vibrante y colorido, igual, el más mínimo contacto humano, puede encender una felicidad que se creía perdida. La película transcurre en los dos universos que se tocan solo en la lonchera. En el de él, están sus labores de oficina, su inminente jubilación y la llegada del joven simpático y huérfano que lo reemplazará en sus labores. En el de ella, está el aburrimiento cotidiano, un marido ocupado que ni la mira a los ojos y una hija de ojos grandes. Las loncheras llenas le dan un vuelco al mundo de él, son un recordatorio de cómo se siente tener un hogar habitado, y cuando regresan vacías le dan un vuelco al mundo de ella, abriéndole la posibilidad de sentirse apreciada por algo. Cartelera **** Excelente ***½ Muy buena *** Buena **½ Aceptable ** Regular * Mala Love punch ** ½ El carisma de Julia Thompson y Pierce Brosnan ayuda a hacer llevable esta comedia rebuscada y poco creíble de recasamiento. Guardianes de la galaxia *** Película de ciencia ficción, basada en héroes del universo Marvel, con grandes explosiones y momentos conmovedores. Ocho apellidos vascos ** Comedia romántica española llena de estereotipos regionales que sigue el encuentro entre un chico andaluz y una chica vasca. La hija del pocero *** Película que idealiza una Francia tradicional donde una muchacha embarazada y soltera era una deshonra para la familia.