En el corazón de las regiones afectadas por el conflicto en Colombia tiene lugar una sinfonía de cambio. A la escuela San Agustín, en la vereda del mismo nombre sobre el río Gualajo, a cuatro horas en lancha de Tumaco, en el Pacífico nariñense, llegaron los instrumentos musicales de Sonidos para la Construcción de Paz, que está transformando vidas y comunidades a través del poder de la música y las artes.
Bombos, cununos, marimbas, guitarras, guasás, un bajo eléctrico y una tambora andina conforman el paquete de 34 instrumentos que recibieron los estudiantes en una calle de honor. “Lo más increíble es que hay grupos armados y nos preguntaron a qué íbamos”, recuerda José Giraldo, asesor del área misional, artística y de formación del programa.
Giraldo les explicó que iba a hablar de formación musical para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de la vereda, a lo que los hombres armados le respondieron que ninguno de ellos iba a ser músico. “Pero van a ser buenas personas”, les dijo. Para el recibimiento en la escuela tenían preparado un concierto y con marimba, guasás y tambores hechos con latas interpretaron un currulao.
Sonidos para la Construcción de Paz fue lanzado en octubre del año pasado, entre el Ministerio de las Culturas y el Ministerio de Educación. En pocos meses, haciendo presencia en los 32 departamentos del país, ofreciendo procesos de formación artística en 687 municipios históricamente marginados, víctimas del conflicto y olvidados por las agencias gubernamentales durante mucho tiempo, el programa se convirtió en una fuente de esperanza .
Numerosas regiones de Colombia han estado marcadas por las duras realidades del conflicto armado. A pesar de los desafíos que implica la guerra, estos territorios viven sus tradiciones. Sonidos para la Construcción de Paz lleva instrumentos musicales, formación artística y oportunidades laborales a estas comunidades, fomentado la paz y el desarrollo local, y encendiendo chispas de esperanza entre niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Un faro de esperanza
Sobre el programa, Jorge Ignacio Zorro, viceministro de Artes y Economía Cultural y Creativa, explica que es una oportunidad que tienen los sectores más excluidos para participar en actividades artísticas colectivas donde se enseña a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes a trabajar juntos, respetar las diferencias y esforzarse por objetivos comunes. Este enfoque derriba barreras culturales y lingüísticas, promoviendo una cultura de paz y entendimiento mutuo, crucial en regiones marcadas por el conflicto.
En diversas áreas, el programa colabora con grupos especializados que reflejan las identidades culturales locales. Esta estrategia no solo enriquece la formación artística, sino que revitaliza las tradiciones culturales, irrigando un renovado sentido de pertenencia y construyendo nuevos imaginarios
Una de las características únicas del programa es su enfoque en la multiculturalidad y la diversidad. En lugar de imponer una única forma de expresión artística, Sonidos fortalece las manifestaciones culturales propias de cada territorio. En diversas áreas, el programa colabora con grupos especializados que reflejan las identidades culturales locales. Esta estrategia no solo enriquece la formación artística, sino que revitaliza las tradiciones culturales, irrigando un renovado sentido de pertenencia y construyendo nuevos imaginarios en un país que aprende a escuchar a las regiones que lo componen. “Somos uno en la diversidad y la diferencia”, reza una de las banderas del programa.
Historias de transformación
En los Montes de María, Abdel Tapia Vergara, rector encargado de la institución educativa Chinulitos, del municipio de Colosó, a unos 40 kilómetros de Sincelejo, también recibió la dotación de instrumentos del programa. Emocionado recordó la masacre de 11 personas que vivía en el caserío conocido como El Parejo, perpetrada por 70 paramilitares del Bloque Montes de María en el año 2000. La llegada de instrumentos tradicionales, como gaitas y tambores, hizo llorar al rector. En un lugar profundamente marcado por la violencia, la introducción de la música trajo un soplo de vida, demostrando que es posible un futuro diferente.
La llegada de instrumentos tradicionales, como gaitas y tambores, hizo llorar al rector. En un lugar profundamente marcado por la violencia, la introducción de la música trajo un soplo de vida, demostrando que es posible un futuro diferente.
“Los instrumentos son un insumo que nos ayuda a fortalecer el tejido social que estamos construyendo desde las instituciones de este territorio. A través de la música vamos a darle a la comunidad los espacios para que interactúe, se fortalezca y cada día seamos más grandes”, dijo el rector Tapia.
Estas historias son inspiradoras porque ofrecen a las comunidades más que solo el desarrollo de habilidades socioemocionales. Rejuvenecen las identidades culturales y crean empleos dignos a través de la contratación de maestros de música, formadores y sabedores locales. Esto es un testimonio del poder de las artes para sanar, unir y ofrecer nuevas posibilidades de vida, demostrando que con un enfoque integral y comprometido es posible construir un futuro más pacífico con mejores condiciones de vida.
Desafíos y triunfos
El programa, en 2024, hace presencia en 687 municipios de 32 departamentos de Colombia. Hasta la fecha, más de 300.000 niños, niñas y jóvenes participan en sus actividades, integrando la música y las artes en sus vidas diarias. Además, genera empleos dignos para más de 3.400 personas, incluidos formadores, sabedores culturales, gestores territoriales y equipos pedagógicos.
Un momento conmovedor que subraya el impacto del programa involucró una decisión rápida para proteger a los niños de posibles daños. Un coro de Quibdó, que debía viajar a Bojayá para la conmemoración del aniversario de la masacre, tuvo que ser reemplazado urgentemente porque una semana antes, el tío de uno de los miembros del coro fue asesinado y la familia fue amenazada. Este incidente destaca la realidad del programa, donde se necesitan acciones inmediatas para adaptarse y mitigar los efectos de la violencia.
Integración y perspectivas futuras
Sonidos para la Construcción de Paz no solo se distingue por su alcance y diversidad, sino también por su integración en el sistema educativo oficial en las regiones beneficiadas. Esta es una innovación significativa, ya que por primera vez un programa de este tipo se ha convertido en una parte esencial del currículo formal para miles de estudiantes.
Gabriel Arjona, coordinador administrativo del Programa, señala que la magia de Sonidos reside en la creación y el desempeño de la música y el arte, que ofrece a niños, niñas, adolescentes y jóvenes un canal para expresar sus emociones y construir nuevas narrativas de esperanza y convivencia.
A través de la música, estos infantes y jóvenes encuentran una manera de canalizar sus emociones, sanar traumas pasados y crear nuevas historias de convivencia pacífica. La iniciativa se erige como un poderoso testimonio del potencial transformador de las artes para construir un futuro más armonioso para Colombia.