Por Paula Moya Los hermanos alemanes Michael y Peter Spierig (Jigsaw, Predestinación) querían contar una historia particular, y cuando supieron de una casona en San José, California, a la que muchos llaman ‘la más embrujada de la historia de los Estados Unidos, incluso del mundo’, no dudaron. Realizaron ‘La maldición de la casa Winchester’ basándose en la historia de Sarah Winchester, la protectora de una majestuosa mansión de más de 160 habitaciones y 3 hectáreas. La ganadora al Óscar, Helen Mirren (La Reina) protagoniza este relato sobre Sarah Lockwood Pardee, quien luego de perder a su hija de seis meses y a su esposo, William Wirt Winchester, acude a una médium para aliviar su depresión. Sarah cree estar hechizada como consecuencia de todas las muertes que el rifle inventando por su difunto marido en su compañía de rifles Winchester, había ocasionado. Después de heredar una inmensa fortuna y la mitad de la fábrica de armas, que jugó un gran papel en la guerra civil estadounidense, Sarah se muda a California y construye una casa para albergar todas las almas, demonios y entidades desahuciadas. Puede leer: La mujer que sobrevivió a tres naufragios, uno el Titanic Durante 38 años, desde que se empezó a alzar la edificación de estilo victoriano hasta la muerte de Sarah en 1922, la mansión estuvo en constante construcción. Fue erigida sin planos, solo con dibujos que la señora Winchester entregaba a sus capataces hasta en servilletas. Siguiendo diseños cada vez más extraños, día y noche los obreros construían cuartos con puertas que daban a muros, escaleras que no llevaban a ningún lado y ventanas que no se abrían. El 13 jugó su rol: 13 escalones en varías escaleras, 13 ganchos en el armario de Sarah, candelabros para 13 velas, y cada viernes 13 a las 13 horas suenan 13 campanazos, todos en honor a la fijación de la viuda por este número. Para algunos, las artimañas tenían el objetivo de confundir a los espíritus, quitarles su fuerza y atraparlos en un bucle infinito.

No hay una lista de mansiones embrujadas, pero para muchos, Winchester House es la más embrujada de la historia. Ambientada en 1906, la película acierta en emplear elementos clásicos de sorpresa. La decoración y el vestuario de la época son resaltables y la producción de arte en general demuestra una capacidad contundente de sembrar pánico en el espectador. Habrá gritos y habrá manos en la cara como respuesta al espanto. El reparto suma, Jason Clarke (La noche más oscura) y Sarah Snook (The beautiful lie), se revelan envolventes en la trama, y demuestran que trascienden el cliché según el cual las producciones de terror son hogar de actores mediocres. Pero, como es de esperarse, Helen Mirren sobresale por lo enigmático y valeroso de su papel, porque es una leyenda viva. El argumento del filme se ve enriquecido por una bella y trágica historia de amor narrada de manera sutil pero entusiasta. Y esta cae bien, se aleja del ideal de una familia feliz interrumpida por la atrocidad de lo sobrenatural que, luego de la tormenta, regresa a la normalidad (como en ‘Terror en Amityville’). Además, deja una moraleja: es necesario soltar demonios del pasado. La maldición de la casa Winchester promete unos minutos de tensión y entretenimiento que relatan la fascinante leyenda de esta singular residencia. Y lo hace bien, pues incita a pegarse la pasada por la 525 Winchester Blvd de San José, y entrar a la extravagante mansión que hoy en día es atractivo turístico. Su regla principal, no entrar solo.