Título original: BarbaraPaís: FranciaAño: 2017Director: Mathieu AmalricGuion: Mathieu Amalric y Philippe di FolcoActores: Mathieu Amalric y Jeanne BalibarDuración: 98 minEstreno: septiembre 27La historia de la cantante Bárbara se lee como una montaña rusa: nacida en 1930, sufrió en su infancia por abusos de su padre y por la persecución de los nazis de los que huía con su familia. Tras la guerra, un profesor de música la descubrió accidentalmente y le dio clases gratuitas de voz y piano, que ella intentó continuar en un conservatorio sin lograrlo por falta de dinero.Luego emigró a Bélgica donde hizo parte de una comunidad bohemia y comenzó a cantar en público. Eventualmente volvió a Francia y allí su carrera despegó hasta convertirse en una de las voces icónicas del país, amiga y compañera de figuras como Jacques Brel y Georges Brassen, creando espectáculos en los que mezclaba sus canciones (poéticas, apasionadas, desgarradas) con las de otros autores.Pero mentiría si dijera que lo supe gracias a este filme. Al terminarlo tuve que buscar en Wikipedia información de esta mujer más famosa en Francia que afuera porque esta Bárbara es un asunto cerrado y poco generoso con estos datos básicos de su figura central.Puede leer: Yo no me llamo Rubén BladesLo que ocupa la mayor parte del tiempo acá es una película adentro de la película, en la que el director Yves Zand (Mathieu Amalric, quien también dirige), obsesionado por la figura de esta mujer, interactúa con Brigitte (Jeanne Balibar), la actriz que la interpreta.Todo está retratado libremente, con escenas fragmentarias en las que a menudo no se sabe bien si muestran la vida de la cantante o de la actriz, si es una imaginación del director o el rodaje (o si es un rodaje imaginado). El único indicio claro es una nariz aguileña y postiza en el rostro de la actriz, pero ni siquiera se usa consistentemente: a veces está y a veces no.Aunque esta aproximación es refrescante si se contrasta con la mayoría de películas biográficas que, en su enfurecedor didacticismo, reducen cualquier vida a una serie de conexiones obvias, abandonando lo que tienen de inesperado y misterioso, en este caso la ambigüedad hace colapsar la narrativa y se siente uno presenciando una alucinación ajena con la que uno se tropezó sin tener las herramientas para comprenderla.Hay preocupaciones claras: el interés (o la obsesión) que despiertan las figuras públicas, la tarea por hablar desde el presente de una época anterior, la emoción y las resonancias personales que puede tener una pieza de música. Pero todas se presentan aislada y dispersamente, sin apoyarse entre sí.Le recomendamos: Detrás de las colinasLa figura emblemática de todo esto es el director, que mira con ojos aguados, a duras penas capaz de articular palabra, imágenes de la cantante original en una película con Jacques Brel. La emoción es visible, pero uno como espectador es incapaz de compartirla, entenderla o valorarla.Y no sé si sea la idea, pero al final me quedé pensando no en los logros de la cantante original o en las dificultades de los retratos biográficos, sino en lo aleatorio que son las resonancias del arte en la gente, en lo profundamente incomunicable que es la experiencia estética. Porque acá, oyendo y viendo una canción que hace lagrimear al director, lo que queda no es una emoción compartida, sino la pregunta sobre cómo es que todo eso lo conmueve tanto.
El depredador * * ½Uno de los guionistas claves del cine de acción ochentero,Shane Black, toma las riendas de esta franquicia inyectándole diálogos entre rudos y cómicosYo, Lucas * *Documental en el que, tras una supuesta pedida de perdón, el director exhibe orgulloso su profunda falta de consideración con conocidos y desconocidosCriaturas nocturnas *Una niña criada aisladamente por un hombre es el personaje central en esta película de terror inverosímil.Festival de cine francés * * * *Del 19 de septiembre al 17 de octubre se realiza en 18 ciudades este festival que incluye, además de cine reciente, un homenaje al maestro Henri-Georges Clouzot.