Maria Ressa carga el peso de la injusticia encima, diseñado para intimidarla, callarla, pero le hace frente con un superpoder de doble banda que construyó a lo largo de su vida y sencillamente no le permite doblarse en su misión: una ética profesional y humana innegociable y una capacidad para enfrentarse al matón del salón.
Con trabajo serio y verificado, Ressa se para del lado correcto y democrático de la historia; con hechos también se defiende a capa y espada de la persecución política de la que es víctima, que el Gobierno de Filipinas libra en su contra por una exclusiva razón: hacer su trabajo de manera excepcional (desde su medio Rappler) al exponer la corrupción de los funcionarios y sus brutales métodos de control.
El superpoder, que más parece un músculo que se acostumbró a ejercer desde chica y sin dudas, le permite resistir, pelear, defenderse, seguir trabajando y valientemente lanzando mensajes importantes al mundo, pero no la hace inmune a la in-justicia. Su lucha continúa porque el peligro de que pierda su libertad por muchos años es latente. Al respecto, anota Maria, su colega ruso Dmitri Murátov, con quien ganó el Nobel de Paz de 2021, ya no puede trabajar. Su micrófono ha sido silenciado. El de Maria aún suena. Y sonará en Colombia. Y ese no es un hecho menor (abajo puede ver cuáles son sus charlas, el 27 y el 28 de enero).
La filipina (que a sus diez años viajó a Estados Unidos, donde estudió colegio y universidad, y regresó trece años después a su país a preparar una tesis de maestría, solo para enamorarse del periodismo y quedarse a ejercerlo de tiempo completo) confiesa que ganar el Nobel validó su causa informativa y su trabajo. También la hizo sentir que no estaba sola en creer que, en su campo de acción, se juega la salud de una democracia y el derecho de los pueblos a estar gobernados por gente que rinda cuentas. Y, en este país que ahora la recibe, donde a demasiados periodistas se les ha matado y se les ha perseguido por hacer las preguntas difíciles, Ressa sabrá compartir lo aprendido y lo sobrevivido, e incorporar lo que sus colegas le compartan.
Hablando con ella, es notable como Maria carga con el peso del mundo, pero aligera la vida de quien la escucha, sea una persona o sea un auditorio. Habla con una claridad y una dulzura admirables. Ya dejó de creer que ser vulnerable es algo negativo.
Sí, hubo un cambio de Gobierno en su país. Rodrigo Duterte, el gobernante de puño de hierro quien lo hizo todo por sepultarla y la tiene inundada en procesos legales, ya salió del poder en Filipinas. Pero en su reemplazo llegó Ferdinand Marcos Jr, el hijo de un tirano del mismo nombre que ostentó el poder entre 1965 y 1986 y lo usó descaradamente para su propio beneficio. Marcos dejó el poder obligado por una revuelta popular que llenó al país de esperanza y posibilidad de cambio. Décadas después, el panorama no es tan prometedor con su retoño al mando.
Marcos Jr. llegó agitando la bandera de la continuidad y le ayudó que Sara Duterte, la hija del mandatario que recién abandonó el Palacio de Malacañang, fuera su vicepresidenta. Además, como en tantas otras elecciones alrededor del mundo, las redes sociales y las compañías tecnológicas impulsaron y privilegiaron la propagación de informaciones emocionales y divisorias sobre otras comprobadas.
Es la historia de nuestros tiempos, la historia de Trump, del Brexit, de elecciones en tiempos de ‘Cambridge Analytica’... Por eso Maria también enfila sus advertencias hacia lo que estas compañías hacen en nombre de su propio beneficio: experimentar con los ciudadanos, propagar el odio, hacerlo sentir exponencial, despreciando el valor de los hechos verificables.
Para Ressa, las redes, en persona de Mark Zuckerberg y los otros magnates tecnológicos, capaces de moldear narrativas y elevar personajes a través de algoritmos que privilegian informaciones amañadas, representan el peligro de una contaminación social extrema. Sobre cómo hacer frente a este fenómeno, a este especie de dictadura digital y atomización social, ha hablado y seguirá hablando, pero no oculta su temor por las nuevas generaciones, que se educan más por medio de las redes que por libros.
En Filipinas, en la superficie, todo es igual, pero algo ha cambiado. Ferdinand Marcos Jr. no es igual a su padre, las épocas son distintas. El hijo del tirano se formó en universidades como Oxford y Wharton Business School (con fondos estatales, cero sorpresa, y con títulos que parecen más diplomas inflados), y parece seguir otro modelo más abierto al mundo (se lo vio en Davos, se lo vio en Naciones Unidas), pero hasta ahora consolida su poder. Así pues, el continuismo parecía la norma, pero Maria siente que un velo de miedo se ha levantado tras la salida de Duterte. La periodista espera que esto lleve a las cortes a juzgar con independencia (en su caso y en todos) y a las instituciones públicas que el ex presidente mancilló a retomar su cauce, lejos de perfecto, hacia lo funcional. Hay derecho a emocionarse, pero sería inocente cantar victoria.
Su medio Rappler logró establecerse como una fuente confiable de información trabajando con base en rigurosidad, trabajo colaborativo y un equipo de periodistas comprometidos con la causa de la verdad, antes que con la causa del dinero. Porque bien lo dice la ganadora del Nobel, hay que sobrevivir, hay que pagar la nómina, pero el periodismo no se ejerce para ganar dinero, sus triunfos vienen de otro lado. Y ella tiene unos cuantos, que no hace sentir en su voz. Ressa fue persona del año para la revista Time en 2018 (compartido con otros tres periodistas, llamados todos los ‘Guardianes en la guerra contra la verdad’) y recibió el Premio Nobel de Paz en 2021 junto con Murátov. Fueron los primeros periodistas en llevarse el reconocimiento de la academia sueca desde 1935, cuando se le otorgó a Carl von Ossietzky, quien denunció la toma del poder de los nazis y pagó con su libertad y su vida.
Lamentablemente Ossietzky no pudo publicar sus memorias, pero Maria sí escribió las suyas. Las consignó en un libro excepcional, que a la vez es el más personal de su carrera y el más global en los temas que toca. En Cómo luchar contra un dictador ¿Qué estás dispuesto a sacrificar por tu futuro? (que ya se consigue en Colombia, por medio de Editorial Planeta), explica por qué es la persona que es y por qué son tan relevantes sus luchas contra los tiranos y contra los dictadores tecnológicos, que se creen por encima del bien público. En ese proceso, Ressa da una clase de humanidad, de historia personal y de geografía de su región, de las muchas facetas del periodismo en su paso del siglo XX al siglo XXI, de los medios en los que comenzó y se desarrolló, y muchísimo más.
Antes de su visita a Cartagena*, en el marco del Hay Festival (que tiene lugar en Medellín durante la semana y desde el jueves se traslada a la heroica para cerrar por lo alto), tuvimos la oportunidad de hablar con esta mujer humanamente poderosa. Ressa no teme mencionar que está llegando a los sesenta años. Para ella la honestidad es la honestidad, cubre lo importante y lo trivial, y suele implicar no echarse mentiras a uno mismo para no echárselas luego a nadie más.
Lo mejor de esa charla profunda saldrá publicado en la próxima edición impresa de Revista SEMANA y la charla completa será compartida en la versión digital.
Mientras tanto, los dejamos con los detalles de la visita de esta luchadora excepcional, tan fuerte como su vulnerabilidad se lo permite, y cuya invitación a retomar nuestro estatus de ciudadanos antes que de usuarios de redes, para volver a construir comunidad, se hace más imprescindible con el paso del tiempo.
‘Hay María’: Ressa en el festival*
La periodista hablará en dos conferencias. Se las compartimos.
Maria Ressa en conversación con Lydia Cacho - Viernes 27 de enero 2023, 18.00h Centro de Convenciones (Auditorio Getsemaní).
Oded Galor, Darrel McLeod, Paula Marcela Moreno y Maria Ressa en conversación con Karim Ganem Maloof - ‘HACIA SOCIEDADES MÁS EQUITATIVAS’ - Sábado 28 de enero 2023, 18.00h CDT Centro de Convenciones (Salón Barahona Escenario Gales / Llwyfan Cymru).