Antes de venir a Cartagena, donde dará dos charlas en el marco del Hay Festival, la periodista filipina María Ressa, ganadora del Premio Nobel de Paz 2021, habló con esta revista sobre su cruzada por defender su libertad, la de su medio y aspirar a un mundo mejor educado, mejor informado y habitado por ciudadanos que se resistan a ser el conejo de experimentación de las compañías tecnológicas. Ressa llama a la acción desde su riguroso trabajo en Rappler, el medio de comunicación que creó, desde sus conferencias y mediante su fantástico libro Cómo luchar contra un dictador, que es a la vez historia de vida, lección de periodismo y hoja de ruta de la integridad ante la injusticia.

Esto le dijo a SEMANA sobre Filipinas (“un país latinoamericano haciéndose pasar por asiático”), el mundo y sus preocupaciones sobre la guerra por la verdad en un futuro en el que la educación y la comunidad están ‘hackeadas’ por las redes.

SEMANA: ¿Qué la emociona de esta visita a nuestro país y de las charlas que dará en el Hay Festival?

Maria Ressa: Es un encuentro fantástico de gente de distintas partes del mundo que hace cosas increíbles. Y entre esta gente tengo viejos amigos y amigas, como Lydia Cacho. La última vez que la vi fue antes de la pandemia. El festival luce increíble y la ciudad también, ¿cómo no estar emocionada?

SEMANA: Usted enfrenta la posibilidad de tiempo considerable en prisión. ¿En qué estado van sus procesos?

M.R.: En 2019, el Gobierno expidió diez órdenes de arresto en mi contra; formuló diez cargos criminales, pero, con el paso de los años, algunos se empiezan a retirar. Al comienzo de la semana pasada aún enfrentaba siete cargos criminales que podían llevarme a prisión por el resto de mi vida, pero el miércoles 18 (y es una de las razones por las cuales se siente tan maravilloso poder viajar, sentir un aire diferente), la corte de apelaciones fiscales nos absolvió a mí y a Rappler de cuatro cargos de evasión. Así que sigo batallando tres cargos: otro de evasión fiscal; otro de calumnia cibernética, que llevamos a la Corte Suprema al final del año pasado, y otro en el que el SEC (Securities and Exchange Commission) trató de apagar a Rappler.

Rodrigo Duterte, un presidente que matoneó a las instituciones de su país, trató de sepultar la voz de María Ressa. | Foto: 2017 Mikhail Svetlov

SEMANA: Parece haber una puerta a la esperanza...

M.R.: Creo que es una señal. Cuando Rodrigo Duterte dejó el poder, se sintió caer el velo de miedo que él imponía. En Filipinas estábamos acostumbrados a instituciones débiles, corruptas (¿esto les suena familiar en Colombia?), pero funcionales. Y lo que pasó en el tiempo de Duterte fue que consolidó el poder reinando con base en el miedo. Ahora, sin ese miedo, espero que las instituciones avancen y que el sistema judicial y sus jueces se muevan con independencia. Estos cargos fueron motivados políticamente. Yo no he hecho nada malo. Rappler no ha hecho nada, excepto hacer nuestro trabajo. Y fuimos atacados por ello.

Estos cargos fueron motivados políticamente. Yo no he hecho nada malo. En Rappler no hemos hecho nada excepto hacer un buen trabajo. Y fuimos atacados por ello.

SEMANA: Al poder llegó Ferdinand Marcos Jr., ¿cómo se han dado las cosas con él?

M.R.: Es interesante, porque hay ironía en la situación: el (segundo) Presidente Marcos es hijo de un presidente y parte de una familia que fue sacada del poder por la revuelta del People Power, en 1986.

Pero bueno. ¿Cómo va? Él no ganó solo por operaciones de información. También se alió con Sara Duterte, la hija del ex presidente. Ella es su vicepresidenta. Y lo que se ve es más caos. Para ponerlo de otra forma, la consolidación de poder apenas está sucediendo. El presidente consolida su poder. Es una figura mucho más enfocada en lo internacional. Ha viajado más que ninguno en sus primeros cien primeros días en el cargo. Ha ido a las Naciones Unidas, a Davos, y así pretende darle vuelo a la economía. Esa ha sido su prioridad. ¿Será bueno o malo? Esto dependerá de cómo se desempeñe el gobierno. ¿Pondrá a la gente correcta en los lugares sensibles? Veremos. En este punto, recibo con agradecimiento que el poder judicial parece independiente.

Ahora que llegó un continuista como Ferdinand Marcos Jr., hijo del tirano que gobernó Filipinas de 1965 a 1986, parece sentirse menos miedo. | Foto: AFP or licensors

SEMANA: ¿Cómo ha impactado su vida y su trabajo haber recibido el Nobel de Paz?

M.R.: Paso mucho tiempo lidiando con los casos legales, y este premio me significó un alivio tremendo y me permitió volver a pensar en el futuro. Fue una reivindicación para los periodistas filipinos, para Rappler, sin duda. Se dice que hacer lo correcto es lo correcto. Y nos recuerda que no estamos solos. Creo que los periodistas en Colombia lo viven también. Se ha vuelto tan complicado hacer nuestro trabajo, que ese reconocimiento del Comité Sueco del Nobel es un impulso.

Ahora, Dmitri Murátov, quien ganó conmigo el premio, no puede seguir haciendo su trabajo. Su organización mediática no puede operar en Rusia. El mundo se ha puesto más loco y, para aspirar a democracias vibrantes, se hace más importante que sobrevivan los medios independientes.

Ressa nació en Filipinas en 1963. De niña fue a Estados Unidos, donde terminó su colegio y se formó en la Universidad de Princeton. Regresó a su país y allá se enamoró del periodismo, “el teatro de la vida real”, como lo llama. | Foto: AFP or licensors

SEMANA: Háblenos de ‘Cómo luchar contra un tirano’, un libro que se devora, sobre el periodismo y sobre sus bases humanas...

M.R.: Cada vez que me arrestaban, me preguntaban: “¿De dónde sacas el coraje?”. Pero el coraje no es algo que sacas del aire, es una historia larga, y el libro es básicamente una respuesta a esa pregunta. Es también la historia del periodismo, de por qué creo en el periodismo y una historia sobre democracias. El texto tiene valores, tiene una creencia de que los estándares y la ética en el periodismo son pilares y que su misión es crítica.

El texto tiene valores y una creencia en que los estándares y la ética en el periodismo son sus pilares y su misión es crítica.

Cuando el presidente Duterte nos atacó a mí y a Rappler, yo ya era una mujer en mis 50; así que ni tuve que pensarlo al resistir. Lo que hicieron estaba mal, muy mal. Y lo que trato de mostrar en el libro es que muchos de estos procesos de decisión empiezan cuando somos jóvenes, con los valores con los que crecimos.

Lo que creemos empieza con los valores con los que crecimos. Y para conectar esto con la generación de hoy, la manera de encontrar sentido es decidir sobre cómo pasas el tiempo. Dándole la vuelta, la manera en la que pasas tu tiempo es tu manera de encontrar significado. Y cuando mucho de ese tiempo se pasa en las redes sociales, en una era de “economía de la atención”, me preocupa la generación que viene.

'Cómo luchar contra un tirano' de Maria Ressa, un libro imperdible que es muchas cosas a la vez. | Foto: Planeta

SEMANA: Menciona la importancia de disolver el ego, de creer en sí mismo, pero salirse de su propio camino para ser buena persona y buen periodista...

M.R.: Este año cumplo 60 y todavía creo en mis ideales. Es posible. El ego, por su parte, se cruza en el camino. En el libro cito The Empty Mirror, un texto que plantea mirar al espejo, pero evitar tu reflejo y la manera en la que este desdibuja al mundo. Porque actuar nublado por tu ego te impide tomar la decisión correcta, y esto es especialmente cierto en el periodismo.

Me alegra que hayas anotado esa parte, porque además hice periodismo de televisión (Maria hizo parte de la etapa en la que CNN pasó de patito feo a líder global), y siempre me pareció que cuando tu ego se vuelve muy grande, no solo te vuelves insufrible, también te vuelves un mal periodista. Todo gira en torno a ti. Entonces sí, debe existir la seguridad en uno mismo de hacer las preguntas difíciles, pero soportada en la suficiente humildad que te permita sacarte del cuadro, que te permita ignorar tu interés y pensar en la esfera pública que proteges.

SEMANA: Un tema que la marca desde el tiempo en el colegio hasta su vida como periodista perseguida es parárseles a los matones, frenar a los bullies...

M.R.: ¿No es curioso? Todo nos lleva a lo que vimos en el colegio. Y si lo piensas, el patio colegial y el país no son tan distintos. No se suele detener al bully por el miedo de ser su próxima víctima, y así se le entrega mucho poder, no solo sobre la persona que matonea, sobre toda la clase. Entonces, en el libro hablo de Debbie, una amiga de la orquesta del colegio, matoneada porque usaba pantalones de poliéster. Y aprender a parármele al bully fue ofrecerle un kleenex para sus lágrimas, ser su amiga. Cuando el bully trató de enfocarse en mí, mis amigas me protegieron. Y eso lo detuvo. Solo hace falta una persona.

El patio colegial y el país no son tan distintos. No se suele detener al bully por el miedo de ser su próxima víctima, y así se le entrega mucho poder, no solo sobre la persona que matonea, sobre toda la clase

Así funciona en una democracia. Cuando alguien con mucho poder trata de hacer algo que está mal, hay que señalarlo. El silencio es consentimiento.

SEMANA: ¿Algo la ha sorprendido sobre la recepción del libro?

M.R.: He recibido cartas maravillosas de niños, de gente de mi edad, de distintas culturas, compartiendo también sus caminos. Esa parte ha sido la más bonita. Del otro lado, se me indaga mucho sobre el título. Algunos me dicen: “Duterte no puede ser el dictador, porque ya dejó el poder”. Y yo les digo que no es él, o no es solo él, y les digo que se puede reemplazar dictador por matón, porque es eso lo que realmente vivo a través del libro. Pero aclaro además que estaba remando contra la impunidad de dos hombres: Rodrigo Duterte y Mark Zuckerberg. ¿Cuál es el dictador más grande? ¿No lo es Zuckerberg? Ha influenciado el curso de muchas naciones alrededor del mundo.

SEMANA: ¿Qué lee de este momento actual en el que sigue la invasión de Ucrania y en el que Elon Musk compra Twitter?

M.R.: Leo destrucción creativa. No sé si estamos en la puerta de la tercera guerra mundial o si escalará el conflicto, pero en las redes libra una lucha persona a persona por la integridad, por los hechos, por nuestra humanidad. La tecnología nos ha atomizado, nos ha hecho células de la civilización, y debemos reconstruir nuestra realidad compartida. En este momento, y pensando en elecciones, las redes propagan mentiras más rápido que los hechos, y la gente no puede diferenciar porque no tenemos una realidad compartida. Y eso exige más de cada uno. Nos exige, literalmente, volver a crear un mundo juntos.

El público merece protección de los magnates tecnológicos como Mark Zuckerberg, que desde las redes sociales han olvidado todo interés común y social. | Foto: 2020 Anadolu Agency

SEMANA: En Brasil vimos recién la copia exacta de lo que pasó en el Capitolio estadounidense, Y Las redes sociales están detrás de estos nodos de odio, ¿cuál es el antídoto?

M.R.: El tema de Brasil es fascinante porque incluso antes que Trump, los algoritmos de recomendación en YouTube lograron reunir a varios grupos que jamás se hubieran encontrado en el mundo real. Y fueron esos los que sacaron a Bolsonaro de las franjas de nicho y lo llevaron al mainstream. Los algoritmos crearon el clúster que llevó al poder a Bolsonaro, según un estudio de Harvard. Y sí, es la historia repitiéndose.

En el largo plazo, el antídoto está en la educación. Tenemos que entender que las compañías tecnológicas, por deseo y diseño, nos tratan como sus perros de Pávlov. Experimentan con nosotros y hackean nuestra biología, nuestros cerebros a través de las emociones.

Tenemos que entender que las compañías tecnológicas, por deseo y diseño, nos tratan como sus perros de Pávlov. Experimentan con nosotros y hackean nuestra biología, nuestros cerebros a través de las emociones. Tenemos que aprender a dejar de pensar como nos acostumbramos a pensar. Necesitamos pensarnos menos como usuarios de redes sociales y reclamar nuestro estatus como ciudadanos.

En el mediano plazo, el antídoto está en la legislación. La gente en el mundo necesita protección. Así como hay regulaciones que nos permiten creer que nos subimos a un avión y este no se va a caer, lo mismo necesita pasar para las redes sociales y la tecnología en general. Especialmente con la Inteligencia Artificial que está brotando ahora, y hará mucho más complicado separar los hechos de la ficción.

Y en el corto plazo, solo nos tenemos a nosotros, y tenemos que aprender a dejar de pensar como nos acostumbramos a pensar. Necesitamos pensarnos menos como usuarios de redes sociales y reclamar nuestro estatus como ciudadanos. Necesitamos redescubrir lo que significa y como se materializa el compromiso civil en la era de las mentiras exponenciales.

SEMANA: Es fascinante lo que narra de su camino, porque pasó por la música, por la medicina y por el teatro, que la terminó llevando al periodismo. Háblenos de la importancia de las artes en su vida y, ¿acude a ellas en los momentos oscuros?

M.R.: Sí, lo hago, todo el tiempo. Creo que hay una impresión falsa sobre la persona pensante. Creo en ser una persona holística, emocional; y nuestras emociones y nuestras imaginaciones, nuestros sueños son desencadenados por el arte. Como periodistas tenemos restricciones, y ahí entra a jugar el tema de “cerebro derecho y cerebro izquierdo”. Creo que las ideas y la creatividad vienen de mezclar ambos, y es parte de cómo he vivido mi vida (una fanática consumada de Star Trek, Maria también ilustra esta diferencia en su libro como la que define al Dr. Spock y Captain Kirk).

Creo que las ideas y la creatividad vienen de mezclar cerebro derecho y cerebro izquierdo, y es parte de cómo he vivido mi vida

Al final, todo es creación y esta empieza en tu mente y en tus emociones. Por eso me preocupan tanto las redes sociales. Porque “hiper impulsa” nuestra rabia y nuestro odio, y eso no es normal. Me preocupa mucho la generación que viene. Pero sé que las artes, los instrumentos, te calman. Y mientras lo haces la parte racional de tu cerebro entra a otro estado. No es algo fácilmente cuantificable, pero de la experiencia sales mejor. Necesitamos mezclar nuestro cerebros derecho y nuestro cerebro izquierdo, conectar nuestra humanidad. Eso es.

El elenco de la serie original de 'Star Trek'.

SEMANA: Cuando habla de su sexualidad en el libro, habla también de la idea de la honestidad a pesar de sus consecuencias duras. ¿Cómo manejar la honestidad en el mundo de hoy?

M.R.: Es la misión de cada persona. Escribí que en nuestras vidas, muchos buscamos significado. Y ese propósito no es algo que se lee en un libro, es algo que construyes, capa a capa. No es algo que recibes de alguien. Y, ¿cómo llegar a ese punto de encontrar sentido en el camino?

Como periodistas nos pasamos la vida tratando de lanzar las flechas que nos lleven a la verdad, pero, creo que para llegar primero hay que ser honesto consigo mismo. Y relaciono este punto con tu pregunta sobre el ego: tienes que desinflar. Hasta en las religiones, en el Islam, el yihad plantea la batalla dentro de ti, la más dura de todas, la de conquistarte a ti mismo. Y aprender a ser honesta, para mí, viene de ahí. Pon al lado tu ego, tus dolores, tus sensibilidades y sé hasta descortés y duro.

En nuestras vidas, muchos buscamos significado. Y ese propósito no es algo que se lee en un libro, es algo que construyes, capa a capa. No es algo que recibes de alguien

Es divertido porque en el canal de televisión ABS CBN yo mencionaba la necesidad de “ser crueles para ser amables”. Así es como construyes una gran organización. Y de hacerte la mejor persona que puedes ser depende qué tan honesto puedes ser contigo mismo. Y es cuando llegas a ese punto que puedes ser honesto con el resto.

SEMANA: Sobre Ferdinand Marcos y Suharto, hombres fuertes de su región, usted menciona que su peor pecado fue el de “fallar en educar a sus pueblos”. ¿Es posible ver esto al revés? ¿Se puede decir que el mantener a sus pueblos ignorantes fue uno de sus éxitos?

M.R.: ¿Sabes? Entrando ya en mi año 37 ejerciendo el periodismo, creo que los líderes malos pasan la mayor parte de su tiempo haciéndose elegir. Y una vez logran ese cometido relegan al fondo el tipo de planeación que se necesita para hacer alguna diferencia. Siento que esto también pasa en Estados Unidos (y de hecho, se ha puesto peor).

Los malos líderes pasan la mayor parte de su tiempo haciéndose elegir. Y una vez logran ese cometido relegan al fondo el tipo de planeación que se necesita para hacer alguna diferencia

El tema de la educación es vital para generaciones enteras. En Filipinas, por ejemplo, fuimos de los últimos en regresar del confinamiento. Nuestros estudiantes pasaron demasiado tiempo sin el cara a cara de la educación, y eso tendrá repercusiones masivas en nuestra fuerza laboral, en esta generación que se forma y, en últimas, en nuestra economía. Pero es difícil verlo de esa manera. Hay que tener una especie de gobierno interdependiente que hable de estos temas.

Ferdinand Marcos Jr. logró una aplastante victoria en las elecciones locales de Filipinas (Photo by JAM STA ROSA / AFP) | Foto: AFP or licensors

Volviendo a tu pregunta, sobre la impresión de que “quieren a la gente tonta”, esto pasa porque su meta es hacerse elegir. Yo creo que tenemos buenos líderes que sí se hacen elegir, y que se dan cuenta de que no tienen el tiempo suficiente para hacer cambios. En Filipinas, Fidel Ramos fue un buen presidente pero tenía los límites constitucionales de estar en el poder los seis años del periodo para el que se le eligió. Y en muchos casos de políticas exitosas, con el cambio de Gobierno, se abandonaron.

Construir instituciones en ese marco es un reto enorme. Y es un toma y dame. Me da la impresión de que Colombia vive algo similar. Tenemos muchas cosas en común. Veo a Filipinas como un país latinoamericano haciéndose pasar por asiático.