Nacieron en Calgary pero en Montreal tienen su base de grabación y allí ensayaron insistentemente antes de los conciertos que ya empezaron a dar en apoyo de Arrangements, el trabajo que hoy llega a los oídos en el mundo entero. Desde la cocina de dicho espacio, Matt Flegel, el vocalista, letrista y bajista de Preoccupations (antes Viet Cong), una banda canadiense que desde 2012 hace olas en el sonido post-punk y que solidifica una base de fanáticos con este atrapante nuevo disco, recibió nuestra llamada. Esto nos dijo.
SEMANA: Cuando se piensa en bajistas canadienses que cantan y comandan, se piensa en Geddy Lee, ¿él es influencia para usted de alguna forma o mira para otros lados?
Matt Flegel: Miro hacia otros lados. Me gusta la música de Rush, me gustan mucho las guitarras, el bajo, la batería, pero no puedo con su voz. Es demasiado, no la disfruto, pero creo que es un bajista asombroso. En general, me gusta mucho la música progresiva, pero me pasa lo mismo que con Rush: la instrumentación es muy interesante pero el canto me suele azotar como una idea tardía...
SEMANA: Del otro lado del espectro, dada su trayectoria de diez años y contando, ¿cree que Preoccupations ha influido en bandas canadienses interesantes y jóvenes como Crack Cloud?
M.F.: Sí lo creo. Muchos jóvenes se nos acercan en los espectáculos en vivo y nos dicen que empezaron a tocar luego de escucharnos en tal o tal otro disco. Siento que es genial, es el mayor cumplido que puedes recibir de alguien. Sobre esos chicos de Crack Cloud, son amigos de amigos nuestros. Nuestro baterista es muy cercano a ellos. Y sé que nos fueron a ver cuando eran adolescentes...todos somos un poco más viejos ahora, y ha existido influencia.
SEMANA: Antes de entrar en materia con el disco, quisiera preguntarle sobre esta era musical, de más conciertos que antes, de Spotify y tik tok. ¿Ha cambiado de alguna manera sus dinámicas de banda?, ¿su música?
M.F.: Siempre pensamos en la idea de grabar un álbum, un LP, y lo pienso incluso desde el Lado A y el Lado B. Mis años formativos fueron los ochentas y los noventas, y el primer medio de escuchar música fue un walkman Sony Sports, de esos amarillos, así que los casetes eran preciados para mí. Mis padres me daban 10 dólares al mes, y con eso me compraba un casete y lo escuchaba todo el mes. Y así te obsesionabas realmente con esta idea del lado A y del lado B. No adelantabas, no retrocedías, escuchabas todas las canciones.
Siento que hoy es más difícil que la gente se obsesione con un disco... es más difícil que la gente escuche una canción completa sin haciendo clic. La ventana de atención es mucho más hiperactiva de lo que solía ser cuando yo crecí. Se te bombardea todo al mismo tiempo, es demasiado, y se te alimenta a la brava. Además, Internet te escucha, tiene su algoritmo, así que sabe más o menos lo que probablemente te puede gustar. Y eso es chévere pero también es demasiado.
Yo sigo pensando en discos, de los que se escuchan de principio a fin. O, Al menos, de los que escuchas ya sea el lado A o el lado B. La mayoría de mis discos favoritos tienen lados muy distintos. Esos discos de Bowie de los setenta, cuando estaba en Berlín. El lado A de Low tiene las canciones-canciones, y en el lado B es otra experiencia, casi otro disco. Y lo adoro.
Yo sigo pensando en discos, de los que se escuchan de principio a fin. O, Al menos, de los que escuchas ya sea el lado A o el lado B. La mayoría de mis discos favoritos tienen lados muy distintos. Esos discos de Bowie de los setenta, cuando estaba en Berlín. El lado A de Low tiene las canciones-canciones, y en el lado B es otra experiencia, casi otro disco. Y lo adoro.
SEMANA: Quizá viene de Bowie, quizá no, pero cuéntenos sobre la importancia de la atmósfera en su música como banda. Me parece crucial como abordan el espacio...
M.F.: Hemos amado siempre la música drone, la música ambient, y me gusta la idea de que tener un ‘drone’ subyacente que atraviesa el disco mantiene atrapado a quien escucha. Para nosotros, un espacio en blanco también puede ser genial. Y podemos hacerlo aún mejor en ese sentido, podemos dar más espacio entre elementos, pero nos gusta esta capa densa de neblina en la que te ves inmerso y de la cual no puedes salir hasta que el álbum termina.
SEMANA: Lo pone muy bien, y es bueno para quien los sigue...
M.F.: No es para todos... Pero sí es para algunos...
SEMANA: Trabajan su disco ‘Arrangements’ desde antes de la pandemia, normalmente, y luego todo esto sucede. Lo terminan por separado, y suena increíble. Háblenos de estas fases de la grabación que probablemente jamás antes se hayan vivido...
M.F.: Nunca vivimos algo así, pero corrimos con suerte porque teníamos una gran parte del disco terminada antes de que la pandemia llegara. Las versiones instrumentales de las canciones estaban básicamente terminadas. No había letras, ni overdubs. No tenía tantas capas como ahora. Tenía baterías, dos guitarras, bajo, unos teclados quizá, pero ya, una versión más del hueso. Era el esqueleto, y eso teníamos, y eso ayuda mucho.
Luego, fui afortunado porque tenía un espacio en Nueva York en el que fui a trabajar lo restante. Y no era nada bonito, es un sótano sucio, sin ventanas, con cucarachas en Brooklyn, pero funciona. Puedo meterme allá abajo donde no hay nadie más, donde hay silencio pero yo puedo hacer ruido. Y ese es el chiste. Tuve mucho tiempo para trabajar las letras de este trabajo y las líneas de voz.
SEMANA: En su caso, ¿siempre vienen las palabras después del esqueleto?
M.F.: Usualmente, antes de la grabación, cuando estamos aprendiéndonos y practicando estas canciones, tengo una melodía. Una melodía base, quizá una línea repetida, o muchas veces soy yo cantando (gibberish) lo que sea, tarareando... En esa medida, es una línea vocal de borrador que le dice al resto cuándo habrá canto y les da una idea melódica, pero suena muy cruda en ese momento.
Y luego, después de ese proceso, básicamente me voy a un costado y trato de llenar los espacios con las letras. “Tenía esta línea, quizá valga la pena hablar más de ello”. O a veces, mientras el resto hace overdubs, yo me siento en el cuarto de al lado. Y todo parte de ahí. Sucede mucho que de una línea nacen dos, nacen más... hay un efecto de bola de nieve en este proceso.
SEMANA: Los temas que aborda en el disco, las letras, ¿sintieron un impacto de la pandemia?
M.F.: No realmente, no creo. Hay algunas canciones que tenía casi terminadas en la escritura. Y esas, curiosamente, se hicieron más relevantes por cuenta de estos dos años. No fue algo intencional. Y dentro de las otras, que terminé luego, mucho hablo de aislamiento, del apocalipsis, del final de los días. Así que sí se filtró algo...
SEMANA: La música que ha compuesto desde entonces... ¿sigue esa línea ácida sobre la humanidad?
M.F.: Sigue siendo así. Siempre tocamos música así. No sé por qué. Quizá porque la música es donde pongo mi energía oscura. Me ayuda a mantenerme más ligero, mantiene mi sanidad en el mundo real, en esos momentos en los que tengo que estar con gente, hablar con gente... La gente se nos acerca luego de los espectáculos y se sorprende de saber que no somos goths melancólicos. La música sí tiene mucho de goth, y la gente nos confiesa “Pensé que serían densos y malgeniados”. Soy un tipo feliz, y la razón es porque pongo esa energía en la música.
SEMANA: Del gran disco el que presentan me impactó la parte del medio, entre “Death of Melody”, que va de lo oscuro a lo iluminado que encapsula mucho de su música, y luego Slowly y “Advisor”. Cuéntenos sobre de estas canciones y sobre el sonido de su bajo, que las hilvana desde una interpretación cambiante...
M.F.: La razón por la cual escribí “Slowly” nace de que era algo que toqué durante años en las pruebas de sonido. Tenía esa parte principal, y nunca supe qué más hacer con ella. Pero recién habíamos terminado de grabar “Death of Melody”, y la línea en esa canción es tan sencilla como las hay, algo que desciende. Por eso pensé que para la canción que seguía se necesitaba más interés desde el bajo, como para no parecer que estaba tomándomela fácil.
Y justo ahora estoy aprendiendo a tocar “Slowly” para tenerla lista para el concierto que viene la semana que viene. Porque me es difícil tocar bajo y cantar al tiempo. Para el disco canté las voces de manera algo despreocupada, así que me reta hacerlo en vivo. Es algo a lo que voy llegando lentamente.
A la vez, es un reto y es divertido retarme. Si al principio es algo que no puedo tocar y cantar, es lo que quiero hacer. Hay ocasiones en las que toco una línea de guitarra, y la tengo y no la puedo tocar bien. Pero se la doy a los muchachos de la banda y ellos se encargan.
SEMANA: Se asume desde la barrera que desde el disco está lista para tocarse en vivo, pero usted nos cuenta que la trabaja mucho entre ambos escenarios...
M.F.: Sin duda. Y es otra bestia. Yo puedo sentarme en mi estudio casero y tocar y cantar. Y todo fluye fácil. Pero luego entra a la escena un baterista que te lleva a buscar esa zona “perfecta”. Porque no tocamos con drum machines, así suene muchas veces como si lo hiciéramos. Las manipulamos para conseguir ese sonido, pero en el disco grabamos las baterías reales.
SEMANA: Además de sencillos como “Ricochet”, mencioné los temas que se quedaron rondando en mi cabeza; ¿cuáles se quedan en la suya?
M.F.: “Tearing up the grass” es la que más me significa. Las letras se relacionan a un amigo que ya no está con nosotros. Esa es la más cercana a mi corazón. No sé si es la favorita de tocar, pero es la que más peso carga.
SEMANA: Para la gente que no los ha escuchado jamás, ¿qué canciones encapsulan su música?
M.F.: De los días del LP Viet Cong (2015), “March of Progress” es una buena medida. Hacemos un paisaje sonoro largo post rock-drone-ambient que luego deriva en guitarras progresivas. Siento que nos resume muy bien como banda. Del disco homónimo, Preoccupations, de 2016, siento que “Memory” tiene ese mismo efecto exactamente —jaja—. Y de New Material, el disco anterior al nuevo, está “Espionage”, que abre el trabajo. No la hemos tocado en vivo en un buen tiempo, pero tiene un bajo estilo Peter Hook...
SEMANA: Peter Hook seguramente fue una gran influencia para usted... ¿lo conoce personalmente?
M.F.: Sin duda. Uno de los mejores de esa era. No lo conozco, y no debería hablar mal de nadie, pero cuando lo veo en entrevistas parece un poco cabrón. Y nosotros conocimos a New Order, porque tocamos antes que ellos en Coachella hace unos años, y son la gente más dulce con la que podrás hablar... tan humildes, libres de ego, y casi que inventaron este género de música que nos obsesiona a muchos. Y fue algo triste ver que no mucha gente estaba pendiente de ellos. La mayoría andaba siguiendo a Major Lazer, o algo así. Que se jodan todos.
SEMANA: Sobre los conciertos que vio y lo marcaron...
M.F.: El primer concierto que me voló la cabeza y me cambió la vida fue probablemente uno de Radiohead en 1997. Era la gira de OK Computer, tenía 15 años, Spiritualized les abrió. Y fue un gran momento, porque en nuestra ciudad, Calgary, Alberta, no solía pasar que tocaran bandas así de grandes. Ese cambió todo para nosotros, nos mostró “Ah, así se puede ser un banda”. No solo se puede contar con guitarras, bajos y batería, se cuenta con todo esto. Una canción puede ser muchas cosas. Me voló la cabeza.
SEMANA: Sobre tocar en vivo con Preoccupations, ¿qué momentos destaca?
M.F.: Caray. Creo que mis favoritos son el tipo de canciones en las que podemos ‘jamear’ por un buen rato, y me da descanso en la voz. Pero creo que “March of Progress” es de las que jamás me canso de tocar en vivo, y lo hemos hecho en casi todos nuestros toques. Algunas canciones van y vienen (como “Death”, con la que cerramos cinco años seguidos de toques, y que luego retiramos por un rato)...
SEMANA: Sobre el cambio de Viet Cong a Preoccupations, ¿cómo se dio ese cambio de nombre y por qué Preoccupations?
M.F.: Nos cansó el hecho de que se nos acosara al respecto. Había protestas y era de lo único de lo que se hablaba, no importaba la música, no importaba la nueva música. Solo importaba que nuestro nombre era culturalmente insensible. Y lo era (cargaba una connotación de guerra y de una perspectiva de esa guerra), pero no nos dimos cuenta de eso en un principio. Fue hablando con la gente que protestaba, en muchas conversaciones, que llegó la perspectiva. De todo eso aprendí pero sí fue un proceso triste que eclipsó mucha de la música.
Nos tomó un tiempo dar con el nuevo nombre. La mayoría de nombres chévere ya estaban tomados. Hay millones de bandas allá afuera, créelo o no, algún one-hit-wonder de 1973 tiene el nombre que querías. Y como Preoccupations no estaba tomado, lo asumimos. Y explicaba la situación en la que nos veíamos, en la que todo el mundo se preocupaba por una cosa cuando debía quizá enfocarse en otra...
SEMANA: ¿Escucha música nueva o más vieja? ¿Va de una a otra? ¿Qué recomienda?
M.F.: Voy de la una a la otra. De lo nuevo, recibí de nuestros amigos de Omni (Sub Pop records) un montón de demos nuevos. Son de Atlanta, y con ellos hemos estado de gira muchas veces. Tocan un rock muy despojado. Él también toca bajo y canta, así que, ya sabes... Por otro lado, nuestro amigo Jason (Balla) comenzó una banda que se llama DEHD (creo que son su exnovia) y ha venido estallando. Me gusta mucho lo que graban, con unas vibras quizá a lo Velvet Underground. Son geniales.
De resto sigo como atascado entre 1977 y 1983. Siempre vuelvo a esos años. Y últimamente he escuchado mucha música brillante de los 80. Algo de INXS, por algún motivo.