Anoche y antenoche, Bogotá tuvo una enorme fortuna. Se reencontró con una de las grandes bandas del thrash metal y con su venerado líder, Dave Mustaine. Y se amaron mutuamente, como lo vienen haciendo desde el 2000, cuando la banda visitó el país por primera vez. En esta doble tanda de Megadeth, en 2024, la gente fue más que una simple espectadora: la ciudad y todos a los que congrega alrededor de la música pesada demostraron que pueden participar activamente de un concierto y elevarlo a niveles impensados. Porque llevaron a Mustaine a las lágrimas, y eso no es poco.
Con 40 años de historia en el género y a pesar de capotear con cierta constancia el cambio de integrantes (por distintos motivos, progresivamente más extraños, sí, Dave Ellefson, de ti hablamos), quedó claro tras estas dos fechas que Megadeth sigue siendo una fuerza única en el escenario musical global. Porque Mustaine sigue fuerte al frente, lejos de ser pasado, Megadeth sigue siendo pesado y maravilloso presente. Y resulta diciente del fervor que la banda despierta en este país que el público colombiano haya hecho un sold out en minutos para la primera fecha, del 21 de abril, y asistiera en muy buena cantidad a la segunda, el 22 de abril.
Siete conciertos, y que se siga sumando al Countdown...
Ese mismo público que en el pasado los había recibido en la capital en cinco ocasiones, en distintos escenarios, y fue proponiéndose sorprender a Mustaine con detalles y obsequios simbólicos, se fajó de nuevo en esta doble tanda de 2024. Lo hizo a través de la asistencia, la actitud, el fervor y los varios regalos visuales para los músicos, concertados por su club de fans (a quienes hay que valorarles el esfuerzo y la iniciativa). Así pues, Megadeth y Mustaine sumaron a su recorrido histórico por Colombia dos fechas de tiro consecutivo, algo que probablemente no se volverá a dar y de lo que fue genial formar parte.
Entre estos se cuentan sus dos veces en el Simón Bolívar, incluyendo la primera de todas, en el 2000, en la que el público general se saltó la barda y se tomó la VIP, y aun así dejó una inolvidable y guerreada experiencia (que vivimos en carne propia); y otra, en 2013, abriendo la noche por lo alto antes de que Black Sabbath se tomara la noche.
También hay que añadir un recital en el Palacio de los Deportes, en 2011, correspondiente a la gira de TH1RT3EN, y dos conciertos en Royal Center: el primero, en 2012, celebró 20 años de Countdown to Extinction, y el segundo, en 2014, en el que los empresarios vendieron la idea de que la banda celebraría los 20 años de Youthanasia y el mismo Mustaine lo desmintió en escena (para el pesar de las personas que aman a ese disco, entre ellas, una de las que escribe esta nota). Más allá de ese detalle, la banda dejó un conciertazo brutal, en el que la canción “Youthanasia” resonó fuertísimo (quizá porque se la esperaba tanto).
De éxitos totales y nuevas canciones brutales...
Durante una hora y 20 minutos (tiempo que se puede considerar corto en extensión pero que, habiendo atestiguado lo ocurrido, fue vasto en calidad), la banda estadounidense conformada en 2024 por Dave Mustaine en voz y guitarras, Dirk Verbeuren en la batería, James LoMenzo en el bajo y Teemu Mäntysaari en la guitarra, tocó en esta doble tanta de conciertos muchos de sus clásicos, canciones que marcaron el metal estadounidense y global de los años ochenta, como “Hangar 18″, como “Peace Sells” y como “Holy Wars... The Punishment Due”; y que estampillaron su sello en los noventa también, como “Sweating Bullets”, “À Tout le Monde” y “Trust”. A esta amalgama tremenda le sumaron los hits necesarios de su más reciente disco, The Sick, the Dying... and the Dead!, un álbum que se para solito desde su potencia y que, además, los hizo regresar a una gira mundial.
Si bien el esqueleto de las presentaciones fue muy similar, hubo varias diferencias entre los dos conciertos. En la primera noche sonaron “Countdown to Extinction”, “In My Darkest Hour”, “Wake Up Dead”, “Dread and the Fugitive Mind” y tocaron por primera vez en el país “Devil’s Island”; mientras que en la segunda sonaron “She-Wolf” y “This Was My Life”. En algo debían verse recompensados los más fieles, pero no por eso el segundo concierto se sintió menos poderoso, porque ambas canciones exclusivas de la segunda noche sonaron increíble.
Su voz líder y guitarrista, Mustaine, ‘el Colorado’, como lo han bautizado los argentinos, a quien bien podríamos llamar ‘el Pelirrojo’ en estas tierras, no decepcionó al público. El más ilustre de los exintegrantes de Metallica trascendió ese episodio de expulsión fundacional en los tempranos ochenta para convertirse en uno de los más importantes guitarristas de la historia del género y fundar esta enorme banda marcada por sus composiciones y por esa voz imposible de replicar.
Y acorde con ese nivel de talento y de historia del personaje, la gente les expresó su absoluta veneración a él y a sus canciones. Los cerca de 26.000 asistentes que lo vieron en las dos fechas en el Movistar Arena, que gritaron, saltaron, agitaron cuello y poguearon durante todo el show, salieron sintiéndose como se sienten los fieles recompensados en su fe y devoción.
Por esta razón, tras las noches del domingo y del lunes, que juntas sumaron casi tres horas de Megadeth destilado, el músico de 62 años quedó con lágrimas en los ojos, conmovido por la entrega de un público que no paró un segundo. Y si tocaba una hora más, dos horas más, la gente hubiera estado ahí con la misma intensidad.
En quizá el momento de piel de gallina, durante “À Tout Le Monde” (de Youthanasia; 1994), los fanáticos iluminaron el Movistar con la bandera de Colombia y en la infaltable “Symphony of Destruction” (de Countdown to Extinction; 1992), uno de los himnos del género, el público gritó “Megadeth, Megadeth, qué chimba Megadeth” al ritmo de las guitarras. Este, vale decirlo, es un viejo ritual inspirado en los hermanos argentinos, adaptado a nuestra jerga, que jamás se pondrá viejo.
Sobre el setlist, si bien parecía que tocarían “Mechanix”, uno de sus primeros éxitos del álbum Killing Is My Business... And Business Is Good!, de 1982, pues lo han tocado en algunas de las fechas de esta gira Crush the World 2024 y aparecía en su lista impresa de canciones, no sonó en ninguna de sus dos presentaciones en Colombia.
La sexta y séptima parada de Megadeth en Bogotá, Colombia, fue la última de su paso por Suramérica antes de continuar su gira por Centroamérica, donde la banda alegrará a México y El Salvador. Mustaine, ‘el Colorado’, ‘el Pelirrojo’, uno de los guitar gods del thrash metal, el hombre de la voz única, aseguró que él y la banda no olvidarían lo que sucedió acá, estas noches, y prometió regresar. Algo tiene muy claro, en este continente, en este país, en esta ciudad, su música es una religión musical cuya llama sigue viva.
Una primera noche inolvidable (en voz de un seguidor histórico)
Domingo 21 de abril, el Movistar Arena de Bogotá a reventar con grupos de amigos, de familias incluso, niños, jóvenes, señoras y señores... Bienvenidos a la primera de las dos noches con una de las bandas más rápidas, feroces y contundentes sobre la faz de la Tierra.
No podía ser de otra manera, con Dave ‘el Rojo’ Mustaine al mando, el cuarteto del gigante del thrash salió al escenario. “The Sick, the Dying… and the Dead!” dio inicio a un recorrido de 40 años entre heavy metal, diferencias, músicos virtuosos, agresividad, conversiones, cerca de 30 álbumes y una integridad a prueba del tiempo; continuó “Dread and the Fugitive Mind” como una suerte de apertura a lo que sería la carnestolenda total, la sustancia, la materia prima de la que está hecha emoción de sus fanáticos. “Skin o’ My Teeth”, “In My Darkest Hour”, “Countdown to Extinction”, “Hangar 18″, “Trust”, “Tornado of Souls”, “Á Tout Le Monde”, “Peace Sells”, “Holy Wars”... Lo más selecto de lo selecto en un repertorio de lujo, de fábula.
El finlandés Teemu Mäntysaari en la guitarra, el belga Dirk Verbeuren en la batería y el estadounidense James LoMenzo en el bajo acompañan a Mustaine en esta aventura en la que están aplastando al mundo, como lo indica el nombre de la gira. Sin embargo, en medio de la avalancha de thrash, hubo tiempo para la emotividad gracias al Club de Fans de Megadeth en Colombia: meticulosa y organizadamente, dieron a los asistentes unos filtros con los colores amarillo, azul y rojo, distribuidos en cada piso del recinto, para hacer la bandera del país durante la interpretación de “Á Tout Le Monde”. Posteriormente, el Rojo, el otrora furioso y polémico, salió a agradecer mientras dejaba escapar unas lágrimas. Todo fue emoción.
“Devil’s Island” sorprendió al sonar por primera vez en Colombia, un regalo más del cuarteto; la caldera llegó a un nuevo cenit con “Peace Sells”, los símbolos de paz y dinero se levantaron plasmados en miles de papeles que por un momento le dieron un color blanco a un “techo” construido por los asistentes. “Holy Wars” terminó la primera noche, el cuarteto se despidió, no sin antes hacer la consabida air guitar de Mustaine antes de salir, listo para lo que sería la jornada del lunes 22 de abril...
Una fanaticada que eleva
¿Lunares?
Los hubo, porque no todo es perfecto. Eso quedó claro en espacios como X, o Twitter, o como le quieran llamar, donde la usuaria @Miss_Milemoon expresó: “Ayer, en #Megadeth, con sillas numeradas, una gente se hizo en sillas q no les correspondían. Minutos antes dos logísticas estaban embaladas porque la gente obviamente estaba reclamando. Empezó el show y les tocó quedarse parados y hacinados. ¿Por qué h********s no respetan?”.
Ya mencionamos antes el episodio del año 2000, en el que parte del público se saltó la barda (en Iron Maiden sucedió lo mismo), así que esto no es nuevo, pero ojalá suceda cada vez menos, y se respete el lugar de cada quien y el derecho a ocupar el lugar por el que pagó.
Coda rockera
Ya está cerca de terminar uno de los meses más rockeros de los que se tenga memoria en esta ciudad, pero faltan aún por realizarse varios toques imperdibles que puede consultar en nuestra agenda de conciertos.