Cuando en El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez, José Palacios le cuenta a Simón Bolívar que han llegado a Mompox, este le responde: "Mompox no existe, a veces soñamos con ella pero no existe". Un gran piropo del nobel colombiano a la bella población colonial que encanta a todos sus visitantes. El propio Bolívar histórico, que la visitó siete veces, solía referirse a ella como "Tierra de Dios". Quien la visite ahora, en 2012, tendrá un sentimiento agridulce. Sin duda sigue siendo una ciudad muy hermosa, pero no está siendo preservada como se debe.No es fácil llegar a Mompox. No hay vuelos comerciales y desde Cartagena, por vía terrestre, el viaje dura seis horas, así se tome la ruta de Magangué o la de El Plato. La primera es más corta pero, con la larga espera de un ferry para atravesar el río Magdalena, termina siendo igual en tiempo. La opción más rápida es la de Corozal, de tres horas, pero tiene el inconveniente de que los vuelos desde Bogotá no tienen una frecuencia diaria. El difícil acceso parece un sino de Mompox que la hace esquiva para el viajero y por eso mismo, tal vez, más deseada. A mediados del siglo XIX, con el cambio del cauce del río Magdalena que apenas le dejó dos brazos que la convirtieron en isla, empezó su declive, que se acrecentó con el surgimiento de la navegación a vapor: no era necesario hacer escalas y, además, los barcos de vapor no podían navegar fácilmente por los brazos de Mompox como lo hacían los viejos champanes. Ya no volvería a ser la ciudad rica y estratégica desde la cual se llevó a cabo la colonización del interior del país. Quedó, en cambio, un valioso patrimonio cultural y una arquitectura civil y religiosa de estilo sevillano. Cuando en 1959 Mompox fue declarada Monumento Nacional parecía que después de muchos años de abandono el país tomaba conciencia de su importancia histórica. Sin embargo, no pasó de ser una declaración. Y luego, en 1995, el centro histórico de Mompox fue incluido en la lista de sitios del Patrimonio Mundial por la Unesco y se pensó que iba a comenzar un nuevo auge. Tampoco fue así. Estar a la par de Venecia, Machu Picchu, la Gran Muralla China, las pirámides de Egipto y Cartagena, de poco le ha servido.Después del largo viaje y del cansancio, el visitante se ve recompensado por los encantos de Mompox, que lo devuelven a otra época. Aunque el efecto empieza a desvanecerse muy pronto: el arribo a la plaza de la Concepción le produce un shock. Ahí está, como un fantasma, el derruido edificio del Mercado que lleva 15 años en proceso de restauración y cuya ejecución, a cargo de la Gobernación de Bolívar, ha empezado y, varias veces y por distinto motivos, se ha suspendido. Ahora hay una nueva partida por 300 millones. El deterioro de este edificio, construido en 1910, afectó la plaza, que era la puerta de entrada a Mompox y el lugar más importante de su actividad social y económica. El eje emblemático de la ciudad tuvo que desplazarse hacia otros lugares y los locales aledaños se encuentran cerrados o a la venta. Actualmente, tanto la plaza como la calle aledaña de San Juan se encuentran fuera de circulación y en obra negra por los trabajos que adelanta el Ministerio de Cultura y la Alcaldía de Mompox a través de un contratista. Esta intervención ha desatado una fuerte polémica y el rechazo de un grupo de ciudadanos que cuestionan el criterio con el que se está realizando. Para ellos se trata más de una 'remodelación' que de una verdadera 'restauración' porque "el diseño de la obra no respeta los valores de la arquitectura momposina y la tradición de los momposinos en la decisión de sus asuntos". En líneas generales, el cuestionamiento se hace por el tipo de materiales que se van a utilizar: adoquines y baldosas de fabricación industrial, y por el diseño: bancas de plaza en concreto "tipo amueblamiento urbano de Bogotá y Medellin", postes y carpas "en materiales sintéticos tipo centro comercial Bima de Bogotá". El ingeniero y antropólogo Giovanni de Filippo dijo al respecto: "Una modernidad sin alma, similar a la que se ha vendido para ciudades comunes, con el beneplácito de algunos personajes fabricados bajo estos preceptos, se apodera de la ciudad". La plaza de la Concepción no es el único tema polémico en materia de intervenciones. con la ola invernal de 2010, las albarradas -murallas de origen colonial para contener las aguas del río- se vieron bastante afectadas y pusieron en riesgo de inundación el centro histórico. El gobierno nacional gestionó recursos de cooperación internacional por 100.000 dólares para su mantenimiento con la Escuela Taller de Santa Cruz de Mompox. El resultado fue una muralla pañetada con cemento que en nada corresponde a la original. Además, le hicieron unos descansos que esta nunca había tenido. El problema radica en que no hay pautas claras para las intervenciones y tampoco una autoridad específica que las haga respetar y que responda. Desde la adopción en 2009 del Plan Especial de Manejo y Protección de Mompox no se sabe a ciencia cierta si la responsabilidad recae en la Junta de Protección o en el Ministerio de Cultura. Dice José Orlando Rojas, alcalde de Mompox: "Con respecto a las políticas para la conservación del patrimonio arquitectónico de Mompox, la primera acción que tomé fue presentar el acuerdo municipal para la modificación de la Junta de Patrimonio conforme a la resolución 2378 de 2009 del Plan Especial de Manejo y Protección de Mompox (Pemp). Esta Junta, que anteriormente operaba como un órgano de consulta para las intervenciones arquitectónicas desde el año 1994, la pasada administración municipal no la tenía en cuenta, como tampoco le dio aplicación al Plan Especial de Manejo y Protección (Pemp) ni al acuerdo 001 de 1994. Es por eso que en el sector antiguo de Mompox y en su área de influencia se expidieron licencias de construcción sin respetar las normas expresas de conservación".Lo cierto es que el Ministerio de Cultura no responde las peticiones de los ciudadanos y en Mompox parece haber un ambiente relajado en el que cada quien hace lo que quiere: cambiar el andén de su casa y poner la tableta que se le ocurra, embaldosar y construir una gran piscina en el jardín típico momposino de una casa de conservación integral, hacer un segundo piso o romper un techo de barro para abrir una ventana, instalar una enorme antena de comunicaciones que contamina visualmente toda la ciudad. Enrique Cabrales, ganadero y propietario de una casa de conservación, dice lo siguiente: "Yo respeto a mis vecinos, pero respeto mucho más la historia". Y Betty Sinning, descendiente de una familia tradicional, le responde al Bolívar de García Márquez: "Mompox sí existe y queremos seguir soñando con ella".