Hacia las 11:00 de la mañana aterrizamos en el aeropuerto San Bernardo, ubicado en el municipio de Corozal, un lugar rodeado de vegetación y con un fin muy claro, el de recoger y llevar a turistas hacia sus destinos.
De entrada, la amabilidad de las personas y su hospitalidad resaltó en cada esquina, pues en lo que más se esmeran es en que el turista se sienta bien y quiera volver.
La travesía empezó con unas tres horas de viaje a través de una autopista para llegar a Mompox. Alrededor, la vegetación, la ganadería y las casas hicieron que el camino fuera más ameno, sin embargo, solo hasta llegar a Magangué es que el río Magdalena se ve en todo su ancho y esplendor.
Una vez se cruza por el puente Roncador, el paisaje se abre con numerosas ciénagas como la Grande; la De Lona; la Pajaral, entre otras, sobresaliendo a lo largo del camino. Aunque desde 2018 se encontraba en construcción, fue hasta hace unos meses que se abrió, acortando los kilómetros de llegada.
Ubicado entre Yatí, corregimiento de Magangué, y Bodega, corregimiento de Cicuco, este puente, conocido como el más grande del país, el quinto en longitud de América Latina y pieza vital en la interconexión vial Yati–Bodega, ha sido una de las construcciones más fructíferas del departamento de Bolívar.
Este nuevo corredor vial permite que tanto Mompox como el sur de Bolívar se conecten rápida y eficientemente con el centro del país, teniendo una extensión de 12 kilómetros y una inversión que asciende a 236.000 millones de pesos.
Considerado como uno de los planes de interconexión viales más importantes de Colombia, esta megaobra vinculada a la Ruta del Sol, ha permitido que, con su nueva apertura, Mompox reciba más turismo del que incluso tenía antes de la pandemia.
‘’Estamos viendo un incremento potencial del turismo a la ciudad, afortunadamente la construcción de ese puente nos ayudó mucho para recuperarnos de la pandemia. Está empezando a llegar mucha gente de nuevo, los extranjeros se están empezando a interesar en nuestro municipio y estamos viendo un incremento grande de turismo a la ciudad gracias a este tipo de obras que aportan para el crecimiento de esta zona del país’', señaló para SEMANA, Luis Alfredo Domínguez, gestor cultural de Mompox.
Gastronomía y atracción turística: focos de crecimiento y desarrollo
Tras un largo trayecto en la autopista, la primera llegada fue al restaurante ‘Comedor Costeño’, el cual está ubicado al lado del río Magdalena. Con mesas al aire libre y comida típica de la región, la mojarra, el bagre, el bocachico, el arroz con coco, el patacón y el jugo de corozo, fueron los platos protagonistas en la mesa, otro punto que hace de este municipio algo imperdible, los sabores típicos de esta tierra.
Sin duda, la gastronomía momposina, tiene sus detalles, ya que además de la pesca, el corozo, la fruta nativa del Caribe, resulta dulce y refrescante para el cuerpo y el paladar. Este fruto semejante a una uva o ciruela de color rojo intenso tiene una textura fibrosa y un sabor muy ácido, el cual hace juego perfecto con el típico jugo de corozo, característico de Mompox.
De acuerdo con el guía turístico y gestor cultural, la mejor forma de acompañar este jugo representativo del distrito es conun queso de capa: ‘‘Es un queso que viene envuelto en capitas, hecho de leche de vaca y tiene un proceso de preparación que demora como dos horas mientras la leche se convierte en una cuajada, una vez se tiene la cuajada, sale después como un tipo de masa chiclosa y esa masa la expanden después en una mesa -como la de una pizza- para ser tratada, una vez está estirada, se usa un cuchillo para cortar las laminitas, dejando unas telitas’’.
Este proceso de preparación tiene una duración de aproximadamente dos horas y después de tener las llamas ‘”telitas de queso”, las van envolviendo hasta que quede el queso.
Además del jugo de corozo, también existe el vino de corozo, oriundo de esta misma zona del departamento de Bolívar, el cual tiene un sabor dulce -similar al del jugo de manzana- y del que también existen dos tipos: seco y semi seco.
Abad Sosa, dueño de la marca Vino Mompox, le dijo a SEMANA que, aunque esta fruta sea sembrada y preparada por los momposinos, él fue el primero que hizo de este vino un negocio, el cual ya lleva 18 años. ‘’Nosotros lo volvimos a lo que se conoce hoy como vino de corozo de Mompox. Le dimos fue una parte empresarial, ya que todos los momposinos saben hacerlo en sus casas (…) para preparlo esperamos a que los campesinos nos traigan el bulto de corozo, una vez lavado y cocinado por dos horas se prepara un jugo y se deja fermentar por un tiempo, después de eso, lo tratamos y le agregamos azúcar -no en mucha cantidad- y se deja madurar’'.
Igualmente, le explicó a este medio que comercialmente y en ventas ‘’la pandemia fue un obstáculo para nosotros, fue algo que nos estancó, sin embargo, después del 8 de julio abrimos en otros mercados, ahora tenemos distribución en toda la costa en ciudades como Barranquilla, Santa Marta, Valledupar, Sincelejo, Montería y parte del interior. Estamos en Bucaramanga y Bogotá, esto se maneja por encargo y nosotros los mandamos por pedido’'.
La compañía también tiene otros vinos que salen de frutas que muchas veces se dejan perder o dañar. ‘’Hemos aprovechado otras frutas que antes no eran consideradas para un vino como el mamoncillo, el tamarindo o el mango, cada uno tiene su proceso de preparación. El mango, por ejemplo, por sus propiedades tiene más maduración y hay que saber en qué tiempo se puede sacar y en cuál no, hay que conocer bien la fruta’'. No obstante, el 90 % de la empresa se dedica a hacer vino de corozo que es el más característico.
Sobre las ventas, Sosa explicó que con la llegada de la pandemia no se desesperaron porque sabían que los mercados se iban a abrir y se pusieron a perfeccionar los otros tipos de vinos que se retaron a producir: ‘’Nosotros estamos trabajando con aproximadamente 15 familias. Además de generar empleo, también tenemos un aprovechamiento de los recursos naturales, reciclamos una parte del envase y le ayudamos a los recicladores de la zona’'.
A cerca de los restos de frutas que quedan después de ser tratadas, la empresa Vino Mompox también las da para aportar al medioambiente. ‘’Los residuos y las propiedades que nos quedan aportan a reforestar el medioambiente, ayudan a la alimentación de cerdos y animales y ahorita mismo se los estamos dando a asociaciones. Nosotros pertenecemos a un programa del Ministerio de Ambiente que se llama ‘Negocios Verdes’, y se enfoca en que podamos aportar al medioambiente, que lo que tu hagas no sea un contaminante, esa es nuestra responsabilidad social. Trabajamos con mujeres cabezas de hogar y reciclamos’'.
Finalmente, Sosa le aseguró a SEMANA que, para los turistas o personas de otras partes del país que quieran probar este vino característico de la zona lo pueden pedir a través de su página de Instagram o en la página web. Allí podrán encargar el que más les guste y ayudar no solo a los distribuidores sino a que la marca tenga más reconocimiento fuera de Mompox.
Atracción turística mediante la creación de negocios
Caminando por algunas calles encharcadas y con barro, producto de las fuertes lluvias, pero coloridas e imponentes por su impresionante estructura tipo colonial, se denota un cariño por este distrito, que pocos habitantes tienen en otras zonas del país. Mompox viene trabajando arduamente por convertirse en uno de los focos turísticos más importantes del país y para ello, toda su población está inaugurando cafés, bares y excelentes restaurantes que exaltan las características principales de todos los componentes culturales que poseen.
‘’A eso es a lo que hay que apuntarle, es una manera formal de generar ingresos para sus familias y de generar empleo. Cada barcito, café y restaurante tienen sus empleados, que de una u otra forma, ayudan a llevar sustento a la casa, gracias a ese turismo que cada uno de estos negocios atrae’', dijo para SEMANA el gestor cultural.
En el recorrido, donde además de notarse algunas viviendas en depresión y varios comerciantes con trabajo informal, Domínguez fue claro en que lo que se busca es que la identidad del momposino no se pierda, sino al contrario, que se quiera quedar para construir su negocio, y así el trabajo informal no continúe siendo el principal generador de ingreso en los hogares del municipio, sino, que todas las personas que tienen los ‘’puesticos’' logren formalizarse para ayudar al crecimiento de la ciudad.
Mompox pasó de tener solo dos hoteles en los años 80, a casi 70 ya registrados formalmente; en el municipio se encuentra alojamiento para todos los gustos: hoteles, hostales y casas familiares, que aportan a que el turista se quiera quedar o pretenda regresar para explorar mucho más de todo lo que tiene por ofrecer.
Una vez instalados en el ‘Hotel Doña Manuela’, lo primero y que más llama la atención es la lejanía con la vida urbana, el ruido y el estrés. La edificación construida en el siglo XVII cuenta con un llamativo y gigante árbol de caucho, de 20 a 30 metros de altura, en todo el centro de la construcción.
Recientemente, este hotel fue restaurado por el Ministerio de Industria y Comercio de Colombia, con el fin de no dañar su infraestructura, pero sí de mantenerlo en buen estado para quienes decidan hospedarse allí.
‘’Lo que nosotros esperamos es que las entidades estatales como Fontur, el Ministerio de Industria y Comercio, Procolombia, entre otras, nos ayuden a promocionar más a la ciudad y sea más visible, que nos ayuden a ampliar el mercado y el horizonte a otros lugares para que el turismo que llegue no sea solo europeo -lo cual es muy bueno- sino también desde otros lugares como Asia, Norteamérica, o incluso África; esas entidades son las que tienen el poder de colocar la ciudad en el ojo del mundo’', finalizó Domínguez.
Sin duda, el viaje por Mompox está lleno de historia, sabores, infraestructuras heredadas y mucho cariño de parte de su gente, pero también, del compromiso para hacer de este Distrito Especial el foco de turismo y economía al que todos le están apuntando.