No es un secreto que el gran lujo en Bogotá, más allá del dinero, es vivir cerca del trabajo. Y una sencilla razón lo explica: moverse en la capital de Colombia es nada menos que un reto existencial. Esto por cuenta de la congestión constante, de las obras que no se sabe en qué van a parar, de la rampante inseguridad (en buses, calles, ciclorrutas), de las distancias inimaginables en avenidas estrechas (que a muchísimas personas le significan, solo llegando a su lugar de trabajo y regresando a su hogar, entre 3 y 6 horas de su día, incluso utilizando Transmilenio).
Y bien quedó registrada esta realidad en el TomTom Traffic Index, en el que Bogotá fue la ciudad más congestionada del mundo el año pasado, con conductores que pasaron un promedio de 132 horas en el tráfico de la hora pico.
Además, si se corre con la “suerte” de ser mujer, se tiene que lidiar con degenerados y depravados que no temen acosar físicamente a sus víctimas (incluso masturbándose cerca de ellas), y que, en medio de las aglomeraciones tremendas en las que suelen actuar, salen impunes. Estas acciones nefastas, en muy pocos casos, dan pie (como mínimo) a una sanción social.
Sí, en pocas palabras, el asunto de desplazarse en Bogotá es salvaje, y por eso resulta tan adecuado el título Movilidad Salvaje para esta serie documental de cuatro capítulos que se propone ilustrar y explicar la dimensión de este agravio bogotano, que se vive a diario y que, a pesar de las promesas de metro, se seguirá sufriendo por años.
Una producción de Elegante Lab, un estudio audiovisual que viene echando mano de gran factura fotográfica, sensibles ángulos ante las historias que presenta y técnicas vanguardistas (entre ellas, el manejo con criterio de la IA), la serie aborda la problemática de la movilidad en Bogotá desde la perspectiva de aquellos que experimentan las dificultades de desplazarse en la ciudad, pero no se queda ahí, parte de un piso firme de contexto e información. Y para soportarlo, lanza datos verificados y comparte material de archivo (en video y fotográfico).
En palabras de sus creadores, esta producción “explora los desafíos que enfrentan los ciudadanos y ciudadanas en relación con las vías en mal estado, el tráfico, el sistema de restricción vehicular conocido como “pico y placa”, y la inseguridad, desde la experiencia de quienes usan carro, moto, bus y bicicleta”.
En este punto, ya se han emitido dos e las cuatro entregas. La primera, enfocada en el automóvil (y compartida aquí abajo), se llama Lo invito a que venda el carro. La segunda, que se fija en los buses y en Transmilenio, se llama ¡Manden buses!, apelando a esa frase que encapsula toda la frustración de los usuarios de un servicio de transporte indigno que suele defraudarlos con pésimas frecuencias y largos tiempos de espera en condiciones inseguras.
En los dos capítulos restantes, la serie abordará el tema de las motocicletas y de las bicicletas. El tercero se titula Los sicarios no matan gente en patineta, y el cuarto va directo con un título explicativo, lamentable y cierto como Bogotá, capital mundial de la muerte en bicicleta.
Además de la información y el material de archivo, la serie se fundamenta y hace sólida desde los testimonios que recoge. Es así como ofrece contexto pero lo aterriza desde la incontrovertible experiencia de los ciudadanos y ciudadanas de Bogotá que enfrentan a diario el caos de su propia movilidad.
A través de los temas expuestos, Movilidad Salvaje también pone sobre la mesa problemas transversales como los asociados a la gestión de la infraestructura vial y la planificación urbana en la capital, urgiendo por mayor inversión y, ante todo, por una mejor planificación para hacer frente a los desafíos de la movilidad en la ciudad. Y por medio de la sección huecografía, que presenta al final de cada episodio, analiza en detalle los huecos en las vías de la ciudad. La idea es insistir en los riesgos que representan y fomentar su reparación generalizada.
Desde su lanzamiento hace algunas semanas, los comentarios que ha suscitado en el público han sido altamente positivos, como uno que asegura que la serie ofrece un “perfecto equilibrio entre estadísticas, testimonios, material fotográfico y comedia (cinismo por parte del gobierno). Perfecta manera de exponer esta problemática!”. Por eso no sorprende que haya captado la atención del público en las plataformas en las que vuela, Instagram, TikTok y YouTube. Con más de 19.000 seguidores en TikTok y 18.000 de views en su segundo episodio, la serie ha generado un impacto significativo en las redes sociales, pero aún tiene un público de millones de capitalinos por alcanzar.