Cuando en 2012 recibió lo que se considera el Nobel de la literatura en lengua española, la revista Arcadia publicó un artículo en el que se lo describía como un inconformista, contrario al pensamiento único y desobediente hasta en la escritura.

Él se definía como un poeta “discontinuo e intermitente.”

Entre sus obras más destacas están Manual de infractores -por el que obtuvo el Premio Nacional de España de Poesía en 2005-; Entreguerras, un largo poema autobiográfico, de casi tres mil versículos, sin rima ni metro prefijados y sin signos de puntuación, y La noche no tiene paredes, un libro en el que se sumerge en “el abismo de la memoria” y reivindica la necesidad de dudar porque, como dijo en entrevista con agencia EFE, “el que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido que hay a un imbécil”.

Caballero Bonald nació en Andalucía en 1926. Sus padres eran cubanos, y siempre mantuvo una relación cercana con la literatura latinoamericana. Cuando ganó el Cervantes, el jurado, Darío Villanueva, dijo que era “una figura de las más destacadas de la literatura española” y que tenía “una marcada proyección iberoamericana.”

A sus 80 años afirmó que “el que no se queda callado, el que iguala el pensamiento con la vida, tiene ya mucho ganado para rejuvenecer.”

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, lo elogió a través de su cuenta de Twitter: “ha fallecido José Manuel Caballero Bonald. Referente de los últimos tiempos de la cultura en nuestro país, gran poeta y novelista que perteneció a la generación de los ’50. Mi pésame y cariño para su seres queridos”.

Le recomendamos: