Los inventos humanos han superado las capacidades de tiempo, velocidad y alcance de la los seres vivos: la rueda, las armas, los celulares. Pero pocas veces se ha creado tecnología con el fin de expandir las fronteras creativas de la humanidad. My Artificial Muse es una performance que muestra cómo la máquina no reemplaza al hombre sino que puede cocrear arte con él.Albert Barqué Duran -artista, economista, neurocientífico y doctor en ciencias cognitivas-, Marc Marzenit –ingeniero, productor internacional de tecnho y artista musical- y Mario Klingemann -artista computacional-, son los creadores de My Artificial Muse. “Lo que buscamos es poner patas arriba el concepto clásico de la musa inspiradora, respondiendo a la pregunta ¿qué pasa si la musa no es humana ni espiritual, sino que es una máquina?”, cuenta Barqué.Le sugerimos: ¿Medalla a un robot? La curiosa condecoración de Federico GutiérrezEl resultado es una performance en la que la máquina, representada en un cubo que hace alusión a una computadora, crea una obra de arte a partir de algoritmos y el pintor -Barqué- reproduce esa obra de arte creada por la máquina en un óleo. Todo sucede en tiempo real. De fondo se escucha la música compuesta por Marzenit, la cual es intervenida por unos sensores de movimiento que lleva Barqué en las manos, con los que manipula los altos y bajos de la composición musical en cada pincelada. Al final el público presencia tres obras de arte: una creada por la máquina, una creada en vivo por el pintor y una composición musical siempre nueva.

El proyecto comenzó en 2017. El primer paso fue crear una red neuronal que decodofica más de 300.000 imágenes de obras de arte y extrae las formas y poses humanas que encuentra en esas imágenes. Esas formas son transformadas en arquetipos de figuras geométricas (lo que se ve en el primer acto de la performance). Luego la máquina relaciona el arquetipo con las fotografías y aprende a crear figuras humanas. De esta manera, luego de un proceso de creación que dura 12 horas, la máquina logra generar una nueva obra de arte que involucra una figura humana.La performance dura una hora y está dividida en cuatro actos. Durante estos se cuenta el proceso que hizo la red neuronal de inteligencia artificial, en tanto Barqué pinta un óleo basado en la creación de la máquina. Alrededor suena la música que está siendo manipulada por los movimientos. La máquina le va marcando los tiempos al pintor, mientras le muestra cuáles son los límites a los que puede llegar. “Siempre se crea una triada: máquina, hombre y sus interacciones”, afirma Barqué. Los artistas confiesan que unas veces sienten la seguridad de que el hombre está por encima de la máquina y otras se sienten sorprendidos por la capacidad creativa de la máquina, que parece superior a la suya. 

Futurista, atrevida y transgresora han sido algunas de las categorías que ha recibido My Artificial Muse. Lo cierto es que, como segura Barqué, es una performance que tiene un núcleo científico, pero está vestida con ropa artística. Una puesta en escena que pone en interacción elementos históricamente antagónicos: la máquina y el pintor, la musa y la inteligencia artificial que inspira a los artistas, la computadora y el lienzo.“No buscamos provocar nada en específico. Las reflexiones son personales. Nos hemos encontrado con personas a las que les causa miedo y con otras a las que las seduce la idea. Esto nos ha dado mucho material para investigar y experimentar cómo la tecnología puede ser colaborativa con el arte e inspirar la creación humana”, cuenta Marzenit.My Artificial Muse ha sido presentado en el festival Sonar de Barcelona, en Cracovia, Londres y ahora en Medellín. Al salir Colombia regresará a España. La ruta de la gira mundial aún sigue en construcción, esperan visitar Alemania, Italia, Japón, Latinoamérica y regresar a Colombia.DestacadoMarzenit y Barqué trabajan juntos en el proyecto The Zero-Gravity Band, una banda sonora que busca poner los músicos en un escenario de gravedad cero, para explorar cómo puede hacerse arte por fuera del planeta tierra, en un lugar del espacio donde rijan otras leyes de la física.