Esto no es un hotel, decía en vida la directora artística y principal fuerza del grupo Hotel Pro Forma, Kirsten Dehlholm. Por ella, con ella y sin ella, porque se fue de este plano apenas en julio de este año, su grupo artístico seguirá llevando sus espectáculos al mundo. Este fusiona artes visuales, artes teatrales y música, articulando visiones y colaboraciones, en el marco de los temas que toca. “Somos una compañía de performance art, y hacemos exhibiciones y performances por todo el mundo. Trabajamos con producciones de gran escala, en las que se funden muchas disciplinas artísticas”, decía Kirsten en un video hermoso sobre su pieza NeoArctic y el grupo que creó en 1985 con Ralf Richardt Strøbech.
Esto no es un hotel, secundan la productora del grupo, Lisbeth Jacobi, y su diseñador de iluminación, Jesper Kongshaug, quienes colaboraron junto con Dehlholm en el grupo por diez y treinta años respectivamente. Ambos hablaron con esta revista desde Copenhague, antes de traer a Colombia NeoArctic, la producción que estrenaron en 2016, que han presentado en escenarios notables como el Kennedy Center de Washington D.C., y que en Bogotá se presentará en cinco funciones en el marco del FIAV (que se desarrolla del 4 al 14 de octubre en Bogotá, con una gran oferta de espectáculos en teatros y en las calles). Por el tema que aborda, el cambio climático, esta producción solo se hace más relevante con el tiempo. Si a esta ciudad hubiera llegado en 2016, quizá hubiera caído en sensibilidades más sordas, pero ante racionamientos de agua, no hay lugar para negacionismos.
La obra es una colaboración entre Hotel Pro Forma y el Coro de la Radio de Letonia, que ofrece “12 canciones, 12 paisajes sonoros, 12 paisajes, 1 planeta”. A NeoArctic se la ha llamado una ópera multidisciplinar, y para su directora creativa era una advertencia sobre la era del Antropoceno, en la que el ser humano, con su huella profunda, está cerca de destruirse, con su entorno.
Para Lisbeth y Jesper, el espectáculo de 80 minutos es un postulado que nace de la poesía y se expresa desde las artes visuales, una experiencia que reta la paciencia, el gusto, la comodidad, y luego le da sentido con un cierre dolorosamente hermoso. Digna producción de Dehlholm y su hotel artístico (que abordó temas como la guerra, el Medio Oriente, el cosmos, el dinero, la sociedad china, a Darwin y a Jesús), NeoArctic no aspira a lo agradable, sí a la belleza.
Duelo y homenaje
Kirsten se había debilitado, reconoce Lisbeth, y por eso decidieron evitarle el desgaste de los viajes y el estrés de la producción. Pero cuando se lo comunicaron, Delhholm, de 79 años, exclamó: “Claro que voy, ¿por qué no habría de ir?”. Preparando este viaje y las presentaciones, vivió una etapa final muy vívida, muy enérgica. “Su muerte fue un shock, pero sabemos que la pasó muy bien antes de partir, y tratamos de mantener ese espíritu haciendo lo que podemos para seguir en su ausencia. Es una gran pérdida, pero nos impulsa saber que sentía la energía para asumir esto y recordar lo mucho que le gustaba mostrar su trabajo a las audiencias”, cuenta Jacobi.
Por su parte, el diseñador de iluminación del grupo, Jesper Kongshaug, confiesa que este es un momento de lecciones a nivel profesional, porque es un honor traer esta producción a Colombia junto con el Coro de Letonia. Personalmente, Kongshaug confiesa que aún no lo abandona el sentimiento de tristeza. La partida de Kirsten todavía le juega trucos mentales, le genera pesadillas. Pero cuando piensa en la emoción, tensión y alegría de lo que crearon juntos y cómo lo crearon, vuelve a un espacio inspirado. En primer lugar, sobre NeoArctic destaca que las visuales de la producción gozan de una calidad intemporal. “Me sorprende –cuenta– porque el teatro suele entregar una declaración del tiempo exacto en el que fue producido, pero en el caso de las producciones de Kirsten, es casi imposible encasillarlas”.
Jesper señala que esta obra fue la primera de una era distinta en el grupo, con un equipo artístico nuevo, cuando el lenguaje del video cambiaba y llegó un diseñador de sets excelente. “Fue una fase de transición, el paso de una generación dando paso a otra”, y según relata, el proceso fue difícil. “Recuerdo reuniones de mucha duda y choque, de creer que esto jamás funcionaría. Eran discusiones artísticas; éramos amigos pero crear fue duro. Esto es teatro, somos profesionales. Lo logramos y ha sido maravilloso”, sentencia satisfecho. En esta ópera híbrida, el video es compromiso, porque “la belleza y la naturaleza se transmiten de una manera extremadamente digital”, explica Jesper, quien destaca también el trabajo y el efecto de sus amigos del coro en la producción.
“Fue genial hacerla, especialmente en las noches, cuando discutíamos. Kirsten era una persona muy graciosa. Fue un tiempo de mucho gozo, y sentimos un progreso. Me enorgullece esta obra, y tiene algo que hemos preservado. Trabajar con ella era sentir la energía de recibir afirmaciones más fuertes que las negativas, porque también se te decía que no”.
Le preguntamos a Lisbeth sobre el reto de articular las vertientes de NeoArctic. Todo parte de los poemas del dramaturgo islandés Sjón, un talento mundial al que le pusieron tarea luego de una labor inicial de investigación. “Partimos del balance de un simposio ambiental que tuvo lugar en Berlín un par de años antes de que empezáramos a trabajar en NeoArctic para armar una base textual. La obra se divide en tres capítulos, y cada uno tiene cuatro canciones. Y a Sjón le dimos los títulos de las canciones, le compartimos la base textual y le dijimos: ‘Adelante’. Tuvo libertad artística para crear los poemas que creó –explica Jacobi– y luego los entregamos a los dos compositores, a quienes también les pusimos la tarea de crear seis piezas cada uno”. El resto del proceso, que tomó un par de años, partió de ahí. “Cuando Sjón envió los poemas, nos inspiraron muchísimo. Y los equipos comenzaron a trabajar juntos: la parte visual, artística, de video, la escenografía, las luces”... Y ahí volvemos a esa reuniones acaloradas y emocionantes de la creación que describía Jesper.
Cuando indagamos sobre ese rótulo de vanguardia que los acompaña, Lisbeth asegura que “no siempre estamos adelante, pero siempre hacemos algo diferente. Y hemos sido pioneros en formas de expresión, visuales o auditivas, jugando con nuevas tecnologías antes que otros”. Tiene claro, además, que no son ni serán mainstream. Jesper cuenta que la pieza crea emoción, por la belleza y la violencia hermosa de los videos, con sus renderings de la naturaleza y de cómo la tratamos. “No es agradable; es a veces algo incómoda –cuenta– pero es belleza. La obra te cuestiona sobre si te gusta o no, porque es hermosa exponiendo algo horrible. Y reta tu paciencia. No sé si sea avant-garde”.
El arte avant-garde no te da respuestas, anota Lisbeth. “Y definitivamente no damos respuestas, ni queremos una reacción específica de nuestra audiencia. No queremos decir qué está bien o mal, pero sí indagar en algunos de los elementos perturbadores y extraños de este mundo. Elevamos más preguntas. De una función de Hotel Pro Forma no sales aliviado o satisfecho en la búsqueda de respuestas, pero sí apuntamos a añadir belleza a nuestros trabajos. Quizá por eso se describen como dolorosamente hermosos. Y fue siempre la meta de Kirsten, quien decía que así el mundo fuera un lugar terrible, había esperanza mientras aspiráramos a la belleza. Ese es el único mensaje que nos sentimos cómodos expresando, porque dar mensajes no es lo que hacemos”.