La Virgen María, madre de Dios, le enseñó a Santo Domingo a rezar el rosario en el año 1208, y le dijo que propagara esta devoción y la usara como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe y el pecado.
Santo Domingo era un sacerdote quien una vez fue a Francia para defender la fe contra la herejía albigense. Mientras él rezaba en la capilla del monasterio de Prouille, la Virgen se le apareció con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le ofreció 15 promesas para aquellos que lo hicieran fielmente.
Las promesas incluían protección especial y gracias, una disminución del pecado, una abundancia de misericordia para las almas y la recepción de los sacramentos antes de morir. La Virgen del Rosario también es conocida como Nuestra Señora del Rosario y es una advocación mariana venerada en la iglesia católica, la cual le celebran su día el 7 de octubre de cada año
Por tal razón, hacer el rosario y la oración que se mencionará a continuación será de gran ayuda para pedir por los pecados cometidos y por la fe.
Oración a la Santísima Virgen del Rosario
Amada por Dios desde toda la eternidad, viniste al mundo llena de gracia y sin la más ligera sombra de pecado para ser Madre de Jesús y Madre nuestra. Cuando el ángel te saludó en nombre de Dios, respondiste sí a la invitación divina, y el Verbo se hizo carne en tu seno virginal.
Desde entonces comenzaste a vivir en íntima comunión con Él los misterios todos de su vida, y te convertiste en Nuestra Señora del Evangelio, de la Redención y de la Gracia.
Junto a la Cruz bebiste con tu hijo Dios el cáliz amargo del dolor y unida a Él mereciste para todos los redimidos la vida eterna. El Espíritu Santo descendió en Pentecostés nuevamente sobre Ti y te consagró Madre de la Iglesia. Coronada ahora en el Cielo como Reina y como Madre de todo lo creado. Tu corazón continúa aquí en la tierra. En El confiamos.
Madre del Rosario acércate aún más a nosotros. Te pedimos por los que no tienen fe o rechazan tu luz. Por los que no tienen pan. Por los enfermos y por los sanos. Por los que viven angustiados o sufren sin esperanzas. Por los hogares que se elevan y por los hogares que amenazan ruinas.
Santifica y fortalece al Papa, el dulce Cristo en la tierra, a los Obispos y sacerdotes, a todos los llamados a seguir más de cerca de Jesucristo.
Enciende en sus corazones un fuego que jamás se extinga.
Madre del Rosario, únenos a Ti en la tierra y llévanos contigo al Cielo. Así sea. Amén.