La oración es uno de los actos que más repiten los creyentes para comunicarse con Dios. Los seguidores de este tema, ligado a la cultura religiosa, dicen que para orar solo se necesita tener fe y disposición.
De acuerdo con el blog de la organización Coalición por el evangelio, hay casos en los que se habla mucho de la oración, pero, en realidad, la toman como un pasatiempo. En ese sentido, comparten que la oración debería convertirse en una disciplina o hábito que se hace con persistencia.
“La oración no es para entretenernos, sino un mandato de Nuestro Señor Jesucristo para cultivar nuestra relación con Él y nuestro crecimiento espiritual”, agregan.
Por su parte, Lights magazine TV comparte que se puede ver a la oración como una puerta que abre “los tesoros de los cielos”. En la misma línea, existen actos de oración que se dan específicamente para un tema puntual, ya sea dirigidos a un ángel, santo, a la Virgen María, Dios, etc.
Precisamente, entre las peticiones, muchos creyentes le piden al Santísimo Sacramento del altar.
¿Qué es el Santísimo Sacramento del altar?
Acudiendo a explicaciones del portal Catholic.net, la Iglesia, en términos generales, considera al Santísimo Sacramento del altar como “el mismo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo”.
De manera conjunta, se enfatiza en la necesidad que tiene la eucaristía para dicho aspecto, ya que significa unidad del pueblo de Dios y, por ende, rectifica el poder que tiene el Todopoderoso ante la humanidad, mientras se potencia la adoración y el gozo de la vida religiosa, tanto individual como del prójimo.
En el mismo orden de ideas, el escenario digital de la red de librerías Paulinas complementa que a la adoración del Santísimo Sacramento del altar, también se le puede decir como adoración eucarística.
“Cuando adoramos entramos en una relación íntima con el Señor que está presente en el Santísimo Sacramento. Es nuestra respuesta de fe y de amor hacia Él, que siendo Dios se hizo hombre, demostrándonos con su entrega, su amor por nosotros hasta la eternidad”, añade el citado escenario web.
Así las cosas, si bien es cierto que la adoración al Santísimo Sacramento del altar se hace como tal en la eucaristía, es necesario aprenderla; de hecho, los creyentes no ven problema en recitarla en cualquier lugar, siempre y cuando se realice con la bondad de corazón y firmeza.
Adoración al Santísimo Sacramento del altar
De acuerdo con el blog ewtn, la oración de adoración al Santísimo Sacramento del altar es la siguiente:
“Eterno Padre, yo te agradezco porque tu infinito amor me ha salvado, aun contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío, por tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí.
La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.
Estoy delante de ti, espíritu de amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.
Jesús bendito, estoy frente a ti y quiero arrancar a tu divino corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos.
Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en las cuales me sea dado recibir todas las gracias que tu corazón divino me tiene reservadas.
Virgen María, madre de Dios y madre mía, me uno a ti y te suplico me hagas partícipe de los sentimientos de tu corazón inmaculado.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su sacratísimo corazón y del inmaculado corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores”.
Amén.