Hay una frase muy famosa en la sociedad y es “nada dura para siempre”. En el caso del amor romántico esta frase toma más fuerza que nunca, pues las relaciones pueden cambiar, deteriorarse, transformarse o simplemente terminarse.
Muchas parejas deciden jurarse amor eterno en el altar, frente a Dios. Hay unas que lo logran y hay otras que no. Esto depende de diversos factores que hayan afectado el poderoso vínculo que existía entre estas dos personas.
Una ruptura amorosa duele, pues es una especie de pérdida que debe pasar por un proceso para superarse. De hecho, esta es considerada como una especie de duelo.
De acuerdo con el portal del Instituto Europeo de Psicología Positiva “de la misma forma que ocurre ante la pérdida de un ser querido, nuestra mente necesita tiempo para hacerse a la idea de que las cosas han cambiado. Toca asimilar y afrontar que la otra persona ya no está en nuestra vida, y permitirnos sentir y vivir cada una de las emociones que cada etapa va a traer consigo: ansiedad, miedo, ira, rabia, tristeza, frustración”.
Cada persona vive su proceso de formas diferentes, sin embargo, no está de más buscar ayuda profesional para asimilar el proceso. Otra de las ayudas que se puede buscar es la de Dios. Hablar con Él puede ayudar a sanar el corazón roto. Diversos portales especializados en oraciones comparten esta para esos momentos:
Oración para curar un corazón roto
“Amado Jesús, tengo el corazón roto y me siento muy solo. Te pido que te encuentres conmigo ahora y me traigas tu consuelo y compañía.
Sé que sufriste una ruptura de corazón, por mí, en la cruz. Gracias por tu sacrificio y por amarme tanto.
Te pido que me ayudes a mantener mis ojos en ti durante estos días oscuros. Muéstrame los planes que tienes para mí, las cosas buenas que no puedes esperar a compartir conmigo.
Te doy las gracias por las personas cariñosas que has puesto en mi vida y te pido que me ayudes a conectar con ellas de nuevo, que me alejes del aislamiento y del sentimiento de abandono, oh Dios.
Protégeme de la mentira de que no soy amado ni digno de ser amado. Lávame de nuevo con la verdad de tu amor por mí.
Jesús, sobre todo, te pido que tomes este dolor y lo uses para mi bien. Que a través de la lucha de mi desamor me encuentre más cerca de ti que nunca”.