Aunque en algunas familias se enseña a orarle a Dios en las noches, justo antes de acostarse a dormir, lo cierto es que en cualquier hora del día se puede establecer comunicación con el Señor, en especial cuando se atraviesa por momentos de aprietos o se quiere agradecer por un milagro recibido.
Un buen instante para orar a Dios puede ser en la mañana, bien sea una vez levantado de la cama o antes de salir de la casa. Incluso, una alternativa es orar mientras se va camino al trabajo, en el bus de transporte público o mientras va conduciendo su vehículo. No hay un momento indicado, solo basta con sentir su llamado.
Lo recomendado en el momento de orar es abrirles el corazón a Dios, para que escudriñe sus deseos más profundos, pero para quienes les cuesta expresarse, hay oraciones escritas por algunos santos que les puede servir como guía, entre ellos San Francisco de Asís y de Santa Teresa de Lisieux.
Con estas oraciones puede encomendar a Dios sus acciones durante el día:
Oración de la mañana de San Francisco de Asís
“Señor, en el silencio de este día naciente, yo vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza. Quiero ver hoy el mundo con ojos llenos de amor; ser paciente, comprensivo(a) y dulce, ver a tus hijos más allá de las apariencias, como los ves tú mismo y, así, únicamente ver el bien en cada uno de ellos.
Cierra mis oídos a toda calumnia, guarda mi lengua de toda maldad; que sólo las palabras que bendicen reposen en mi espíritu. Que yo sea tan benevolente y tan alegre que todos aquellos que se me acerquen sientan tu presencia. Oh Señor, revísteme de tu belleza y que a lo largo de este día yo te revele. Amén.”
Oración de la mañana de Santa Teresa de Lisieux:
“Mi Dios, te ofrezco todas las acciones que voy a hacer hoy según las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús y solo para su gloria; quiero santificar los latidos de mi corazón, mis pensamientos y mis obras, por más insignificantes que sean, uniéndolos a sus méritos infinitos y reparar mis faltas lanzándolas al inmenso horno de tu amor misericordioso.
¡Oh Dios mío! Te pido para mí y para mis seres queridos, la gracia de cumplir con toda perfección, tu santa voluntad y aceptar por tu amor las alegrías y las tristezas de esta vida pasajera, para que un día estemos reunidos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.”