Por más que se quiera, volver el tiempo atrás es imposible. Las decisiones que se toman en su momento quedan en el pasado y solo se puede vivir con ellas. Sean positivas o negativas, solo queda la opción de seguir adelante.

Sin embargo, hay veces que las cargas del pasado llegan al presente y se vuelve complejo vivir en el ahora sin quedarse en el ayer. Sea por personas a las que se lastimó o que lastimaron, por momentos, por aquellos que ya no están o por las razones que sea, es necesario dejar ese peso en el tiempo.

Cuando esto se vuelve imposible, buscar a Dios siempre será una opción, pues solamente Él sabe cual es su voluntad y sabe que las cosas pasan por algo y en el momento en el que deben pasar. Por ello, se le debe entregar todo al Señor y a sus tiempos.

Orar para sanar el pasado. | Foto: Getty Images

Oración para superar el pasado y seguir adelante - Salmo 22

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?

Te invoco de día, y no respondes, de noche, y no encuentro descanso; y sin embargo, tú eres el Santo, que reinas entre las alabanzas de Israel.

En ti confiaron nuestros padres: confiaron, y tú los libraste;

clamaron a ti y fueron salvados, confiaron en ti y no quedaron defraudados.

Pero yo soy un gusano, no un hombre; la gente me escarnece y el pueblo me desprecia;

los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: ‘Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto’.

Tú, Señor, me sacaste del seno materno, me confiaste al regazo de mi madre; a ti fui entregado desde mi nacimiento, desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios.

No te quedes lejos, porque acecha el peligro y no hay nadie para socorrerme.

Me rodea una manada de novillos, me acorralan toros de Basán; abren sus fauces contra mí como leones rapaces y rugientes.

Soy como agua que se derrama y todos mis huesos están dislocados;

mi corazón se ha vuelto como cera y se derrite en mi interior; mi garganta está seca como una teja y la lengua se me pega al paladar.

Algunos creyentes dejan todos sus deseos bajo el poder de Dios. | Foto: Getty Images

Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores; taladran mis manos y mis pies y me hunden en el polvo de la muerte.

Yo puedo contar todos mis huesos; ellos me miran con aire de triunfo, se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica.

Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. Libra mi cuello de la espada y mi vida de las garras del perro.

Sálvame de la boca del león, salva a este pobre de los toros salvajes.

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: ‘Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel.

Porque él no ha mirado con desdén ni ha despreciado la miseria del pobre: no le ocultó su rostro y lo escuchó cuando pidió auxilio’. Por eso te alabaré en la gran asamblea y cumpliré mis votos delante de los fieles: los pobres comerán hasta saciarse y los que buscan al Señor lo alabarán.

¡Que sus corazones vivan para siempre! Todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor; todas las familias de los pueblos se postrarán en su presencia.

Porque sólo el Señor es rey y él gobierna a las naciones.

Todos los que duermen en el sepulcro se postrarán en su presencia; todos los que bajaron a la tierra doblarán la rodilla ante él, y los que no tienen vida glorificarán su poder.

Hablarán del Señor a la generación futura, anunciarán su justicia a los que nacerán después,

porque esta es la obra del Señor”.

Amén.

Referencias

Oración - Aleteia