Tres años después de que el final de Game of Thrones indignara a millones alrededor del mundo, HBO Max quiere probar que la memoria humana se queda con los mejores momentos. Y esos mejores momentos incluyen un montón de dragones espectaculares.

House of the Dragon, uno de los dos spin-off más esperados de la temporada, parte del libro Fuego y sangre, de George R. R. Martin, y narra la caída de la casa Targaryen, de quien Daenerys era hasta ahora su más conocida, temida y controvertida representante. La trama se ubica 200 años antes de los eventos ya conocidos y discutidos al milímetro, domingo tras domingo, por ocho temporadas que solo se hicieron más y más ambiciosas. Tanto fue así que cerrarlas con contundencia satisfactoria para su masiva audiencia fue imposible. Eso no borra su récord de 59 Emmy ganados, que por algo mereció.

Esta nueva producción tiene una misión básica pero nada automática: retomar y superar la grandiosidad narrativa y descarnada de Juego de tronos. Es decir, minimizar la conversación sobre un final que dividió opiniones y tiñó el legado de un absoluto fenómeno cultural. A juzgar por las palabras entusiastas de Martin, quien ya compartió reacciones del material que ha visto –y de lo que deja entrever el tráiler–, la serie puede conseguir su cometido. Ahora bien, para cuando House of the Dragon haya emitido su segundo episodio entrado septiembre, Prime Video lanzará el estreno más esperado de su tiempo al aire, que resulta ser el más costoso de la historia del streaming: The Lord of the Rings: The Rings of Power.

The Rings of Power ya marcó un hito desde el gasto. A partir del 2 de septiembre, será su calidad narrativa y visual la que determine si es histórica. El reparto es desconocido y puede sorprender.

Esta serie, que sus creadores se rehúsan a llamar televisión por la factura con la que la produjeron, tiene una misión más compleja que la de su competidora. Si bien se la publicita como “la serie que los seguidores de J. R. R. Tolkien han estado esperando”, es más bien la serie que Jeff Bezos ha estado esperando, y hace falta ver si ambas perspectivas coinciden.

Desde que dio luz verde a su servicio de streaming, Bezos quería una obra magna, enorme y trascendental, que marcara por lo alto su oferta. Por eso se involucró en conseguir los derechos del trabajo del escritor británico de origen sudafricano, en los que desembolsilló 250 millones de dólares. En últimas, Bezos quería algo tan o más relevante que Juego de tronos, y, ahora que esa realidad está a semanas de distancia, es una interesante coincidencia que deba precisamente competirle al dragón que inspiró un desembolso a tal escala para su producción insignia. Incluso sin la fuerte competencia con House of the Dragon, que dará pie a un sinnúmero de comparaciones constantes, The Rings of Power nada contra la corriente en muchos niveles.

En primer lugar, debe responder a la desbordada expectativa asociada al material fuente y a las enormes sumas gastadas –el plan de cinco temporadas cuesta 1.000 millones de dólares–. Es decir, entra perdiendo. En segundo lugar, debe luchar contra las críticas que le han llovido por llevar a la pantalla una serie basada en la obra de Tolkien, pero no directamente tomada del trabajo del autor.

La serie parte de una de las eras descritas en sus libros, pero los hechos que mostrará serán una imaginación en términos de trama y personajes. Y eso, a los seguidores recalcitrantes de la literatura del autor de El señor de los anillos, les provoca físico pánico. Para no ir muy lejos, refiriéndose a un escenario similar en 2012 ante el estreno de la película The Hobbit, de Peter Jackson, director que ya había demostrado su visión en una trilogía original muy exitosa, Christopher Tolkien, uno de los hijos del autor, aseguró: “Tolkien se ha convertido en un monstruo, devorado por su propia popularidad y absorbido por el absurdo de nuestros tiempos.

El abismo entre la belleza y seriedad del trabajo y lo que se ha convertido me abruma. La comercialización ha reducido a cero el impacto estético y filosófico de la creación. Solo me queda una opción: mirar para otro lado”. De hecho, si se mira la otra orilla, el hecho de que la serie agotó los escritos literarios de George R. R. Martin marcó un declive en la calidad narrativa de Juego de tronos. En el final avanzó no partiendo de la página, sino de esbozos y proyecciones, que, incluso guiadas por el escritor, probaron ser menos robustos.

La fantasía es no competir

En la Comic-Con en San Diego, la madre de todas las convenciones de temáticas fantásticas y de aventuras –que regresó después de tres años pandémicos–, las grandes productoras lanzan lo mejor de su repertorio. Y, aunque Marvel acaparó titulares con años y años de producciones planeadas –como Wakanda Forever–, quedó claro que estas dos series pondrán a hablar al mundo en la parte baja de 2022.

La fantasía alegórica dominará la conversación, ojalá desde lo más alto y cautivador.George R. R. Martin, sangriento en sus relatos, ha evitado sumarse a las voces que ven una rivalidad entre ambas producciones: “Quiero que ambos programas lleguen a audiencias que los aprecien y que sean televisión de calidad”. Martin tiene la sensibilidad del espectador, y el trabajo de Tolkien es uno que quiere ver triunfar (aunque ganarle la guerra cultural no le dolería).

House Of The Dragons, la nueva serie de HBO MAX

Cara a cara, costo a costo

No deja de intrigar cómo la línea entre televisión y cine se hace más difusa. Recordar secuencias en Juego de tronos, como las del combate en la ‘Batalla de los bastardos’, es saber que estuvo a la altura de las más increíbles jamás filmadas.

Para ese momento, la serie ya gastaba unos 15 millones de dólares por episodio, casi triplicando lo que costaban los iniciales. Para House of the Dragon las cifras alcanzan los 20 millones de dólares por capítulo. Si se va a regresar, si lo que habrá serán dragones, tienen que avasallar. Y a su favor HBO cuenta con credibilidad histórica en lo que a estos éxitos se refiere.

En lo que concierne a The Rings of Power, las cifras son absurdas. En los ocho episodios de su primera temporada, Prime Video invirtió 465 millones de dólares. Ahora, algunos de los gastos en los que se incurrió en este arranque no serán tan elevados a futuro, pero igual deja las cuatro temporadas restantes –pactada para cinco en total– en módicos 535 millones. Una señal que aún es difícil de leer es cuánto pesará que las grabaciones se trasladen de Nueva Zelanda al Reino Unido desde la segunda entrega.

¿Optimización de recursos o sacrificios tempranos? Si a The Rings of Power se la compara con la trilogía cinematográfica de The Hobbit, que costó 623 millones, se entiende aquello de que “esto no es televisión” –frase curiosamente parecida al eslogan histórico de HBO–. Aun así, a The Hobbit no le fue bien con la crítica, aunque recaudó casi los mismos 3.000 millones en taquilla que la trilogía original. Puede haber quejas y reparos, pero el público está, y The Rings of Power tendrá que justificarse valiosa, más allá de los números frente a esa audiencia que se divide entre la emoción y el escepticismo.

Imagen de la "Batalla de Bastardos"

‘Prime time’ selectivo

“Mientras haya más éxitos en el género de la fantasía, más fantasía habrá a futuro”, aseguró George R. R. Martin. Con esta serie, HBO apunta a retomar su absoluto dominio social en la noche del domingo y tratará de que su plataforma, que tiene buenos contenidos, pero un reproductor más inestable, responda a la alta demanda de quienes no la verán por señal de televisión. Prime Video, al no contar con esa tradición, maneja los viernes para sus lanzamientos grandes, que mueven aguja. Y esta aguja, esperan Bezos y los seguidores de Tolkien, debe moverse como nunca.

Imagen de la serie próxima a estrenar.