En Colombia, como en muchos países latinoamericanos, se conoce el milagro japonés, esa espectacular recuperación económica y la consecuente transformación del país tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial. Igualmente, son lugares comunes las alusiones al grado de tecnologización y modernización de Japón, a la cultura como el anime o el pasado samurái, o incluso a su gran tradición literaria, donde autores como Yasunari Kawabata, Yukio Mishima o Murakami son reconocidos por un gran público. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de la filosofía japonesa y de su tradición intelectual, cuyo conocimiento sigue siendo marginal en América Latina.
Presento a continuación la traducción del breve Prefacio al libro Japanese Philosophy Abroad editado por James W. Heisig (Universidad de Nanzan 2004, 2016), producto del décimo segundo simposio bianual del Instituto de Nanzan para la Religión y la Cultura, llevado a cabo en la ciudad de Nagoya. El corto prefacio (y el libro) sirve para evidenciar algunas cuestiones de interés que se debaten sobre la existencia de una filosofía japonesa, debates que en verdad no están muy alejados de los que se han presentado en nuestra región, entre ellos, la discusión en torno al concepto mismo de filosofía, el problema del eurocentrismo y la hegemonía epistémica europea. Hay que decir, de paso, que Heisig es autor del libro Filósofos de la nada, un ensayo sobre la Escuela de Kioto publicado por la editorial Herder, que se constituye en un buen punto de entrada a la filosofía japonesa. Este texto es fundamental para el acercamiento a pensadores como Nishida Kitaro, Tanabe Hajime y Nishitani Keiji.
Prefacio del libro ‘La filosofía japonesa en el extranjero’
La historia de la filosofía en Japón ha sido contada y recontada en los últimos 100 años por historiadores dentro y fuera del país. Desde la inicial importación de las filosofías occidentales, el envío de estudiantes a las academias de Europa o Estados Unidos, la introducción de la filosofía en los currículos universitarios, hasta la emergencia de una filosofía autóctona japonesa, los contornos generales de la historia de la filosofía en Japón son bien documentados en japonés y en las lenguas principales del mundo filosófico occidental. Ahora, por importante que sea esta masa de información, no es la imagen completa del proceso. Por un lado, la historia de cómo la filosofía japonesa ha salido de Japón tiene que ser todavía contada. Por el otro, los aportes filosóficos dispersos a través de la historia intelectual japonesa antes del arribo de la filosofía occidental tienen aún que ser reconocidos como parte de una más completa historia de la filosofía. Los ensayos recogidos en este libro tratan estos dos aspectos. […]
Respecto a la recepción de la filosofía japonesa en el exterior trece especialistas de seis lenguas distintas- chino, inglés, francés, alemán, italiano y español- ofrecen información histórica y perspectivas para el futuro. Leyendo estas páginas, queda claro que hay más en juego que la simple diferencia de idiomas. Las distintas connotaciones del término filosofía y las expectativas culturales que rodean están lejos de ser uniformes, incluso al interior de los países de Europa. Así, por ejemplo, la inclusión del pensamiento budista es autoevidente para algunos marcos lingüísticos, pero ampliamente ignorados en otros. O de nuevo, las mismas corrientes de pensamiento posmoderno que acogen ciertas tendencias de la filosofía japonesa en un país sirven para arrojar una sombra de sospecha política sobre estas tendencias en otros países.
Dejando de lado estas diferencias, hay un punto crucial sobre el cual todos los ensayos parecen estar en fundamental acuerdo: la idea de trazar los contornos de la filosofía japonesa al lado de los de la filosofía clásica occidental, dominante al interior de Japón, es inaceptable para los investigadores de la filosofía japonesa en el extranjero. Mientras una gran masa de investigadores japoneses de la filosofía ha estado preocupados por ganar reconocimiento entre sus colegas en la academia occidental por contribuciones a esa filosofía, un creciente número de investigadores occidentales han luchado por equiparse con las herramientas lingüísticas necesarias y así extraer los desconocidos aportes de Japón para nuevas perspectivas e ideas filosóficas. Los frutos de sus esfuerzos- libros, conferencias, asociaciones profesionales, cursos universitarios, etcétera- han empezado a atraer el entusiasmo de cada vez más jóvenes japoneses por repensar la filosofía japonesa dentro de sus propias tradiciones intelectuales.
Es aquí donde el destino de la filosofía japonesa en el exterior encaja con el segundo aspecto del simposio, la preparación de una extensa antología filosófica japonesa desde los tiempos antiguos hasta el presente. El proyecto de compilación y traducción como libro de consulta, especialmente en inglés pero luego en otros idiomas, requiere una red de colaboración entre especialistas dentro de Japón y alrededor del mundo y tomará varios años en estar completa.
El simposio ofrece una gran oportunidad no solo para lanzar formalmente el proyecto de un libro de consulta (sourcebook) sino para esclarecer los parámetros principales de la totalidad del proyecto. Para este fin, ensayos sobre cómo la definición del concepto de filosofía está evolucionando para incluir el mundo no occidental y sobre la ausencia de una distinción clara entre religión y filosofía en el pensamiento oriental, fue la ocasión para tejer discusiones entre los participantes”.
Nota final. El libro de consulta al que se refiere el prefacio, escrito por James W. Heisig, fue finalmente publicado en inglés, y luego en español bajo el título “La filosofía japonesa en sus textos” (Herder, 2021), editado por el mismo Heisig y sus colaboradores.
*Profesor Asociado de la Universidad Industrial de Santander y Profesor Visitante de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kobe, Japón.