Director: Oliver Stone Protagonistas: Anthony Hopkins, Joan Allen, Ed Harris, Bob Hoskins, Paul Sorvino, James Woods, David Hyde Pierce, J.T. Walsh, Powers Boothe. De Salvador a Asesinos por naturaleza, el director Oliver Stone se ha erigido en la piedra en el zapato más incómoda del establecimiento estadounidense en la era contemporánea. Sus corrosivas películas son capaces de levantar polvareda desde el mismo momento en que anuncia la realización y sus descarnadas miradas a la historia reciente de Estados Unidos provocan los sentimientos más encontrados. A sus provocadoras versiones sobre la guerra de Vietnam (Platoon, Nacido el 4 de julio, Entre el cielo y la tierra), los medios de comunicación (Asesinos por naturaleza) y el magnicidio de John F. Kennedy (JFK), Stone le ha sumado ahora otro tema tan explosivo como delicado: la historia del único presidente en la historia de Estados Unidos que se ha visto obligado a renunciar a su cargo: Richard Nixon. De manera similar a como sucedió con JFK, cuando lo acusaron de ser un simple paranoico que buscaba asesinos hasta debajo de la cama, ahora las vacas sagradas de la historia estadounidense han salido a defender la imagen de quien terminó siendo uno de los estadistas más respetados del planeta. La versión de Nixon de Oliver Stone es despiadada y sin concesiones con el protagonista del Watergate. Lo describe implacablemente como un hombre inescrupuloso hasta el tuétano, resentido y alcohólico que hizo lo imposible por llegar al poder y aferrarse hasta las últimas consecuencias. Pero más allá de las discusiones acerca de las mentiras y las verdades que haya podido decir con su filme, a Stone hay que reconocerle su desmedida capacidad para hablar con las imágenes. Basado en una edición extraordinaria, que ya había hecho relucir en JFK, el director produce una película asfixiante en la que los primeros planos no dan tregua al protagonista. Para Stone, el alma de Nixon está en sus expresiones y en busca de su objetivo, contrató los servicios de quien es quizás el mejor actor del momento: Anthony Hopkins. El actor británico no necesitó de mucho maquillaje para aparecer exacto a Nixon y para simularlo en todos sus ademanes. Su actuación bien puede hacerle merecedor de su segundo Oscar. Algo similar ocurre con Joan Allen, quien con su papel de Pat Nixon alcanzó una nominación a Mejor Actriz de Reparto, y con Paul Sorvino, quien interpretó a un caricaturesco y oportunista Henry Kissinger. El excelente guión y el agotamiento de todos los recursos cinematográficos para el relato, son los causantes de que las tres horas que dura el filme pasen sin que el público lo advierta. A Oliver Stone se le puede criticar su posición radical y su desbordado apasionamiento, típico de su temperamento. Pero eso es harina de otro costal. Lo que cuenta en Nixon no es la verosimilitud con la realidad, sino la interpretación que Stone hace de la historia, principio fundamental del arte. Esto, sumado a una impecable narración, hacen de la película una brillante obra cinematográfica.