Nahum Montt Lara Alfaguara, 2008 214 páginasSoy partidario de la fusión de géneros. Me gusta la novela poética, la poesía narrativa, el cuento-ensayo. Me gustan las influencias, las fronteras borrosas, las indefiniciones que enriquecen. Y saliendo de los géneros estrictamente literarios, también me gusta la influencia recíproca entre las artes: el cine que influye en la literatura y la obliga a narrar distinto, sin tantas descripciones; el cine que se deja influir por la literatura e intenta capturar la poesía que hay en las buenas historias. En fin, todo lo que fue el siglo XX al que pertenezco, el siglo en el que nací y que educó mi sensibilidad.Entonces ¿cómo no ver con buenos ojos el diálogo fructífero entre literatura y periodismo, otro hallazgo de ese siglo? Truman Capote, un estilista, un discípulo de Flaubert y su filosofía de buscar la palabra exacta y precisa, un escritor purista de la forma y del lenguaje, empezó a construir el puente: contar la realidad con técnicas literarias. Literatura de no ficción, un nuevo género. Gay Talese, Joseph Mitchel, Ryszard Kapuscinki y más, enlazaron esas dos disciplinas. Sí, un hecho de la vida real puede ser contado como la mejor obra literaria.¿Alguien tiene dudas? No lo creo. No después de leer A sangre fría, Sinatra está resfriado, La vida secreta de Joe Gould o Ébano. Las dudas son más bien de otro orden: ¿por qué los periódicos y las revistas, su ámbito natural, lo destierran de sus páginas menospreciando la inteligencia y los gustos de los lectores? ¿Por qué este género tiene que sobrevivir en el exilio de los libros? (Por supuesto hay periódicos y revistas que son honrosas excepciones).Hago este preámbulo porque llegó a mis manos el libro Lara, del colombiano Nahun Mont, de quien conocía El eskimal y la mariposa, una novela que tiene como telón de fondo los magnicidios de Rodrigo Lara Bonilla, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro. Una historia policíaca inspirada en hechos reales, pero contada desde el punto vista de un escolta y de otros personajes inventados del bajo mundo. Novela negra, de corte realista, pero claramente novela porque no se ciñe a la realidad. Cuando se escribe un texto literario y no se supedita a los hechos, se hace ficción. Sí acepta su tiranía, está en el campo del periodismo, de la no ficción. O de literatura de no ficción si, como mencionábamos, utiliza técnicas literarias. Ficción no ficción, dicen los anglosajones con precisión y pragmatismo.En la contra carátula del libro Lara dice explícitamente: "Novela policíaca". Lo dice el editor, luego lo creí. Esperaba entonces una novela parecida a El Eskimal y la mariposa. Pero, oh sorpresa, no fue eso lo que me encontré. Aquí el ex ministro asesinado se llama Rodrigo Lara Bonilla; el autor intelectual, Pablo Escobar Gaviria; su amigo el director de El Espectador, Guillermo Cano. Evaristo Porras es Evaristo Porras y Alberto Santofimio es Alberto Santofimio. En esencia, lo mismo que ya sabíamos, lo mismo que leímos en los periódicos de la época. Lo único nuevo es quizás alguna información aparecida en los últimos años y algunas anécdotas de la vida privada de Lara suministradas por su viuda. No es, pues, "una novela basada en hechos reales", sino una crónica sobre los últimos días de Rodrigo Lara que aspira a ser lo más fiel posible a los hechos ocurridos, incluso cuando imagina los diálogos que éste pudo tener y las circunstancias del clima y del tránsito bogotanos. En síntesis: literatura de no ficción. A ese género pertenece y ese es el estante que debe ocupar en las librerías.Aclarado el equívoco, hay que decir que hubo una buena investigación, que es interesante de leer y que está bien recordar a un valiente que luchó contra el narcotráfico y la corrupción y al que la sociedad prefirió darle la espalda y luego hacerle un monumento.