SEMANA: Perú siempre ha estado a la vanguardia suramericana de hacer de su patrimonio cultural un atractivo. ¿Cómo lo consiguió? Carlos Canales: Perú viene con una historia milenaria; una historia extraordinariamente maravillosa. Es el país de las culturas más antiguas de toda las Américas, compatible con culturas mesopotámicas o la cultura fenicia.   Se ha determinado que la cultura Caral tiene más de 5 mil años de antigüedad. A través de la conquista de los españoles, se desarrolló una arquitectura maravillosa en nuestro país y también se descubrieron restos arqueológicos de las culturas ancestrales preincas e incas.  Por medio de la vida republicana, se puso en valor la arquitectura colonial y virreinal por medio de la preservación, así como los restos arqueológicos. Y, justamente, Perú invierte en su preservación lo cual ha generado una gran expectativa al viajero en encontrarse con un pasado. 

Todo esto hace que Perú sea un museo. La UNESCO ha reconocido diecisiete lugares como patrimonio de la humanidad. Consecuentemente, la apuesta en valor, la conservación y la preservación de los mismos con un fin turístico, nos ha permitido tener una cantidad de ofertas patrimoniales muy potentes que atraen a turistas. Estos usualmente tienen un grado académico o estudios universitarios, les interesa el origen de la humanidad y, sobretodo, un entorno paisajístico de naturaleza y biodiversidad. El tener 28 pisos ecológicos y más de 84 climas les permite a los visitantes disfrutar desde la cultura ya la naturaleza. Esa es la diferencia que tiene la cultura peruana frentes a otras culturas en Latinoamérica.

SEMANA: ¿Qué le queda a Perú por aprender de otros destinos? C.C.: Hay muchas experiencias que tenemos rescatar y aprender de países que tienen productos similares a los nuestros. Por ejemplo, el uso sostenible de la capacidad de cargar de un recurso arqueológico o natural, sin dañar la sostenibilidad del mismo.  En Perú se hace un trabajo extraordinario. Se conservan volúmenes diarios de personas y se monitorean por días y por horas para detener la comercialización ambulatoria. También se evita el uso de plásticos y de productos que vayan a dañar los restos arqueológicos o el recurso natural.  En ese sentido, somos un excelente ejemplo, pero tal vez en la accesibilidad a los mismos tengamos que aprender del resto. Por ejemplo, debemos potencializar a Machu Picchu por medio de un funicular o un teleférico que pueda reemplazar a los buses que hoy día acceden desde el pueblo hacia la llacta, que son de combustibles diesel, generan ruidos ambientales. Seguramente, con un buen estudio de otra parte del mundo, utilizar un sistema mecanizado podría ser una solución.  Estamos en ese camino, tratando de aprender cómo mejorar nuestro entorno, aunque consideramos que en el Perú se respetan mucho las buenas prácticas en el manejo y gestión de los recursos naturales y de los parques arqueológicos.  SEMANA: Mucha de la atención se centra en Machu Picchu, pero hay mucho más por ver, ¿cuéntenos qué otros tres destinos o actividades recomienda? C.C.: El Perú es Machu Picchu pero no es solamente Machu Picchu. El Perú es demasiado rico; donde se vaya, se encuentran restos arqueológicos dentro de entornos naturales reservados.  En el mediano plazo, venimos trabajando para ofrecer un destino complementario -o alternativo- al circuito sur, que comprende seis regiones que involucran las Líneas de Nazca, como Pura, Ica, Arequipa, Aimara, Cuzco -donde tenemos Machu Picchu, la ciudad colonial, Madre de Dios- y Apurima.  Este ya está desarrollado, y tiene un nivel de aceptación y comercialización que el mundo conoce. Pero existe un gran destino como el circuito Noramazónico, que reúne nueve regiones con el legado de culturas preincas, como la cultura Huari en la región Ancash; la cultura Monchica en la región La Libertad y Lambayeque. Tenemos restos arqueológicos sorprendentes, por ejemplo Chan Chan, la ciudad más grande de barro de Latinoamérica, y también está La Huaca del Sol y la Luna. Además, toda esta oferta museística y arqueológica viene acompañada de una gastronomía extraordinaria. Luego, a través de una penetración hacia los páramos andinos, el turista llega a la región de los Caxamarcas, allí está el cuarto del rescate de Atahualpa y los baños del Inca.  Posterior al ascenso de los páramos, hay una conexión con la selva alta, como Chachapoyas donde se encuentra Machu Picchu Norte –por así decirlo–. Es lugar maravilloso que ya cuenta con un teleférico para llegar a la punta de una montaña, desde la cual se observa un tipo de arquitectura muy diferente, de manera circular y que proviene de la cultura preinca.  Y si se quiere extender el viaje, en la zona norte tenemos las playas de Tumbes y de Piura, que tiene un encanto por la gastronomía, pues allí queda la mayor reserva pesquera de Suramérica del sur; este es un producto potente que estamos trabajando por su profesionalización, por la mejora en la interconectividad de los recursos y la apuesta de valor de los sitios turísticos de la zona. Hoy podremos decir que la gastronomía es un producto turístico que está por consolidarte.

SEMANA: Perú atrae gente de todo el mundo, y con eso viene el reto de responder a todos esos visitantes y preservar las cualidades del sitio turístico. Colombia vive un momento curioso, tiene mucho qué mostrar pero muchas veces su infraestructura y su oferta aún no están a la altura. ¿Qué consejos o lecciones puede aprender Colombia de Perú en el sentido de ser un destino mundial? C.C.: Creo que Colombia y Perú son productos distintos. Tal vez lo más común entre ambos países es la naturaleza. La biodiversidad de los dos apunta al mercado similares, como la observación de aves, de las amazonas, la flora y fauna.  El Perú es muy fuerte en temas culturales arqueológicos, que no es Colombia; Colombia tiene un tributo que no tiene Perú, y es el destino de playas. Por lo tanto, mal yo podría aconsejar, porque creo que Colombia lo está haciendo bien. Pero tiene que apuntar a mercados y segmentos específicos como el canadiense y norteamericano, basado en su observación de aves y la naturaleza. El mercado europeo también tiene una segmentación importante de naturaleza y playa, ese es el principal cliente.  En Perú, en cambio, vamos por un turista no orientado al turismo de playa; no somos un turismo masivo ni lo vamos a ser al tener restos arqueológico y parques naturales que protegen y cuidan su entorno paisajístico. 

SEMANA: ¿Qué sale de estos encuentros, como el que lo trae a Colombia (ANATO)? Qué lecciones le dejan estos encuentros? C.C.: Nosotros vinimos con objetivos muy claros; uno de ellos es tratar de duplicar  los turistas colombianos al Perú en los próximos 5 años. La idea es mostrarles que somos más que Machu Picchu, mostrarles la ruta de Pisco dentro de nuestro desierto y los valles donde se cultiva el producto que genera la bebida; también dar a conocer el destino del Río Amazonas donde hay cruceros de lujos que pueden tener una atracción extraordinaria para el mercado colombiano  Por otro lado, estos encuentros sirven para buscar alianzas estratégicas como lanzar una candidatura compartida para el mundial 2030, o lograr ofrecer ofertas multidestinos en el cual Cartagena y Cuzco se puedan unir, y también determinar productos potentes que los turistas no puedan dejar de visitarnos.  Esas son las cosas que nos unen y ya dependerá de nuestras autoridades de gobierno el juntarnos como mercados para no competir.

Canales considera que Colombia y Perú, antes que competidores, pueden ser aliados.