“Para mí fue una experiencia muy impactante hacer una revisión de toda la poesía reunida, leerme a mí misma como una historia de vida. La poesía desnuda mucho al poeta, es tal vez el único género donde uno se expone de una manera más abierta. (…) Está más abierto el corazón que en los otros géneros”. Con esas palabras, Piedad Bonnett sintetiza el trasfondo de su nuevo libro, Poesía reunida (Ed. Lumen). Por primera vez los lectores podrán encontrar toda la poesía de la autora en un solo volumen, una obra que comenzó en 1989 con la aparición de De círculo y ceniza y que ha tenido estaciones tan afortunadas como El hilo de los días (1995), Tretas del débil (2004) y Explicaciones no pedidas (2011), el más reciente de sus poemarios y ganador del Premio Casa de América de Poesía Americana 2011. Piedad Bonnett ha reiterado que a lo largo de sus poemas recientemente publicados puede verse un proceso de crecimiento y honestidad intelectual, caracterizado por la transformación en su forma de entender la vida. “Mi poesía no es eufórica, como puede ser la de Walt Whitman. (…) Yo veo como esa voz va cambiando hacia un escepticismo, espero que no sea totalmente desolado. El dolor de vivir se acumula”. La autora, a quien su obra poética le ha merecido numerosos premios y reconocimientos, además de la fidelidad de los lectores, señala que no hay una manera de definir el género de la poesía pero que sí tiene rasgos notables. “Hay algo siempre conmovedor en la buena poesía. (…) La poesía tiene una música que el universo no tiene”. Sobre lo anterior, añadió que “todos los seres humanos tenemos en menor o mayor medida, un afán de transmitir. El lenguaje posibilita, con su capacidad de generar símbolos. La poesía, como ningún otro género, apunta a los grandes problemas humanos”. Piedad Bonnett es una escritora que ha sabido escribir sobre diversos temas de distintas maneras. Su libro Lo que no tiene nombre (2013), sobre la muerte de su hijo, refleja un alma sensible que supo contar un dolor para todos los públicos. “Piedad Bonnett (…) encauza sus sentimientos en un lenguaje neutro, dolorosamente contenido, casi lacónico y que funciona con insinuaciones y elipsis, a la manera de un iceberg que esconde bajo el agua una masa terrible”, ha dicho Carlos López Degregor.