Las oraciones son un mecanismo muy especial a través del cual se puede crear una comunicación directa con Dios, en la que Él escucha las necesidades, los agradecimientos y las peticiones especiales de cada uno de sus fieles y, a través de su obra sanadora, puede manifestarse para realizar un milagro en la vida de cada persona que ha demostrado suficiente fe, paciencia y esperanza en el Señor.
Así como Dios promueve las obras buenas, el maligno está constantemente acechando a los hijos del Señor para hacerlos caer en tentación, dirigirlos al pecado y alejarlos de la protección de la Santísima Trinidad.
Asimismo, las personas que se han dejado seducir por el demonio pueden atraer a nuevas personas a que sigan sus pasos.
La envidia: un pecado poderoso
Sin embargo, cuando una persona está alejada de Dios, algunos pecados pueden desarrollarse sin que el mismo individuo lo note.
Este es el caso de la envidia, un pensamiento negativo muy poderoso que puede acabar con la salud física y mental de quien la posee y, lo que es peor, puede afectar a demás personas que conviven con un ser humano envidioso.
Los enemigos, por otro lado, son entidades muy peligrosas para cualquier persona, debido a que están pendientes de cada forma posible para generar daño a un individuo, o a su círculo cercano.
Por lo anterior, es importante contar con una ayuda divina en momentos así, ya que el pensamiento humano es tan poderoso que solo la fuerza de Dios, con la voluntad de quien quiere ser sanado del pecado, puede enfrentarse a las potentes influencias del maligno.
Por tal motivo, en su sabiduría infinita, a través de San Alejo, Dios proporciona una oración ideal para que un creyente pueda defenderse de los enemigos y de las envidias, teniendo en cuenta que esta súplica se debe recitar con mucha fe, devoción y entrega al Señor, según el portal especializado católico Todo Fe.
“Amado y poderoso San Alejo, hoy vengo a pedirte que atiendas mis súplicas, pues ruego para obtener tu protección en todo momento. No permitas que las malas energías entren a mi vida ni a mi hogar. Tú humilde San Alejo, puedes reconocer si una persona tiene malas intenciones.
Por eso, aunque mis vecinos se encuentren muy cerca, te pido que me protejas a mí y a los míos de su lengua imprudente y de sus actos insolentes. Te ruego San Alejo, para que alejes a mis malos vecinos y a las personas tóxicas que me rodean. No dejes que su maldad tenga poder sobre mi vida, porque no existe poder mejor que el tuyo.
San Alejo Bendito, hazme fuerte para soportar la falsedad e hipocresía cuando me toque verla. No existe mejor protección para mí que recurrir a ti en estos momentos difíciles. Poderoso San Alejo, tú lo sabes todo y puedes ver lo que existe en el corazón de cada persona. Hazle saber a cada mala persona que quiera atacarme, que tengo una fuerza superior protegiéndome en cada momento. Que no les apetezca tener un lazo de ningún tipo conmigo y con mi familia.
Calla su boca que solo habla infamias, crea enemigos y consigue falsas amistades. Quita el poder al mal, porque tú puedes iluminar donde existe oscuridad. Eres valioso y tu voluntad es potente porque todo lo que tocas transforma. Te pido que los corazones de mis vecinos tengan arrepentimiento y dejen de buscar el mal. Que Dios los perdone por todo lo malo que hacen y dicen.
Tú y yo sabemos que la discordia no es buena, por eso te imploro a San Alejo que no se acerquen a mí. Amado San Alejo, no existe mejor intercesión que la tuya, pues sé que gracias a ella Dios concederá todos estos favores. Gracias por escucharme y porque siempre estás presente en mi vida en todo momento.
Cuídame de todo mal, San Alejo en tu Santo nombre me cobijo. Amén”.