Tener una relación saludable, llena de amor y respeto es el sueño de muchas personas. Sin embargo, encontrar una buena persona con la que se pueda compartir una vida no es fácil, pues cada ser humano es completamente diferente y esto puede llevar a encontrar muchas diferencias que pueden dificultar un vínculo amoroso.
De esta manera, es fundamental saber que para que una buena persona, conforme a la voluntad de Dios, llegue a la vida de las personas con vocación al matrimonio, es necesaria la oración, la humildad, la paciencia y la perseverancia, dado que esto únicamente es posible con el poder de la fe y la oración.
De hecho, el portal web Aciprensa da a conocer la poderosa oraciones a San Antonio de Padua, conocido también como San Antonio de Lisboa, quien fue un sacerdote franciscano, venerado como santo y doctor de la Iglesia. Este santo es asociado con milagros, como el conceder una relación de noviazgo a quienes buscan pareja, pero también es santo de los matrimonios.
¡Oh, Santo San Antonio!, el más gentil y amable de los santos, tu ardiente amor por Dios, tu virtud exaltada y tu gran caridad hacia tus semejantes, te hicieron digno de poseer poderes milagrosos que no se dieron a ningún otro santo.
Los milagros esperaban en tu palabra, y siempre estabas dispuesto a hablar en favor de aquellos que estaban en problemas. La ansiosa oración de los afligidos nunca fue dirigida a ti en vano.
Devolviste la salud a los enfermos, restauraste lo que se perdió y mostraste compasión por aquellos que sufrían. Incluso resucitaste a los muertos cuando clamaron a ti desde las profundidades de su angustia. En la tierra, nada era imposible contigo, excepto no tener compasión por los afligidos.
Animados por este pensamiento y convencidos de la eficacia de tu santa intercesión, nos arrodillamos ante tu imagen sagrada y, llenos de confianza, te imploramos que obtengas para nosotros (mencione su petición).
La respuesta a nuestra oración puede requerir un milagro. Sin embargo, ¿no eres tú el Santo de los Milagros, quien en la tierra hablaba de las maravillas más poderosas que se habían realizado?
¡Oh, gentil y amoroso San Antonio!, cuyo corazón siempre estuvo lleno de simpatía humana, susurra nuestra oración en los oídos del Niño Jesús, que amaba estar en tus brazos. Tu palabra y nuestra oración serán escuchadas.
¡Oh, habla, pero esa palabra y la gratitud de nuestro corazón serán todas tuyas! Amén. Rece a continuación un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria.