Muchas de las costumbres que han acompañado a la humanidad a lo largo de la civilización han sufrido ligeros o grandes cambios. De igual manera, el modo de pensar de varias personas y comunidades ha originado el planteamiento de definir qué es lo correcto y qué no lo es, con el fin de basar la cotidianidad en un código moral que permita una buena relación entre unos y otros.
La religión ha sido líder en fomentar la moral en distintas sociedades alrededor del planeta hasta tal punto que algunas leyes de varios territorios han consagrado su código de conducta a lo que permite, o prohíbe, un credo religioso determinado, basado en lo que se considera como pecado, un conjunto de acciones que desagradan a la deidad en la que una persona o cultura le rinde culto.
¿Qué dice la Biblia sobre la pereza?
Según el portal religioso Got Questions, “no hay lugar para la pereza en la vida de un cristiano”, basándose en varios versículos que proporcionan las sagradas escrituras como:
- “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. (Efesios 2:10)
- “La pereza viola un propósito de Dios – las buenas obras. El Señor, sin embargo, da poder a los cristianos para vencer la propensión de la carne a la pereza, al darnos una nueva naturaleza”. (2 Corintios 5:17)
- “Los cristianos no son salvos por obras, sino que muestran su fe mediante sus obras“; “yo te mostraré mi fe por mis obras”; “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. (Santiago 2:18, 26)
Asimismo, la pereza forma parte de la lista de los 7 pecados capitales, junto con la lujuria, soberbia, avaricia, envidia, gula y la ira, condiciones muy humanas las cuales no agradan a Dios ya que degradan el alma, y en el caso específico de la pereza, representa una falta de esfuerzo físico y espiritual para hacer el bien y agradar a Dios.
Oración para dejar la pereza de lado
Debido a que la pereza es uno de los pecados más graves, la iglesia católica ha puesto a disposición esta oración para suplicar por ayuda en caso de que una persona, un hogar o una comunidad esté siendo gobernada por la pereza:
“Señor de mi vida, cuánto amor has revelado a mi corazón, mostrándome cada día todas las bendiciones y las cosas con que me has provisto durante mi camino de vida. Tú has reparado mis fuerzas y me has conducido por caminos seguros. Quiero abrirme hoy a tu voluntad, a pisar firme sobre la roca de tu Palabra y luchar con valentía en esta batalla espiritual que enfrenta mi alma contra todas esas supuestas “maravillas” que el mundo me ofrece.
Tú me ofreces una puerta para seguir tus pasos; no es una puerta sencilla de atravesar, pues debo dejar que mi alma sea conducida por aquello que Tú deseas y no por aquellas pasiones que me gobiernan. Ayúdame a no deslumbrarme con las fascinaciones terrenales y abrir puertas que nada tienen que ver con tu amor. Quiero ser leal a tus mandamientos aunque muchos se aparten de mí por ello.
Líbrame de ese mal espíritu de la pereza, que me mantiene estancado en situaciones de vida que no me permiten progresar y que hace que termine haciendo más mal que bien a los míos y a los que más quiero. Sé que Tú permanecerás a mi lado. Derrama tu misericordia sobre mí y dame el impulso para salir adelante; ayúdame a levantarme cuando caigo, a despreciar mis fallas y corregir mis defectos, a levantarme en victoria y huir de toda vanidad y deseos de sobresalir que cierran el corazón.
Ayúdame, oh mi Dios, a desterrar esos malos hábitos de quedarme sin hacer nada, encerrándome en mis propias inseguridades. Tú me has dicho en varias ocasiones que es esforzándome como lograré construir escalones hacia tu reino, es por ello que te pido que me des fortaleza para no dejarme arropar por la pereza y no sucumbir ante una falsa comodidad.
Dame poder y deseo de superarme, de arrancarme de raíz ese comportamiento cómodo de terminar dejando que sean otros los que hagan mientras yo me hundo en el inseguro piso del conformismo. Ven y oriéntame en mi camino; aunque me cuesta, aunque libre mil batallas en mi interior y el mundo se me haga pequeño, iré siempre en tu dirección.
Tengo la certeza de que todo lo puedo en ti, de que soy un vencedor a tu lado y de que me das la fuerza para poder superar cualquier obstáculo y derrotar esa pereza que no me deja avanzar. Tuyo soy Señor, tuyo soy; confío en ti y en que ahora derramas tu gracia sobre mí para levantar la mirada y salir renovado a conquistar mi corazón bajo la bandera de la esperanza y de la fe. Amén”.
Los religiosos insisten en realizar esta, y demás oraciones con suficiente fervor, devoción y fe para construir una verdadera y sensata comunicación con Dios, además de agradecerle al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por los dones proporcionados desde el nacimiento a cada persona.