Cuando Jorge Luis Borges leyó María, la novela insignia de Jorge Isaacs, muchas voces de las letras hispanoamericanas decían que el libro era ilegible. Y que para esa época (finales de los años treinta) nadie era tan romántico ni tan ingenuo como para enternecerse con una historia de amor escrita en 1867. Pero el escritor argentino, famoso por ser un lector exigente y voraz, quedó enganchado. “La ‘María’ no es ilegible y Jorge Isaacs no era más romántico que nosotros –escribió días después en la revista argentina El Hogar–. Puedo dar mi palabra de haber leído ayer sin dolor las 370 páginas que la integran, aligeradas por grabados al cinc. (…) Si al lector no le basta mi palabra, o quiere comprobar si esa virtud no ha sido agotada por mí, puede hacer él mismo la prueba, nada voluptuosa por cierto, pero tampoco ingrata”. La anécdota no es extraña. Incluso hoy, 150 años después de publicada, muchos lectores la consideran romántica en exceso, muy lejana y difícil de leer. Pero quien se sumerge en las páginas de la mejor novela colombiana del siglo XIX suele quedar maravillado por la historia de amor, por la descripción de los paisajes o por su narrativa poética. Un viaje al pasado Isaacs –nacido en Cali en 1837, cuando Colombia aún era la República de la Nueva Granada– creció en lo que hoy es Valle del Cauca, en una época en la que el esclavismo estaba vivo y las diferencias sociales eran mucho más marcadas que hoy. Su padre, George Henry Isaacs, un judío nacido en Jamaica y nacionalizado colombiano, hizo fortuna gracias a la explotación de oro en el Chocó, y compró dos haciendas: Manuelita y El Paraíso. En ese ambiente nació la inspiración de María. Recomendamos: La literatura celebra 90 años de Gabo El libro comenzó a hacerse realidad en 1864, cuando el presidente Tomas Cipriano de Mosquera nombró a Jorge Isaacs subinspector de la construcción de un camino de herradura entre Cali y Buenaventura. En esos días, en medio de la inclemencia de la selva y enfermo de paludismo, comenzó la novela que siempre había tenido en la cabeza. Sería la historia de amor de Efraín y María, dos primos obligados a separarse por la oposición de su familia y la enfermedad de ella. La abolición de la esclavitud y las deudas dejaron en la quiebra a su padre. Isaacs viajó a Bogotá para apersonarse de la situación y conoció a José María Vergara y Vergara, quien lo introdujo en El Mosaico, un grupo literario en el que dio a conocer el manuscrito de su novela. Ellos lo animaron a publicarla en la imprenta de José Benito Gaitán a finales de mayo de 1867, hace 150 años. Aunque de esa primera edición solo salieron 800 ejemplares, la novela se convirtió en un éxito inmediato. Los lectores y hombres de letras de todo el continente empezaron a hablar de María. Les llamó la atención que, en una época en que llegaban a América Latina las novelas románticas y costumbristas de autores europeos como el alemán Goethe y el francés Chateaubriand, Isaacs fuera el primero en adaptar ese estilo a los usos, los paisajes y la sociedad locales. También contribuyeron a su popularidad la forma poética y descriptiva de referirse a los paisajes, el hecho de narrar una historia de pasión sin salirse de los códigos morales de la época y la decisión de mezclar elementos autobiográficos con la ficción. “Es la historia universal de un amor fatídico e imposible, pero narrada desde este continente con un lenguaje literario exquisitamente escrito, poético, visual, musical y sensual”, cuenta Luz Mary Giraldo, experta en literatura colombiana. Para Darío Henao, director del Centro Virtual Isaacs de la Universidad del Valle, “fue la primera novela colombiana que logró convertirse en un éxito en todo el continente”. Puede leer: Literatura negra en Medellín Lo más importante para los expertos, sin embargo, es que María sirve para entender una parte de la historia de Colombia. La relación prohibida entre Efraín y María tiene lugar en una hacienda del Valle del Cauca en una época en la que el país salía del feudalismo dejado por la Colonia. “Al leer la novela quedan claras nuestras maneras de pensar, sentir, decir y actuar durante una época importante –explica Giraldo–. Se puede ver cómo funcionaba nuestra sociedad, cómo se relacionaban los terratenientes con los esclavos, cuáles eran los usos y las costumbres del diario vivir, la comida de la época, la decoración de las mansiones. Uno lee la novela y viaja al pasado de Colombia, entiende de dónde venimos”. Ese mundo feudal se desmoronaba cuando salió la novela y el país estaba entrando en un periodo de turbulencia política. El mismo Isaacs lo vivió cuando la quiebra lo obligó a rematar las haciendas familiares y cuando decidió militar en el liberalismo radical. De hecho, participó en varias guerras civiles (1854, 1861, 1876, 1880 y 1885) y en alzamientos contra el régimen conservador de Rafael Núñez. Eso lo convirtió en un enemigo de los regímenes de finales del siglo XIX, algo que, junto al hecho de que no se garantizaba el pago de derechos de autor, lo llevó a morir en la pobreza y sin honores. Pero, a diferencia del destino de su autor, la historia de amor le dio la vuelta al mundo. Para 1967, 100 años después de la publicación de la novela, circulaban unas 150 ediciones con traducciones al inglés, el francés y el italiano. El libro, incluso, marcó un camino en lo audiovisual, pues no solo es una de las historias colombianas con más versiones en cine y televisión, sino que sirvió de argumento del primer largometraje de ficción hecho en el país, dirigido por Máximo Calvo y Alfredo del Diestro en 1921. Para el cineasta caleño Luis Ospina, quien hizo un documental titulado En busca de María (1985), “la historia contiene los elementos típicos del romanticismo que la hacen atractiva para los directores: el amor imposible, la enfermedad, la imposibilidad de los amantes de estar juntos, el exilio y hasta el incesto”. Reencuentro con un clásico Este mes, cuando el libro está cumpliendo 150 años, las campañas para incentivar su lectura abundan en los colegios, las bibliotecas, las redes sociales y espacios como la Feria del Libro. El Ministerio de Cultura incluso declaró 2017 el año de Jorge Isaacs, una oportunidad perfecta para redescubrir su obra y leer uno de los clásicos de las letras nacionales. Sugerimos: Los mejores escritores menores de 40 años Para eso, Cristo Rafael Figueroa, profesor de la Universidad Javeriana, cree que los lectores de hoy deben ver el libro “no solo como una lectura romántica y un monumento a la lágrima, que no lo es, sino como una historia muy real de una época importante para el país”. De hecho, el escritor Antonio García Ángel, cuenta que es tan fácil de leer como una novela contemporánea: “Los personajes están bien delineados, las descripciones de la naturaleza son maravillosas y hay una tensión que se mantiene a lo largo de toda la historia”. Además, es un clásico romántico para la literatura colombiana al nivel de Romeo y Julieta para los británicos. Como dijo a SEMANA el escritor William Ospina, “cuando nuestra América andaba buscando la novela síntesis del mestizaje, García Márquez la encontró en ‘Cien años de soledad’. Cuando buscaba la gran novela del territorio, Rivera la encontró en ‘La vorágine’. Pero todo había empezado antes, porque cuando América Latina buscaba su gran novela romántica, Isaacs la encontró en ‘María’. Ese libro le marcó su destino a la literatura colombiana”.