Dos vidas que empezaron en las costas colombianas fueron reconocidas por el Ministerio de Cultura a través del Premio Nacional Vida y Obra, que es entregado desde 2002. La primera es la de Eustacia Rodríguez, de 100 años, que nació en Guapi, Cauca, conocido por ser el enlace con la isla Gorgona pero también por ser una zona azotada por el conflicto y donde las parteras a veces son el único acompañamiento para muchas mujeres.Ella se ha dedicado al “arte de partear”, que consiste en acompañar a las mujeres durante la gestación, el alumbramiento (expulsión de la placenta) y el posparto. En el Cauca, el Valle, Chocó y Nariño hay aproximadamente 1.600 parteras y su labor se ha reconocido como patrimonio cultural inmaterial de la nación.Este oficio se ha retomado en el mundo –existe una tendencia de volver a los conocimientos ancestrales y en países como Estados Unidos las parteras hacen parte de la oferta de salud pública– y en algunos municipios de Colombia hay mujeres que prefieren confiar en matronas y no en médicos.Puede leer: 8 realizadores aconsejan al nuevo director artístico del FICCIPor la preservación de este oficio tradicional, por “su solidaridad, compromiso, amor y respeto hacia la comunidad”, y por representar una labor que muchas veces se desarrolla en la marginalidad, Eustacia Rodríguez de Mancilla fue reconocida con el premio.La otra vida galardonada fue la del barranquillero Julio Salvador Erazo Cuevas que en San Sebastián de Buenavista, Magdalena, empezó a forjar su leyenda. Cuando era profesor en una escuela compuso sus primeras canciones: La pulla guamalera y Rosalbita.Más tarde hizo parte de Los Corraleros de Majagual, agrupación por la que han pasado representantes del folclor colombiano como Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa o Lisandro Meza. A lo largo de su vida Erazo ha sido autor de porros, cumbias, bambucos, merengues y hasta rancheras, aunque su éxito más recordado sigue siendo Adonay, un paseíto, pariente del vallenato y reconocido por ser más rápido que el paseo.Aunque la canción se volvió famosa con la interpretación de Rodolfo Aicardi en 1970, el juglar la compuso por Adonay, una mujer que conoció en Medellín y a la que le componía canciones. El novio con el que Adonay llevaba muchos años llegó a la ciudad y se casó con ella.
Los jurados del Premio Vida y Obra –Fernando Calero Aparicio, Juan Mayr Maldonado y Alberto Enrique Abello Vives– aseguraron que Erazo es celebrado por ser un “innovador en ese universo rítmico plural de la Colombia festiva que le da potencia a las expresiones culturales de las sabanas caribeñas”.Los dos colombianos costeros, Eustacia Rodríguez y Julio Erazo, protectores de la cultura colombiana, fueron los elegidos entre 69 postulaciones y además de ganar un reconocimiento simbólico, recibirán un monto de dinero y una publicación digital o impresa sobre su vida y obra.