Los creyentes en Dios y en las sagradas escrituras han designado algunos de los salmos que componen la Biblia para cada una de las situaciones y problemas que los aquejan en la vida cotidiana, pues confían en el creador a la hora de pedirle protección y ayuda en momentos complicados donde no saben cómo proceder ante aspectos en específico a los que no le ven solución alguna.
Existen algunas citas puntuales que los feligreses leen constantemente para implorar por el acompañamiento de Dios y el Espíritu Santo, con el fin de sentirse protegidos bajo su sagrado manto, buscando así evitar la mayor cantidad de vivencias negativas en el día a día.
Para realizar estas lecturas se recomienda ubicarse en un lugar que le genere paz y tranquilidad, para que así pueda generar el nivel de concentración y disposición necesaria a la hora de entablar una comunicación con Dios.
Por otro lado, puede encender una vela blanca para poner en sus manos la protección personal, como de las sus familiares y seres queridos que la requieran, haciendo uso de la fe.
Estos son algunos de los salmos que los creyentes de religiones como el catolicismo y el cristianismo realizan a la hora de pedir la protección de Dios:
Salmo 4:8
En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.
Salmo 121
A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.
Salmo 46:1-3
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes.
Salmo 46:7
El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Salmo 18:1-3
¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.
Salmo 18:4-6
Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!
Salmo 18:16-19
Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. Me libró de mi enemigo poderoso, y de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.
Salmo 27:1-3
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.
Salmo 27:5-6
Porque en el día de la aflicción, él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca. Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al Señor.