En la primera pista de su aclamado disco debut When We All Fall Asleep, Where Do We Go? (2019), la nueva sensación del pop anglo dice: “Me he sacado los Invisalign y este es el álbum”. En esos 14 segundos, la cantante Billie Eilish habla y ríe con su hermano Finneas O’Connell, y evidencia la informalidad con la que ambos concibieron las 14 pistas. También ilustra lo instantánea y arrolladora que puede ser la fama que nace de internet: tan vertiginosa que si acaso le da tiempo de quitarse los brackets invisibles para su dentadura. Percepciones aparte, Eilish es un fenómeno ratificado. Nadie había ganado las cuatro categorías grandes de los premios Grammy (mejor canción, mejor grabación, mejor álbum y mejor artista nuevo) desde 1981. Mucho ha cambiado desde entonces en la industria musical, en la que hasta hace poco hubiera sido impensable que una chica con aspecto punk, que sufre síndrome de Tourette, barriera de tal manera con un álbum casero. La joven logró este salto de la mano de su hermano, que concibió la música y con quien escribió las letras, por lo que algunos lo consideran el verdadero genio.

Parecería además que los Grammy hubieran servido para confirmar lo que el mundo entero sabía. Dos semanas antes de recibir los reconocimientos, la productora Barbara Broccoli ya había escogido a Eilish y a O’Connell para componer el tema de la próxima película de James Bond, No Time to Die. Sorpresa, es la artista más joven en asumir esa responsabilidad. Al considerar que Adele, con Skyfall, y Sam Smith, con Writing’s on the Wall, ganaron premios Óscar a mejor canción original desde esa misma plataforma, no es absurdo que Billie gane una estatuilla dorada en 2021. 

En su ascenso a la fama, Eilish se ha apoyado en el streaming musical y de entretenimiento. Ahora salta al cine, pues compondrá el tema de James Bond. Por el momento, se sumará a la entrega de los Óscar 2020 con una interpretación musical, y el 7 de junio se presentará en el Movistar Arena de Bogotá. Es quizá un fenómeno inédito que venga al país una artista que acaba de alcanzar la cima. Esa oferta, y la de muchos conciertos más, ratifica que el público colombiano permanece atento y receptivo a las movidas de la música anglo. También refleja el impacto del entretenimiento norteamericano en los últimos años por medio de Spotify, Deezer y Netflix.  Los inicios de Eilish Todo partió de una asignatura. En una clase de baile le pidieron a Billie inventar una coreografía. Su hermano Finneas le ayudó a componer la pista, titulada Ocean Eyes. Billie decidió subir la canción a Soundcloud en 2016, y se hizo viral. Con ese impulso grabó un video que suma en YouTube casi 210 millones de reproducciones. En esos tiempos, cuando tenía 13 años, le auguraban “un futuro brillante”. Con semejante despliegue, el sello Interscope Records la reclutó, y pronto salió en una gira en la que le abrió espectáculos a Florence and the Machine, banda liderada por Florence Welch. Poco después Billie lanzó una serie de sencillos, entre ellos un punto de quiebre según la crítica: Bored. El tema formó parte de la banda sonora de la controvertida serie de Netflix 13 Reasons Why, lo que le dio aún más resonancia. Con cada paso, Eilish ha cimentado una carrera meteórica. En 2017 publicó Don’t Smile at Me, el EP (formato más extenso que un sencillo y más corto que un álbum) que la consolidó. El éxito (roza el millón de copias vendidas) y las buenas reseñas la llevaron a sumarse de nuevo en la banda sonora de 13 Reasons Why, esta vez con Lovely, interpretada a dúo con Khalid. Contrastes que suman récords Y luego vino su ratificación. Billie y Finneas se encerraron a grabar su primer álbum con una consigna típica de los grandes discos pop: abarcar el mayor abanico de estilos posibles. Lo probó el sencillo You Should See Me in a Crown, lanzado en julio de 2018 e inspirado en el trap. Y luego sucedió lo esperable: su disco When We All Fall Asleep, Where Do We Go? debutó en el primer lugar del Billboard y se convirtió en el primer número uno de un artista nacido en los años 2000. Ese mismo día el sencillo Bad Guy entró al top 10 del Billboard Hot 100. En diez meses ha sumado 750 millones de reproducciones.

Respecto a lo temático, el álbum debut expresa que la adolescencia, hoy más que nunca, es una línea borrosa. En sus canciones refleja estas y otras presiones como la depresión, las relaciones tóxicas, la medicación para los problemas emocionales, la sexualidad y hasta el cambio climático. En sus conciertos promueve las botellas reutilizables y prohíbe pitillos y plásticos de un solo uso.

En 2016 se hizo viral en YouTube con Ocean Eyes, que suma casi 210 millones de clics. Con el sencillo Bad Guy de su larga duración ‘When We All Fall Asleep, Where Do We Go?‘ ha sumado 740 millones de reproducciones desde 2019. La clave de su éxito, sin embargo, parece estar en su juego con el contraste. Billie es capaz de mostrarse vulnerable en sus canciones, pero plantea una contradicción desde su aspecto, influido por la estética del punk y del emo. Usa con frecuencia un tono de voz casi monotemático en fondos con bases hip hop retorcidas y pesadas. Su álbum incluye sintetizadores a tope, atraviesa composiciones engañosamente simpáticas y termina con una tanda de baladas. La coyuntura favoreció el éxito de Eilish. Además de los avances tecnológicos, del #MeToo y de una movilización social de las nuevas generaciones, junto a una camada de artistas femeninas que alcanzaron distintos niveles de excelencia creativa replanteando su rol en el mundo mediante el empoderamiento, conformaron un escenario donde aquel que moviera mejor las fichas podría capitalizarlo. No sobra recordar que con una fórmula similar a la suya apareció Lorde en 2013 con su canción Royals, y se convirtió en un fenómeno global tal vez no tan grande como el que representa hoy Eilish, pero sí lo suficiente para servir como un antecedente. Desde el plano más comercial (Beyoncé), del más orientado al sentir indie (St. Vincent, Lana Del Rey), el más personal (Grimes) o el que junta todo eso desde otras latitudes y sonidos (Rosalía), en cierto modo el reconocimiento de Eilish es un punto culminante en ese proceso gestado en distintos espectros del ambiente musical.