Érase una vez en Venezuela - muy buena
Directora: Anabel Rodríguez Ríos * País: Venezuela * Año: 2020 * Duración: 96 min. * Disponible en: Cinemateca de Bogotá
Este documental observacional, rodado a lo largo de siete años, sigue la decadencia de un pueblo llamado Congo Mirador, situado en una esquina del lago Maracaibo que pierde habitantes y actividad económica gracias a la combinación de la sedimentación del lago y el desinterés estatal. Siguiendo media docena de personajes, entre quienes está un anciano intérprete de cuatro, una líder chavista, una profesora que hace lo que puede en la escuela desvencijada y varios niños, la película hace un retrato melancólico de las dinámicas locales, tanto por la líder que intenta hacer mover los engranajes burocráticos que le permitirían traer unas dragas al pueblo, como por las personas no alineadas con el chavismo que terminan siendo marginadas de las tomas de decisiones. Al final la desolación que transmite reside no tanto en el fracaso de un modelo socialista, sino en un sistema político que, concentrado en permanecer en el poder, ha dejado de pensar en sus ciudadanos.
Esto es un asalto - buena
Director: Colin Barnicle * País: Estados Unidos * Año: 2021 * Duración: 4 x 50 min. * Disponible en: Netflix
La melancolía acá es más difusa y tiene que ver con el espacio protagónico de esta serie documental: el museo Isabella Stewart Gardner, de Boston. Fundado por una millonaria excéntrica que construyó un edificio inspirado en los palacios renacentistas italianos y que especificó en su testamento que nada se podía cambiar nunca de lugar, fue sede de un robo en 1990, en el que desaparecieron de sus paredes trece pinturas de grandes maestros (dos Rembrandts, un Vermeer y un Manet, entre otros). Este documental hace un recuento juicioso de lo sucedido aquella noche, hilando entrevistas, informes televisivos de la época y recreaciones, para luego extenderse en el tiempo haciendo conjeturas y listando sospechosos hasta llegar al presente, manteniendo la intriga sobre lo sucedido con las pinturas. En esta época de crímenes cibernéticos y pirámides impersonales, hay algo reconfortante en los mafiosos que chismoseaban, bebían y comían, que se asesinaban entre sí, y queda la idea de que, incluso en el crimen, el mundo ha cambiado radicalmente.
Nómadas de invierno - muy buena
Director: Manuel von Stürler * País: Suiza * Año: 2012 * Duración: 90 min. * Disponible en: Mubi.com
Un hombre de cincuenta y tantos y una mujer de veintitantos caminan por Suiza durante cuatro meses de invierno llevando ovejas de un lado a otro, junto a tres burros y cuatro perros. La melancolía surge de varios lados en este documental: de la labor de los pastores tan pintoresca y tan dura, de las construcciones y edictos locales que cada vez limitan más por dónde pueden pasar los animales y del destino mismo de las ovejas que eventualmente serán vendidas como carne. Este documental se sintoniza tranquilamente con esta manera de vivir a la intemperie, tan extraña en un presente climatizado, y aunque queda claro que tiene sus días contados, también deja la idea de que su desaparición, con lo que tiene de bello, intenso y cuidadoso, nos desconecta de preguntas esenciales sobre la relación de los humanos con el clima, los espacios y los animales.
Los Mitchell contra las máquinas - buena
Director: Michael Rianda * País: Estados Unidos * Año: 2021 * Duración: 114 min. * Disponible en: Netflix
Esta película animada situada en un apocalipsis próximo también incluye a la melancolía por épocas pasadas en su repertorio de emociones. Una familia disfuncional, con tensiones entre el padre y la hija recién graduada de secundaria, decide hacer un viaje de auto para dejarla a ella en la universidad de sus sueños, donde fue aceptada para estudiar realización audiovisual. Pero, en el camino, llega la rebelión de un ejército de robots que aprisiona a todos los humanos en unos cubículos luminosos para eventualmente lanzarlos al espacio; solo queda la familia de cuatro para liberar a sus congéneres. Es una comedia visualmente desenfrenada, llena de chistes veloces, que replica esa sensibilidad caótica, desenfrenada y mixta de los videos en línea, aunque abre un espacio en medio de la velocidad para la añoranza por un mundo menos conectado en el que la gente tenía tiempo de sentarse a la mesa, mirarse a los ojos y aburrirse sin esperar ser rescatados por ninguna pantalla.