El nombre de pila del pianista Chick Corea es Armando Anthony, circunstancia por la que algunos le atribuyen sangre latinoamericana. En realidad es hijo de inmigrantes italianos, pero la confusión es comprensible por una serie de pistas ambiguas que ha dejado en su música. Varios títulos de sus composiciones están en español (La fiesta es uno de los más populares) y, en particular, un disco de 1976, llamado My Spanish Heart, rendía homenaje a unas raíces hispanas que en verdad no tiene. En un reciente comunicado de prensa, Corea aclaró la confusión: “Mi genética es italiana pero mi corazón es español”, aseveró. Todo esto sucede en el contexto de un nuevo lanzamiento: un álbum titulado Antidote, en el cual retoma su vieja obsesión por la música española. Ha conformado una nueva agrupación, The Spanish Heart Band, e incluye a dos de los mejores músicos flamencos de hoy: el guitarrista Niño Josele y el flautista Jorge Pardo. El amor por la música española surgió en Chick a comienzos de los años setenta, cuando escuchó por primera vez el Concierto de Aranjuez, del compositor Joaquín Rodrigo. Luego, en 1972, lo incluyó como una cita textual dentro de su composición Spain, que tocó en todos los escenarios del mundo. De hecho, fue inolvidable cuando en el Teatro Colsubsidio de Bogotá, en abril de 2001, el público se puso a tararear la melodía para demostrarle al pianista su gratitud y su conocimiento de la obra.

Aunque a lo largo del disco aparecen guiños a Cuba y Brasil, la mayoría de las piezas de Antidote se ubican en un delicado equilibrio entre el jazz y la música flamenca. Hay algunas composiciones que ya habían aparecido en grabaciones anteriores, pero el nuevo formato en que se embarca Chick Corea amerita la revisión. Es difícil decir que las piezas mejoran, porque uno ha crecido con las versiones originales (Armando’s Rhumba, por ejemplo) y esos referentes no se borran fácil; sin embargo, es grato concluir que no les viene nada mal esta actualización. Y hay una sorpresa que no puede dejar de mencionarse: la presencia de Rubén Blades como cantante invitado a un par de temas. Blades termina siendo quien explica el título del álbum cuando canta que la música es “el antídoto pal odio y también pa la amargura”, y cierra con un estribillo certero: “La música te cura”.

Este ejercicio de encuentro entre jazz y flamenco tiene varios antecedentes. El más ilustre es un disco grabado por Miles Davis en 1960, llamado Sketches of Spain. Allí el famoso trompetista abría su homenaje a la música española con una versión (una vez más) del Concierto de Aranjuez. Pero hay una anécdota mucho más antigua que involucra a Jelly Roll Morton, uno de los padres del jazz, a comienzos del siglo XX en Nueva Orleans. Se sabe que Morton afirmó una vez: “Si no son ustedes capaces de insertar ingredientes españoles en sus composiciones de ‘jazz’, no lograrán jamás obtener lo que yo llamo el perfecto condimento”. Morton aseveró aquello en un tiempo en que Nueva Orleans era un crisol de culturas donde bullían sonidos de Inglaterra, Francia, Prusia, África, las Antillas y España. Ese sabor que nosotros hoy llamamos latino lo definía él como español. Además del ritmo arrebatado, le gustaban los detalles arabescos y toda esa riqueza andaluza para embellecer el naciente jazz. Y ese es exactamente el espíritu que escuchamos en Antidote. Escuche Antidote aquí.