País: Colombia Año: 2018 Director: Rafael Martínez Moreno Guion: Rafael Martínez Moreno y Diego Cañizal Actores: Manuel Álvarez, Isaac Martínez Duración: 88 min Calificación: 3 estrellas Reynaldo ‘el Piedra’ Salgado (Manuel Álvarez) es un boxeador que no gana, que está mayor, que vive en una casa de madera en un barrio pobre de Cartagena y que maneja un mototaxi con una melancolía inescapable. La primera imagen que vemos de él es un primer plano de su rostro entrando de repente a cuadro: está cayendo noqueado a la lona de un ring, sudoroso, con sangre que le sale de uno de sus pómulos, y una mirada entre aliviada y adolorida. La tristeza y resignación de este hombre resultan ser memorables y resonantes, y ofrecen una imagen de ser costeño que nada tiene que ver con la extroversión que han dado vida a mil estereotipos y otras mil sesiones no tan cómicas de cuentachistes televisivos. Alrededor de su silencio y su melancolía, la película teje un retrato cariñoso en el que queda capturado también el entorno en que se mueve, una camarilla de hombres bastante mayores que viven y sueñan con el boxeo, con más glorias pasadas que presentes; y aunque no se subraya explícitamente, el hecho de que ninguno sea joven le da a todo el asunto un tono elegíaco: claramente estamos ante un mundo que no se renovará y que se perderá para siempre. Le puede interesar: Mauricio Navas libra la lucha contra la página en blanco Pero no hay solo nostalgia en esa pérdida, porque la película también hace evidente que, a pesar del entusiasmo que despierta y del claro placer que estos señores derivan de él, el boxeo es un asunto brutal y explotativo que replica las injusticias del mundo en general. “La gente paga para ver a estos negros dándose muñeca”, dice el promotor de peleas para explicar su decisión de seguir contratando al Piedra, a pesar de su deterioro y de que ni siquiera sirve para enfrentamientos arreglados porque no aguanta suficiente para caerse en el round acordado. El boxeo es una parte importante del filme, pero lo central es otra cosa. Al regresar de esa pelea, el Piedra encuentra a Breyder (Isaac Martínez), un niño, que lo espera frente a su casa. “Usté es mi papá”, le dice el niño. “Mi mamá me dijo que viniera a buscarlo”. A partir de ahí, la película se concentra en la relación entre estos dos personajes, que se miran sin decir mucho, pero con una expresión constante de duda. El Piedra quizás se pregunte si realmente es el padre y cómo relacionarse con esa novedad en su vida, que le revoluciona sus costumbres y le interrumpe la soledad a la que está acostumbrado. El niño, huérfano de madre, probablemente se pregunta sobre su futuro, sobre los interrogantes que el adulto tiene, sobre si tendrá un lugar en su vida. Con unas actuaciones convincentes de sus actores naturales, esta película, que se estrena el jueves 16 de mayo, dirigida y escrita por Rafael Martínez Moreno, se aproxima con cuidado a estas vidas, evitando la tentación de subrayar la desesperanza o el carácter de víctimas de sus personajes, una constante de cierta tendencia en el cine nacional. Esto para reconocer el carácter doble y complejo de la paternidad como una fuente tanto de cargas y angustias como de satisfacciones.

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