La idea de la ‘obra de arte total’ (Gesamtkunstwerk, en alemán), en la que la música, el texto, el drama, la escenografía y la arquitectura forman una unidad, hizo mundialmente famosos a Richard Wagner y a sus óperas. 60.000 fans de Wagner peregrinan cada año al Festival de Bayreuth, donde el compositor abrió su propio teatro del festival en 1876. Una cosa estaba clara desde el principio: él lo dirigía todo. Hasta el día de hoy, sólo las óperas seleccionadas por él pueden representarse en el festival. Sin embargo, si la secretaria de Estado de Cultura de Alemania, Claudia Roth, se sale con la suya, esto va a cambiar en el futuro. Ella quiere que también se interpreten obras de otros compositores. “Bayreuth, en su conjunto, debería ser más diverso, más colorido y más joven”, dijo a medios alemanes.

Richard Wagner (1813-1883) ya trabajaba en vida en el mito que rodeaba a su persona, un influencer de su propia obra, un autopromotor de su tiempo. A Wagner le gustaba presentarse como un hombre del Renacimiento, con ropas de raso y brocado. Su gorro al estilo de Durero y su barba de perrilla son inconfundibles. “Se trata de un disfraz, un papel con el que Wagner quería ser percibido como un maestro, cosa que consiguió bastante bien”, afirma Sven Friedrich, director del Museo Richard Wagner de Bayreuth, en entrevista con DW.

En la exposición especial “Mensch Wagner” (Wagner, el hombre), el objetivo de Friedrich es “mostrar el núcleo humano de Wagner tras el gran telón de fondo mítico”, según explica en entrevista con DW.

Una personalidad multitalentosa

Richard Wagner no sólo fue director de orquesta y compositor, sino también poeta, dramaturgo, escritor, filósofo del arte y teórico musical. Sus descendientes lo estilizaron como un superhombre (Übermensch, en alemán). El mito perdura hasta nuestros días.

Pero lo crucial es su música, especialmente sus óperas, que con sus recurrentes leitmotivs fueron innovadoras en su época y conmovieron profundamente al público. Como también ocurrió en vida de Wagner, millones de parejas de novios de todo el mundo se dan hoy aún el “Sí, quiero” con la marcha de su Coro nupcia”, del tercer acto de la ópera Lohengrin”, aunque la ópera termine de forma trágica.

Wagner, el hombre, es una personalidad con características ambivalentes. De joven, participó en la llamada Revolución de Marzo de 1848/49, luchando por la libertad y la democracia y por la abolición de la aristocracia. Más tarde, se alegró de recibir el apoyo financiero de ciudadanos ricos y aristócratas. Su mayor admirador fue el rey Luis II de Baviera. Sin su ayuda financiera, el teatro del Festival de Bayreuth no se habría construido.

Wagner, antisemita y aprovechador

Richard Wagner era un antisemita convencido. A mediados del siglo XIX, existía una fuerte corriente antisemita en Europa. En 1850, Wagner publicó su panfleto “El judaísmo en la música”, en el que negaba a las personas de religión judía la capacidad de expresarse creativa y artísticamente. Las opiniones de Wagner jugaron a favor de los nacionalsocialistas a principios del siglo XX. Adolf Hitler fue uno de los mayores admiradores de las óperas de Wagner en la década de 1930.

A Richard Wagner le gustaba vivir por encima de sus posibilidades y se aprovechaba de la gente. Tenía constantes dificultades financieras y huyó varias veces de sus acreedores al extranjero. En tales situaciones, el compositor aceptaba de buen grado la ayuda de compañeros judíos. El compositor de ópera judío Giacomo Meyerbeer, muy respetado en París, lo ayudó en sus dificultades financieras y lo hizo famoso en París. Más tarde, Wagner desdeñó a su antiguo patrocinador. Eso no lo hacía precisamente un hombre agradable.

A la pianista y compositora Clara Schumann no le gustó su arrogancia y su “risa lloricona”. “Wagner era físicamente pequeño, astuto y ególatra”, dice Sven Friedrich. El escritor Thomas Mann lo llamó el “gnomo lloricón de Sajonia”, y dijo que era alguien “con talento explosivo y carácter deplorable”.

Wagner, un hijo de su tiempo

En la exposición, los visitantes aprenden sobre la persona de Richard Wagner a partir de testimonios personales o de los recuerdos de familiares y contemporáneos. Los organizadores de la exposición no quieren presentar a Wagner como un visionario que se inventó a sí mismo, sino como un hijo de su tiempo, y en el contexto de las circunstancias que rodearon su vida.

Wagner murió en Venecia en 1883, sin dejar un testamento. Su esposa, Cósima, se hizo cargo de la dirección del festival hasta 1908. Katharina Wagner, bisnieta de Richard Wagner, es la directora del Festival de Bayreuth desde 2008.

La exposición “Mensch Wagner” se presenta hasta el 6 de octubre en el Museo Richard Wagner de Bayreuth. El Festival de Bayreuth comienza el 24 de julio y se prolongará hasta el 27 de agosto. (gg/cp)