Históricamente todo el mundo veía las películas que ganaban los premios Óscar y el mundo entero las adoraba. Tanto, que prácticamente nadie ha dejado de ver ni de amar Casablanca, Lo que el viento se llevó, La novicia rebelde, My First Lady o El padrino. Sin embargo, en los últimos años eso ha cambiado. Muchas de las ganadoras de la estatuilla a mejor película tienen mérito artístico, pero poca audiencia. Nombres como La forma del agua (The Shape of Water), Luz de luna (Moonlight), En primera plana (Spotlight), Birdman y En tierra hostil (The Hurt Locker), a pesar de haberse llevado el galardón en los últimos años, no son un referente universal para nadie. Ninguna de sus taquillas ha llegado a niveles impresionantes y su éxito se ha limitado más a los críticos que al público. Roma, de Alfonso Cuarón, inaugura una tercera etapa: la de una película que verán muchos y que gustará a muy pocos. La razón de lo primero es que por estar en Netflix tienen facil acceso a ella más de 117 millones de suscriptores de esa plataforma digital. Ese hecho constituye una revolución en la industria del cine. Tradicionalmente, las películas pasaban primero por los teatros, meses después aparecían en DVD y posteriormente aparecían gratis en televisión. Con Roma se invierte esa secuencia. La audiencia masiva la verá en televisión y en cine será marginal. Le recomendamos: Roma sí se podrá ver en la gran pantalla Por primera vez una película hecha para una plataforma digital compite por los premios de la Academia. Eso fue posible gracias a que la cinta fue exhibida brevemente en unas pocas salas de cine, con lo cual llenó el requisito de pasar por la pantalla grande para calificar para los Óscar. Pero así como muy poca gente la vio en la pantalla grande, millones la están viendo en este momento en Netflix, y seguramente no será la última que llegue a los premios por medio de esa modalidad. Y como Netflix invertirá el año entrante 13.000 millones de dólares en productos propios, de ahora en adelante muchas películas aspirantes al Óscar se verán masivamente en televisión antes que en el cine.
Por tratarse de una película de Alfonso Cuarón, muy pocos se atreven a decir que a la película le falta mucho. Roma se perfila como la más opcionada para ganar la modalidad de mejor película extranjera por la Academia. Muchos críticos la consideran una obra de arte, pero la mayoría de la gente no comparte esa opinión. La película tiene muchos elementos para destacar, como la impecable fotografía, el manejo de la cámara, la luz, la banda sonora y la actuación, particularmente la de los niños. Técnicamente es irreprochable. Vea también: Roma, la película que reabrió la discusión sobre la forma de ver cine Pero a pesar de estas pinceladas de brillantez artística, la película en conjunto frustra. Es demasiado lenta. Pasan pocas cosas y los diálogos son escasos. Y el mensaje no pasa de ser una muestra hiperrealista de la rutina cotidiana de dos clases sociales en un país emergente. A su vez, algunos críticos consideran eso su principal mérito. Muchos de ellos aseguran que es una película para contemplar. Sin embargo, eso no convierte los 135 minutos que dura la cinta en una experiencia del todo agradable.
Roma es un recuento semiautobiográfico de la infancia de Cuarón con una trama social sobre la diferencia de estilos de vida de los patrones con las personas del servicio. La industria cinematográfica y televisiva mexicana ha explorado bastante este tema. Al fin y al cabo la mitad de las telenovelas aztecas tratan las diferencias entre ricos y pobres, caracterizadas siempre por el drama, mientras que a Roma la caracteriza la inercia. Justamente la falta de drama. Para no arruinar las expectativas de los que no la han visto, no conviene contar lo poco que sucede en esa hora y media. Definitivamente muy poco. La película tiene metáforas recurrentes que seguramente entiende más el autor que el común de la audiencia. Hay muchos charcos, mucho trapeo sobre los mismos. La historia costumbrista recrea el México de los setenta, la época que su director vivió muy joven. Su factura en blanco y negro evoca la nostalgia de esa época. La película, semiautobiográfica, se desarrolla en la colonia Roma, un barrio de clase media en el D.F. Con la cinta, Cuarón le hace un homenaje a Liboria Rodríguez, la empleada del servicio de su familia. En la película, esta mujer se llama Cleo, interpretada por Yalitza Aparicio. Se trata de una joven indígena dedicada a los oficios del hogar, a cuidar a los niños y a obedecer las órdenes de su jefa, Sofía (Marina de Tavira). La patrona y la empleada enfrentan una crisis similar. Le puede interesar: Alfonso Cuarón: “El verdadero problema de nuestra sociedad es la separación de castas y clases” En sus tiempos libres Cleo sale con Adela (Nancy García), su compañera de trabajo. Ambas se ven con sus novios y por casualidades de la vida Cleo se involucra con Fermín (Jorge Antonio Guerrero), un hombre que pertenece a un grupo paramilitar que participaría en la masacre del Corpus Christi. La relación entre Cleo y su novio y Cleo y sus patrones son el eje de la cinta. La película tiene metáforas recurrentes que seguramente entiende más el autor que el común de la audiencia. Hay muchos charcos, mucho trapeo sobre los mismos. También hay carros enormes que se rayan porque no caben en los garajes. Esa puede ser una imagen del arribismo social de la época. No es fácil de descifrar. El director mexicano ganó múltiples premios en 2014 por Gravity y fue nominado a otros tantos por Y tu mamá también y por Children of Men. También obtuvo varios galardones por la dirección de Harry Potter y el prisionero de Azkaban. En los premios de la Academia Roma competirá con la película colombiana Pájaros de verano y otras seis cintas extranjeras. También está nominada a mejor guion, mejor director y mejor película extranjera en los premios Globo de Oro. La película fue vista por primera vez en el Festival de Cine de Venecia, donde se llevó el León de Oro, el máximo galardón. En la prensa ha recibido excelentes críticas de medios como The Guardian, BBC y Financial Times. Estos medios la han calificado como ‘humana’, ‘hermosa’ y ‘sublime’. Sin embargo, otros como The New Yorker consideran que le faltó algo, y por tratarse de una película de Alfonso Cuarón muy pocos se atreven a decir que le faltó mucho. Y no es para menos. El director mexicano ganó múltiples premios en 2014 por Gravity y fue nominado a otros tantos por Y tu mamá también y por Children of Men. También obtuvo varios galardones por la dirección de Harry Potter y el prisionero de Azkaban.
Cuarón tenía desde hacía años la obsesión de hacer esta película. En varias oportunidades ha dicho que siempre quiso contar esta historia y que tenía esa deuda con él mismo. Después de una trayectoria como la suya, nadie tiene mayor licencia para narrar una historia íntima tal y como le plazca. Pero eso, lamentablemente, no significa que esa aventura personal logre satisfacer a la audiencia internacional.