Mientras la atención de decenas de miles se enfocaba en lo que sucedía en la calle 57, en inmediaciones del estadio El Campín, la calle 67 proponía una vibrante resistencia. Y fue muy buena. Como se dice coloquialmente en Bogotá, la 67 “se dio garra” anoche con su propia oferta de música en vivo.

En la noche del 5 de abril, para empezar un mes lleno de música y de rock de varias vertientes, esta arteria de ciudad dejó tres conciertos de muy alto nivel a minutos de distancia, a lo largo de la noche, cubriendo bases distintas, todas valiosas.

Solo había que conectar... Solo hay que conectar... Porque la 67, entre la avenida 13 y la avenida 11, tiene noches así. Esto se repetirá, con otros músicos pero con la misma promesa de ver gran música en espacios diferentes, muy cercanos.

Quizá no se dará la coincidencia de que toquen tres duetos seguidos en estos espacios distintos, eso es verdad. Y anoche se dio, se dio algo que podría describirse usando palabras de King Crimson: “Three of a Perfect Pair” (tres de un par perfecto).

Carismático y entregado, Mike Kerr es una fuerza que se gana sus aplausos. Desde su voz y su manera de hacer sonar sus distintos bajos, se gana el respeto del fan ocasional y la veneración del fiel seguidor. | Foto: Camilo Bernal / cortesía Move Concerts

En el turno tempranero, de las 9 a las 10:15 de la noche, el dúo britanico Royal Blood demostró en el Royal Center lo que consigue en su set completo, con su propuesta rotunda, compactamente abrasadora. El compromiso es notable de Mike Kerr, con su canto y sus varios bajos de sonoridades engañosas y notables. Y Ben Thatcher, desde la batería, ofrece un despliegue de maquinismo muy humano. Y salió casi de inmediato a meterse entre el público. Conectan de inmediato, y no sueltan durante su firme entrega. Darren James suma algo de sintetizadores y voces, y lo hace bien, pero es esa cohesión forjada entre estos músicos la que hala de los pelos y se agradece. Gran concierto.

El teatro sonó muy bien, y la gente que asistió coreó y sumó mucha energía y su bien afinada voz. Y seguramente lo seguirá haciendo en conciertos con seguidores tan fieles, como los de Keane, por ejemplo.

Una máquina muy humana, que salió al contacto del público casi de inmediato, Ben Thatcher impresiona con su contundencia al golpear sus tambores. | Foto: Camilo Bernal / cortesía Move Concerts

Doble dueto en fiesta extendida de cumpleaños

A cinco minutos de distancia, la acción apenas empezaba en matik matik, el ya legendario espacio en la avenida 11 con calle 67 que sorteó angustias tempranas por cuenta de inconvenientes de luz para terminar dejando lo que suele dejar: una gran noche.

El espacio cultural festeja estos días su aniversario 16, y lo viene haciendo desde marzo con conciertos tremendos, de variadas vertientes sonoras, con propuestas experimentadas y con propuestas experimentales en varios géneros. Esta casa es, a muchos niveles, metrónomo y termómetro para la vibrante escena local, y en su cumpleaños esta escena le expresa lo mucho que le significa. Lo hace con música y con palabras expresas de agradecimiento.

Hoy es el último concierto cumpleañero de matik matik. No se lo pierda.

matik matik | Foto: matik matik

La noche del 5 de abril, el primer turno en tarima, a eso de las 11:45 p.m., le correspondió a Rizomagic, un dueto electrónico con un sello particular que hace música desde 2019 y al que se le notan la cancha y el momento.

Compuesto por Diego Manrique y Edgar Marún, se prometía que este grupo integraba a su propuesta de baile sonoridades del caribe afrocolombiano y sonidos étnicos del mundo, y lo hizo de manera progresivamente más cautivante. Su set fue fluctuando entre distintas pulsaciones fiesteras y rituales y, así, fue alcanzando su pico, con las sillas vacías y toda la pista bailando. Y así cerró, por lo alto, dejando a la gente con ganas de más.

Vale anotar además que a su propuesta se suma un trabajo visual tan impresionante como el sonoro. Muy buenas partes suman sus talentos en Rizomagic para conseguir este todo que va venciendo la quietud de los escépticos.

Edgar Marún y Diego Manrique son Rizomagic, y en matik matik, el 5 de abril de 2024, dejaron una gran impresión. | Foto: Alejandro Pérez Echeverry

A eso de la 1:45 de la mañana, ante el pedido de la gente, asumió la tarima el dueto Chúpame el dedo, en el que músicos que se conocen muchísimo como Eblis Álvarez y Pedro Ojeda (trabajan en varios proyectos juntos) interpretan un par de alter ego que usan capas, que usan voces, y que cachetean a su público con su volumen y su descarga incesante de percusión, sintetizador y voces.

Un concierto de alto voltaje, un performance, una locura, un show de comedia, todo eso sucede. Las voces agudas que Eblis Álvarez produce entre sus canciones, en esos momentos de comentario tan vitales para la experiencia de Chúpame el dedo, hay que decirlo, son particularmente graciosas.

Y claro, cuando el comentario gracioso da paso al tumbao, ponen a moverse seriamente a la pista. Y eso hicieron hasta terminar algo abruptamente, pero habiendo cumplido con su tarea de desplegar esa irreverencia musical exacerbada.

Notas de aperturas

La movida empezó realmente un poco más temprano, en el Royal Center, donde la banda bogotana Stay Way abriço la noche en el teatro de la avenida 13. Una propuesta seria, que aprovechó para grabar un video y logró que el público se entusiasmara tanto como, cumplió. Son veteranos del arte de abrir conciertos (lo han hecho también para Aerosmith, Disturbed, Incubus, Coheed and Cambria y Carajo) y se les notó la cancha en actitud y en música. Sonaron bien, sonaron contundente, estrenaron canciones, involucraron a la gente y la animaron. Más no se les puede pedir.

En cuanto a matik matik, mientras las bandas asumían el escenario, la curaduría musical estaba tremenda. Otro de los sellos del lugar, la música bien escogida siempre hace que el tiempo pase mejor y más rápido mientras se espera...